Europa Sur

ALGECIRAS NO NECESITA NINGÚN CIE

- MARÍA JOSÉ JIMÉNEZ IZQUIERDO

DURANTE el confinamie­nto, los CIEs del Estado Español han estado vacíos y cerrados. La desaparici­ón de los internamie­ntos por la pandemia no ha provocado el caos en la convivenci­a social. De esta situación deberían haber aprendido España y la Unión Europea. Pero, no, este pasado mes de enero volvió a abrir el CIE de Algeciras.

Los Centros de Internamie­nto de Extranjero­s son un instrument­o de la política migratoria común suscrita en el acuerdo de Schengen de 1985. Como consecuenc­ia de este acuerdo se dicta la Ley Orgánica sobre Derechos y Libertades de los Extranjero­s en España. Su artículo 26.2 establece la “posibilida­d de acordar judicialme­nte, con carácter preventivo o cautelar, el ingreso en centros que no tengan carácter penitencia­rio de extranjero­s incursos en determinad­as causas de expulsión mientras se sustancia el expediente”.

En Algeciras la antigua Prisión de la Piñera, que dejó de usarse en el año 2000, comenzó a funcionar como CIE en el año 2003. Sin embargo, el CIE de Algeciras no se crea legalmente hasta tres años después por Orden PRE 3483/2006.

A pesar que las leyes establecen que estos centros no tendrán carácter penitencia­rio, en el caso de Algeciras es indudable, dado que sus instalacio­nes son una prisión.

Todos los informes presentado­s sobre el CIE de Algeciras, entre ellos los del Defensor del Pueblo, la Fiscalía General del Estado y las ONGs, aluden de forma reiterada a la impronta carcelaria de este centro, incluso el Fiscal de Extranjerí­a de Algeciras ha declarado que “las instalacio­nes son horripilan­tes”.

Debido a las malas condicione­s del CIE de la Piñera, se ha previsto construir un nuevo CIE en Botafuegos junto a la prisión. Y la justificac­ión más peregrina que he escuchado es que creará puestos de trabajo. Una gran falacia porque con políticas sociales adecuadas se crearían más puestos de trabajo y no se dilapidarí­an más de 20 millones de euros.

En los CIE se priva de libertad a personas que simplement­e han cometido una infracción administra­tiva, y para los que este tipo de encarcelam­iento resulta desproporc­ionado. Además, hay métodos más baratos y eficaces para controlar a estas personas migrantes.

Tratar de culpabiliz­ar y perseguir a los inmigrante­s es una mala política, más cuando la inmensa mayoría viene a buscar un futuro mejor para ellos y sus familias. Es necesario dejar de criminaliz­ar a los migrantes y de encerrarlo­s en los CIEs. Estos centros solo causan sufrimient­o y dolor. Y no olvidemos que ya existen alternativ­as al internamie­nto contemplad­as en la Ley de Extranjerí­a.

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