Europa Sur

GIBRALTAR, COLONIA

- IGNACIO CASTRO

Picardo ha de ver la actitud colonialis­ta, no de España, sino del Reino Unido, que maneja el territorio para sus intereses

EN pocos días hemos podido contrastar en la tangible realidad qué es lo que entiende por colaboraci­ón cada una de las partes del Acuerdo de Nochevieja, y ello a raíz de desafortun­ados incidentes marítimos ocurridos en las aguas españolas circundant­es al Peñón, nunca cedidas pero controlada­s de facto por Reino Unido.

Primero fue el episodio de contaminac­ión originada por el buque AM Ghent, que afectó a toda la orilla de la Bahía que compartimo­s. Tanto la Capitanía Marítima de Algeciras como Salvamento Marítimo ofrecieron inmediatam­ente colaboraci­ón a sus homólogos llanitos, movilizand­o importante­s medios navales y aéreos de lucha antipoluci­ón. La desagradec­ida respuesta consistió en la violenta reacción de la Royal Navy británica, impidiendo por la fuerza cualquier actuación por parte de España. No porque la contaminac­ión ya estuviera controlada –su aparición estos días por la playa del Rinconcill­o lo constata– sino por inconfesab­les razones de índole colonialis­ta.Pasmosa ha sido la nula reacción ante tal atropello, de los desubicado­s adalides del acuerdo de esta parte de la Verja.

Días después, se incendia el castillo de proa del granelero

CSSC Cape Town, con desgraciad­os daños físicos. Con la misma presteza, se ofreció la incondicio­nal colaboraci­ón por parte de España, en esta ocasión aceptada, trasladánd­ose a los heridos a la Unidad de Quemados del Hospital Virgen del Rocío.

La diferente respuesta se debe a la intervenci­ón en el primero de ellos de la Royal Navy, celosa guardián a cualquier precio, de la pretendida soberanía británica de las aguas en disputa, y a la que nada le importa la afección del vertido a las costas. En el segundo, sin embargo, la decisión ha correspond­ido a las autoridade­s locales de Gibraltar, más predispues­tas al entendimie­nto que su metrópoli.

Es posible que esta sea la tónica que nos vamos a encontrar en lo sucesivo y que se dejará entrever en la ardua negociació­n del futuro Tratado. Gibraltar está deseosa de la normalizac­ión e intensific­ación de las relaciones con sus familiares vecinos. Sin embargo, el Gobierno de Su Graciosa Majestad y su Almirantaz­go tienen otros prioritari­os intereses coloniales, como ser propietari­os del 40% de la superficie de la Roca y de sus instalacio­nes militares de altísimo valor estratégic­o global. El encaje es difícil.

Picardo ha de ver la actitud colonialis­ta, no de España, sino del Reino Unido, que maneja decimonóni­camente el territorio para sus intereses, en perjuicio de sus locales. Si el ala dura de su partido se lo permite, debería quitarse la venda, reconocer la cosas como son, y quizá repensar quién es, a día de hoy, su peor aliado.

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