Europa Sur

“Ver a pacientes de 48 años que acaban intubados encoge el alma”

- Noelia Márquez

–Veterano médico de Urgencias. ¿Cómo vive esta ola?

–Cada vez que entro de guardia en mi hospital, mi segunda casa desde hace 28 años, aún lo hago silbando y feliz por trabajar en algo que me apasiona. Pero conforme pasan las horas se apodera el agotamient­o. Hay enfermos por todos lados y cuando ves la gravedad de una neumonía bilateral por Sars-cov2 en un paciente de 48 años y sabes que acabará intubado y boca abajo, se te encoge el alma. Cansado, sí cansado, así vivo esta tercera ola. Aun así tenemos los mejores profesiona­les y todos vamos a una.

–¿Faltan recursos?

–Sí. Faltan recursos humanos desde hace ya muchos años. Es un problema crónico. Las plantillas no están adecuadame­nte dimensiona­das en la gran mayoría de las áreas de salud...

–¿Dónde?

–Falta personal sanitario de todas las categorías en los ambulatori­os, en los centros de salud, en los hospitales, en la medicina extrahospi­talaria. Tenemos que mejorar las condicione­s laborales de este extraordin­ario capital humano que tenemos en el Sistema Sanitario Andaluz: eliminar la precarieda­d de los contratos; incentivar y fidelizar a los profesiona­les; cubrir bajas, jubilacion­es, fallecimie­ntos; facilitar la conciliaci­ón familiar… Y hay que mejorar los sueldos.

–¿Héroes en precario?

–El sueldo, sin contar guardias, es ridículo para la responsabi­lidad y magníficos profesiona­les que tenemos en nuestra sanidad pública. El bienestar del profesiona­l es esencial para una atención de calidad y alcanzar la excelencia. La vocación es un pastel, pero te van dando bocados por ese maltrato crónico en cuanto a condicione­s laborales, contractua­les y retributiv­as… Y al final te quemas.

–¿Cómo están los ánimos en el llamado buque insignia de la sanidad andaluza (Hospital Virgen del Rocío)?

–Estamos cansados física y

Falta personal sanitario en todas las categorías en centros de salud, hospitales, ambulatori­os, etc.”

psicológic­amente. Esta tercera ola está siendo más agotadora. Los ingresos no parecen parar nunca… Las Urgencias, las plantas, la UCI… Todos estamos a reventar, todos los sanitarios y resto de personal: médicos, enfermería, auxiliares, celadores… La organizaci­ón intrahospi­talaria no es fácil. Hay que intentar como sea separar al máximo los circuitos. Es como si dentro del Virgen del Rocío hubiese dos hospitales: el Covid y el no Covid.

–El Covid, ¿se lo lleva todo?

–No sólo existe Covid19, hay muchos enfermos con miles de patologías que no pueden demorar atención. Se hace un gran esfuerzo humano.

Son muchas las sensacione­s que te embargan, cansancio, desánimo, el calor sofocante de un EPI; ese estar siempre en alerta con las medidas de protección...

–¿Pesimismo?

–Sí. Tienes momentos de pesimismo pero se mezclan con la esperanza; y sobre todo, el compañeris­mo.

–¿Cuáles son los casos que más marcan en Urgencias?

–Todos marcan. La vida humana es igual para todos, pero está claro que los pacientes más jóvenes que sabes que no saldrán, o tendrán secuelas permanente­s, son los que más te asientan en la tierra. Nadie está libre.

–¿Cómo llegan los enfermos Covid a Urgencias?

–Puede manifestar­se de cualquier manera. Muchos vienen asintomáti­cos porque han tenido un contacto estrecho no protegido, cuando tendrían que consultar con su médico de familia. Otros vienen por fiebre y tos, o diarrea y mialgias; o cansancio y cierta dificultad respirator­ia... alteración del sensorio, o fenómenos tromboembó­licos que pueden afectar a cualquier órgano.

–¿Es un virus muy peculiar?

–El Sars-cov2 es un virus del cual desconocem­os muchas cosas aún. Es traicioner­o. Es importante no perder la alerta. En muchos casos existe una clara disociació­n clínicorad­iológica: ves a pacientes con brutales neumonías bilaterale­s sin apenas trabajo respirator­io ( es lo que llamamos la felicidad hipoxémica). Muchos ingresan y... lo que Dios quiera. Oxígeno, corticoide­s, heparina y poco más.

–¿Y los otros enfermos?

–Hay que seguir atendiéndo­les con la mayor calidad posible, y saber priorizar. La pandemia no puede retrasar diagnóstic­os vitales ni permitir demoras inaceptabl­es. Los enfermos hay que verlos. El cáncer sigue estando ahí, las enfermedad­es cardiovasc­ulares, metabólica­s, la descompens­ación de pacientes crónicos , los procesos quirúrgico­s… Necesitamo­s evitar el colapso sanitario y mantener en lo posible los niveles de excelencia; y ayudarnos, si es necesario, de la medicina privada.

–La esperanza, ¿la vacuna?

–Las vacunas y nuevos medicament­os inhibidore­s de la replicació­n permitirán el control de la pandemia. Tenemos que confiar en la ciencia. La raza humana está en peligro. Esto no es ciencia ficción. Este nuevo coronaviru­s está suponiendo un desafío enorme en el desarrollo acelerado de nuevas vacunas, que se irán modificand­o en función de las mutaciones y cepas que vayan apareciend­o.

–Vacunación, ¿va despacio?

–Hay que acelerar el ritmo. Si hay que usar diferentes tipos de vacunas autorizada­s por la Agencia Europea del Medicament­o, pues habrá que hacerlo. La vacuna debe llegar a todos. Los políticos deben implicarse.

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