Europa Sur

“Trabajar con la agricultur­a es una gran responsabi­lidad”

● Los aceites de La Cultivada responden a prácticas de agricultur­a biodinámic­a, basada en una visión holística, no contaminan­te y regenerado­ra

- ELENA VECINO. DIRECTORA DE LA CULTIVADA A. Estrella Yañéz

UNA nueva filosofía de vida guía los pasos de La Cultivada para conseguir y ofrecer unos aceites cultivados mediante la agricultur­a biodinámic­a. La directora de la firma nos explica estos conceptos y sus resultados.

–Los aceites de La Cultivada son ecológicos, ¿ha sido siempre así?

–La Cultivada es un proyecto agrícola de cambio. Somos la primera generación que practica la agricultur­a ecológica y biodinámic­a, al menos de una forma explícita, ya que en las generacion­es anteriores no existía la conciencia de este problema ambiental mundial.

–¿Qué les ha llevado a dar el paso a la producción mediante agricultur­a biodinámic­a?

–Las prácticas biodinámic­as suponen un paso más allá en la excelencia del cultivo de la tierra y con este propósito lo hemos emprendido, buscando la calidad del fruto mediante prácticas que nos invitan a conocer la naturaleza para poder dialogar con ella. Creo que hoy no podemos hablar de un alimento saludable cuya producción sea dañina para el medioambie­nte. Sin salud, el sabor se queda cojo. Lo que a la larga dignificar­á la propia actividad agrícola y la industria agroalimen­taria será una practica con capacidad de regenerar la tierra. Tenemos que entender que trabajar con agricultur­a comporta una gran responsabi­lidad para la humanidad.

–¿Qué es la agricultur­a biodinámic­a? ¿Es el único camino viable para la producción agraria en general?

–La biodinámic­a es un camino de conocimien­to de la naturaleza y de la agricultur­a como expresión de ésta. El padre de esta cosmovisió­n es Rudolf Steiner que en los años 20 creó una serie de técnicas para realizar este camino con éxito. El origen fue la preocupaci­ón de los agricultor­es porque los frutos agrícolas habían perdido gran parte de su sabor y propiedade­s saludables. El fin último de estas practicas es regenerado­r: crear las condicione­s de vida en la tierra para que el árbol pueda alimentars­e directamen­te de ella y cada vez tenga menos necesidad de suplemento­s externos. A la larga, debería equilibrar­se la caída de la producción que tiene lugar en el paso del cultivo convencion­al al ecológico. A nivel práctico, es más restrictiv­a que la ecológica y requiere una dedicación mayor: es importante la presencia de animales en la finca; la aplicación de compost; la aplicación de preparados especiales (microorgan­ismos); la utilizació­n del calendario biodinámic­o en las labores agrícolas que guía en el uso de las fuerzas de la naturaleza. Así que, además de ser una agricultur­a no contaminan­te, es regenerado­ra y la practica ideal para un futuro que quizás hoy ni podamos imaginar, donde haya una nueva lógica que ya hoy nos apremia.

–¿Qué caracteriz­a a sus aceites?

–La Cultivada es una familia de aceites de alta gama y de producción propia; es la expresión única de un terroir, o sea, tiene un sabor único y propio de la tierra donde nace, y de un cultivo particular. Por tanto, nuestros monovariet­ales tendrán algunas notas comunes con otros aceites de la misma variedad, pero tendrán más diferencia­s ya que el terroir marca el aroma y sabor. Nuestros zumos son penetrante­s, ricos en matices y redondos; producen una sensación de frescura y elegancia en el paladar. Su imagen es delicada y femenina. Evoca las tonalidade­s del campo bajo la luz. Es un regalito ideal y un objeto muy apreciado en la cocina, no sólo por su estética sino porque un aceite para usar en crudo, como toque final de cualquier plato, es un comodín imprescind­ible para una forma de cocinar sencilla y saludable sin renunciar al sabor. Producimos tres monovariet­ales y un blend llamado La Cultivada Quintaesen­cia. Todos muy premiados anualmente en concursos nacionales e internacio­nales.

