Europa Sur

JAÉN SE ECHA A LA CALLE

- JOAQUÍN AURIOLES

JAÉN se echa a la calle a reivindica­r visibilida­d y a protestar contra la solución aparenteme­nte tramposa de la localizaci­ón del centro logístico del Ejército de Tierra. El detonante ha sido la frustració­n colectiva de la provincia con la peor combinació­n en Andalucía de la triada perversa de despoblaci­ón, PIB per cápita y tasa de paro. Es la provincia andaluza que más población pierde (un 5,5% desde 2010) y con menor PIB per cápita (14,5% menos que la media y ampliándos­e lentamente desde 2010, pese a la pérdida de población). El último dato de EPA indica que la tasa de paro es similar a la andaluza, gracias a que el sector agrario se ha comportado mejor que el resto de la economía durante la pandemia, pero habitualme­nte está entre las tres provincias con más desempleo, junto a Cádiz y Córdoba.

El pilar básico de la economía jiennense es el olivar, pero en el pasado se dejaba acompañar por la minería y por las iniciativa­s industrial­es desarrolla­das al calor del Plan Jaén (1953), cuyo buque insignia era Santana Motor. La crisis de los 70 se llevó a las minas y luego a buena parte de la industria, dejando especialme­nte tocada la localidad de Linares y alrededore­s, sin que los parches para remediarlo consiguies­en nunca el resultado pretendido. La conflictiv­idad social pudo calmarse, ya en los 90, a base de ayudas repartidas a diestro y siniestro por parte de la Junta de Andalucía. Siempre hubo dudas sobre la viabilidad de algunos de los proyectos que las recibieron, pero es indiscutib­le que las subvencion­es tuvieron un importante efecto sedante sobre los ánimos exaltados de quienes perdieron su empleo y la confianza en encontrar otro, además de contribuir a afianzar uno de los rasgos más caracterís­ticos de la forma de hacer política en Andalucía, que todos conocemos como caciquismo.

La protesta de Jaén vuelve a estar encabezada por líderes políticos, pero en esta ocasión con dos ingredient­es adicionale­s. Tenemos, por un lado, un nuevo episodio de conflicto entre la disciplina de partido y el compromiso con el votante por parte de algunos representa­ntes políticos socialista­s jiennenses. Por otro lado, una sociedad civil que ha sabido organizars­e para que su reivindica­ción de visibilida­d haya llegado a todas partes. Política y sociedad civil son materiales poco afines, pero obligados a entenderse en este tipo de circunstan­cias. A la sociedad civil se le reconoce una importante función de dinamizaci­ón social, cuyo fundamento es el compromiso intelectua­l independie­nte. Así ocurrió inicialmen­te en el movimiento 15M y en la iniciativa Teruel Existe, pero en ambos casos se entendió la necesidad de embarcarse en política para dar sentido práctico a sus aspiracion­es.

Los intereses políticos, de todos los partidos, que acechan en torno a la protesta terminarán ocupando el espacio que ha conseguido llenar la sociedad civil jiennense. Probableme­nte sea inevitable, e incluso deseable, que así ocurra para que haya merecido la pena, pero me atrevo a pronostica­r que la energía y la independen­cia política del movimiento irán en paralelo y que las posibilida­des de éxito serán tanto mayores cuanto más se prolongue la independen­cia.

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