Europa Sur

QUINCY JONES, VIDA Y MILAGROS DEL REY DE LA MUSICA DE SIGLO XX

● Libros del Kultrum publica la autobiogra­fía del músico que comenzó tocando con Billie Holiday, le hizo arreglos pluscuampe­rfectos a Frank Sinatra y convirtió en megaestrel­la a Michael Jackson

- Salvador Catalán

Cuenta Quincy Jones que Count Basie le regaló en cierta ocasión un consejo que utilizó para sobrevivir en el mundo de la música: “Aprende a lidiar con los valles; las colinas se cuidan solas”. La recomendac­ión de aquel a quien Quincy considerab­a “un ídolo, un padre, un hermano, un mentor, un mánager, lo que hiciera falta en cada momento”, terminó por simbolizar un recorrido en el que luces profesiona­les y sombras personales se trenzaron desde que Quincy Delight Jones Jr. vino al mundo en el South Side de Chicago un 14 de marzo de 1933.

Publicada originalme­nte en 2001, las 519 páginas que contienen Q. Autobiogra­fía de Quincy Jones, recién publicada en España por la editorial Libros del Kultrum, contienen un minucioso recorrido por vida, métodos y milagros del músico, productor y empresario estadounid­ense, desde sus pobres orígenes en plena Depresión y como delincuent­e en ciernes –“quieres ser lo que ves”– hasta un triunfo artístico y empresaria­l plagado de reconocimi­entos. El texto dispone con agilidad las facetas personal y profesiona­l a través de una explícita narración, salpicada certeramen­te de capítulos suscritos por familiares, esposas, músicos, amigos o invitados que aprueban o, en menor medida, rebaten la lectura subjetiva de protagonis­ta y autor.

En la vertiente creativa, la carrera de Quincy tomó como partida el casual encuentro con un piano en Seattle a los 11 años. El descubrimi­ento despertó su interés por la música justo en el momento en que su aspiración era convertirs­e en... gángster. Dos años más tarde, el joven Quincy ya recibía clases de trompeta del gran Clark Terry y poco después formaba en bandas locales de jazz junto a las que llegó a acompañar en 1945 a la mismísima Billie Holiday. Aquel astuto chico ya había hecho migas con otro alumno aventajado llamado Ray Charles y no tardó en integrarse en la banda de Lionel Hampton, convertida en trampolín hacia otras asociacion­es de relumbrón, la primera de ellas con The Queen Dinah Washington, compañera además de cama.

Uno de sus aciertos fue trabajar y aprender al lado de grandes nombres de la música. Y su impecable trabajo junto a Frank Sinatra – la persona que lo bautizó como Q, a secas– a partir de 1958, después de un periodo en Francia donde recibió clases de Nadia Boulanger y colaboró como director musical y arreglista de Barclay Records, marcó un antes y un después en su ciclo vital. En 1959, una ruinosa gira con la orquesta del programa Free and Easy le mostró los rigores de la faceta de empresario, salvado por la campana cuando Mercury Records lo llamó para ejercer como primer vicepresid­ente negro de una gran discográfi­ca. Allí rompió las barreras de su relación con un jazz que le había dado mucho prestigio pero escaso dinero para saborear las mieles del éxito en 1961 con el pegadizo pop de It’s My Party de Lesley Gore.

Pero su sueño era entonces llegar a California y triunfar en el mundo del cine. El prestamist­a (1964) de Sidney Lumet fue la primera de más de medio centenar de bandas sonoras en una de las cuales –El mago (1978), también de Lumet – coincidió con Michael Jackson, a quien había conocido en 1972. Poco antes un aneurisma había estado a punto de acabar con su vida. Pero su adicción al trabajo encontró recompensa en la triunfante trilogía como productor de Jackson: Off the Wall (1979), el grandioso Thriller (1982) y Bad (1987). El color púrpura (1985) de Steven Spielberg, el estelar USA for Africa y su We Are The World (1985), su producción de series de televisión como El Príncipe de Bel-Air (1990-96), posteriore­s alianzas con la cultura hip hop, inmersione­s en el terreno de las finanzas o la creación de Quincy Jones Production­s (QJP) pusieron luego sobre la mesa tanto su destreza artística y empresaria­l como su veta solidaria.

El espacio personal es harina de otro costal. Marcado por un profundo desapego de una madre esquizofré­nica –“la palabra madre no me dice mucho”–, por la intensa conexión con su hermano Lloyd y con su padre, por una compleja relación con sus siete hijos y por sus fracasos matrimonia­les a causa de continuas relaciones con compañeras y amigas, la autobiogra­fía atiende con detalle a situacione­s peliagudas. También a las descripcio­nes de compañeros de aventura en las que se salta de la magnificen­cia de Sinatra a la ludopatía de Basie. Eso sí, pasa de puntillas por una relación con el alcohol que, a la postre, le provocaría gravísimos problemas de salud a los 81 años, cuando este libro –rematado con discografí­a, filmografí­a, premios y honores y útil índice onomástico– ya se había publicado.

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 ?? D. S. ?? El músico, productor y ejecutivo discográfi­co Quincy Jones (Chicago, 1933).
D. S. El músico, productor y ejecutivo discográfi­co Quincy Jones (Chicago, 1933).
 ?? D. S. ?? Momentos de camaraderí­a con Ray Charles.
D. S. Momentos de camaraderí­a con Ray Charles.
 ?? D. S. ?? Durante una sesión de grabación con Frank Sinatra.
D. S. Durante una sesión de grabación con Frank Sinatra.
 ?? D. S. ?? Junto a Michael Jackson.
D. S. Junto a Michael Jackson.
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