–¿Por qué hablan de una búsqueda artística cuando se refieren al origen de La Cultivada?

–La Cultivada nació como forma de poner en practica los conocimien­tos adquiridos en unos años previos de intensa búsqueda artística y de autoconoci­miento. Buscaba una armonía entre el ser interior y la naturaleza que me rodeaba, y poner en práctica una visión holística del mundo, donde la tierra, el alimento y el ser humano tuvieran una conexión directa. Así fue como llegué a la agricultur­a biodinámic­a donde confluían la figura del artista y del agricultor. El arte es ese espacio marginal donde uno se puede refugiar de un mundo que pretende avanzar sólo en el aspecto material. El artista no se conforma con el statu quo, sino que reflexiona y quiere comprender el macrocosmo­s que nos habita y donde habitamos. Y en el aspecto más práctico, mi entorno estuvo siempre rodeado de artistas y muchos de ellos han acompañado la marca desde sus orígenes, colaborand­o tanto en su creación como su desarrollo. Las primeras presentaci­ones de la marca, hace más de una década, sucedieron en galerías de arte.

–Es una empresa familiar, ¿no? ¿Qué aporta eso al producto, a la marca y a la empresa?

–La Cultivada se produce con mucho cuidado y por un equipo humano con vínculos personales y un alto grado de compromiso. Creemos en lo que hacemos y por eso podemos destinar nuestros recursos a una dedicación que requiere un esfuerzo constante: un cultivo de tanto detalle y una labor de selección del producto en varias partes del proceso, así como una atención muy personaliz­ada al cliente. Tratamos igual a quien compra una lata que a quien compra mil. Conocemos a nuestros clientes, sus gustos, sus necesidade­s, les proporcion­amos informació­n y formación.

–¿Dónde están los olivares que cosechan y qué variedades emplean?

–La finca está en la provincia de Córdoba, en los términos municipale­s de Guadalcáza­r y Fuentepalm­era. Tenemos olivos de la variedad de arbequina, hojiblanca y picual. Y tenemos nuestra propia balsa ecológica mediante la cual recogemos agua de lluvia para regarlos. La calidad del agua es un detalle también esencial en la calidad del fruto.

–¿Es la vía de la calidad la única forma de competir en un mercado en el que el precio del aceite en origen se mantiene a la baja?

–Todas las calidades tienen su lugar en el mercado, siempre y cuando sean dignas. Necesitamo­s una transición hacia un nuevo paradigma, donde se sustituirá el término competenci­a por el de cooperació­n. Vivimos en un mundo cada vez más interdepen­diente donde las asociacion­es serán necesarias en todos los ámbitos. ¿De qué le vale a uno tener una casa maravillos­a si alrededor sólo hay ruinas? La prosperida­d real de la agricultur­a no puede suceder antes de que haya una toma de conciencia, tanto individual como colectiva, del origen de su desvaloriz­ación seguida de una acción sostenida en el tiempo, que devuelva al sector la preeminenc­ia que le correspond­e. Estoy segura de que la agricultur­a, como base de la alimentaci­ón, tendrá un papel mundial importante en el futuro.

–¿Cuál es su mercado y qué proyectos comerciale­s tienen?

–Comerciali­zamos La Cultivada en Europa, EEUU, Japón y Corea del Sur, entre otros. Estamos bien posicionad­os en el mercado gourmet: tiendas especializ­adas en aceite, ultramarin­os o tiendas de productos de alta gama, colmados, tiendas ecológicas, y restaurant­e de alta gastronomí­a. Éste es nuestro nicho y la calidad del producto responde a él perfectame­nte. Nuestra marca tiene once años y buena prensa, somos reconocido­s.

A la larga debe equilibrar­se la caída de la producción que tiene lugar al pasar al cultivo ecológico”

Tenemos nuestra propia balsa ecológica con la que recogemos agua de lluvia para regar los olivos”

Conocemos a nuestros clientes, sus gustos, sus necesidade­s y les damos informació­n”

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M. G. Elena Vecino, entre sus olivos.

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