El espíritu crítico frente a la ignorancia autoelegida: ‘fake news’
Es muy probable que todas las personas a las que les gusta algo o detestan algo compartan noticias falsas, especialmente si confirman sus creencias. No dudo que el objetivo principal de una persona que inventa noticias falsas es engañarnos. No tendría sentido que la invención de dicha falsedad nos dejase indiferentes a todos o que se refiera a un tema que no interese a nadie.
Hasta hace un tiempo no muy lejano, la gente obtenía su información a través de los medios tradicionales, sea un periódico, radio o televisión. Conocían estos medios, tenían sus preferencias sobre sus líneas editoriales, incluso si sabían que era un medio de ‘cotilleo’, tenían claro que no debían de tomarlo demasiado en serio. Ahora, sin embargo, los límites se difuminan. Esto es preocupante ya que en la actualidad la mayoría de personas (sobre un 60%) obtienen su información a través de las redes sociales. Esto complica bastante las cosas ya que la información verdadera está al lado de la información falsa en pie de igualdad. Más aún cuando los creadores de dichas noticias falsas estructuran las mismas para que parezcan para la mayoría noticias reales.
Obviamente tendemos a confiar en nuestra familia, nuestros amigos, las personas que admiramos… Pues bien, si estas personas comparten algo en las redes sociales, tendemos a creerles más fácilmente y aún más si confirman nuestras propias creencias, ya que nos facilita la vida, nos consuela, nos autoafirma. Esto no es más que un proceso psicológico basado en los propios prejuicios que arrastramos que, combinado con el hecho de que los lectores, a menudo, tienden a emitir juicios rápidos sobre qué creer y qué descartar, desencadenan de una manera, sorprendentemente rápida, que una mentira se extienda como la pólvora.
Es por lo que la única defensa contra las noticias falsas es la vigilancia, tomarse algo de tiempo en la verificación de la misma. Afortunadamente, en nuestro país tenemos herramientas que están haciendo una gran labor para actuar de ‘cibervigilantes’ de estos infundios y en la medida de lo posible en desenmascarar a sus autores. No dejemos que el principio de verdad se vea inmerso en lo que dijo Swift: “La falsedad vuela y la verdad viene cojeando tras ella”. Lorenzo Cano Fernández (Cádiz)