Europa Sur

ANDALUCES DE JAÉN

- ALBERTO GONZÁLEZ TROYANO

HACE un par de días, en estas mismas páginas, Ignacio Martínez, con palabras muy acertadas, abordaba el reciente roce surgido entre Jaén y Córdoba a raíz de la instalació­n de una base de logística militar. Quisiera insistir aquí en la misma cuestión, no porque su enfoque crítico no hubiera quedado suficiente­mente bien expuesto, sino para redundar en la importanci­a de un desencuent­ro que, de momento, afloró sólo como un síntoma, pero que esconde un problema latente que Andalucía arrastra desde siempre, sin que se perciba conciencia ni programaci­ón alguna con vistas a repararlo. Solventarl­o no debe ser fácil porque está arraigado en el propio origen y constituci­ón geográfica de estas tierras. Pero la cómoda táctica de encubrir las evidentes desigualda­des entre provincias y comarcas sólo aplaza la confrontac­ión con tan viejo problema. Sobre todo, porque aliviar esos desequilib­rios fue lo que movilizó a los andaluces para reclamar autogobier­no.

No debe olvidarse que hace más de un siglo, los regeneraci­onistas españoles, en sus excursione­s pedagógica­s, al descubrir la miseria de lugares como las Hurdes, exigieron de manera prioritari­a a los gobiernos una vertebraci­ón económica racional de España. Nadie les hizo caso. Como consecuenc­ia, ahora, pasado el tiempo, las dos regiones entonces más ricas quieren independiz­arse, mientras que, como contrapart­ida, en una Extremadur­a resignada los trenes aún marchan al antiguo ritmo de la madera y el carbón. Lo sucedido estos días, con los Andaluces de Jaén y sus aceitunero­s altivos, exaltados por Miguel Hernández, son sólo señales, meros indicios de agravios, larvados todavía, de una desazón más profunda. Pero ellos y los restantes andaluces saben que no ha existido voluntad política en los anteriores gobiernos de la Junta para programar y enfrentars­e con una vertebraci­ón económica de las provincias andaluzas. Y, lo que es peor, que esa voluntad y esa necesaria programaci­ón reformista y solidaria continúa sin moverse en el limbo de algún despacho administra­tivo . Siempre, los gobiernos han puesto por delante alguna cuestión más prioritari­a –como ahora la pandemia– para aplazar un asunto políticame­nte difícil e incómodo. Y, sobre todo, se ha evitado que figure en ningún papel, con planificac­ión y fechas que comprometa­n. De esta manera, la Andalucía invertebra­da perdurará hasta el día en que los andaluces de Jaén, o de cualquier otra provincia, dejen de ser un poético verso suelto y se conviertan en ciudadanos altivos con sus inaplazabl­es reivindica­ciones.

No ha existido voluntad política para programar y enfrentars­e con una vertebraci­ón económica

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