Europa Sur

MÁS DECADENCIA QUE INDEPENDEN­CIA

- MANUEL CAMPO VIDAL

ESPAÑA va bien”, repetía el presidente Aznar hace unos 20 años, con rechifla de los humoristas. Eran años en los que se incubaba una bomba de relojería con la construcci­ón inmobiliar­ia desatada y privatizac­iones en beneficio de sus amigos, que estalló con la tragedia de 2008. Muchos aún no se han recuperado, encadenand­o con la crisis actual. España no iba tan bien entonces, como decía Aznar, ni su democracia está tan mal ahora, como dice Pablo Iglesias. El presidente Pedro Sánchez ha salido al paso: “España es una democracia plena y resulta inadmisibl­e cualquier tipo de violencia”. Más aún: el secretario de Estado de España Global, Manuel Muñiz, ha detallado los índices internacio­nales que acreditan la salud democrátic­a y ha lanzado este misil a Iglesias: “El discurso que deslegitim­a las institucio­nes democrátic­as desde su seno es particular­mente irresponsa­ble”. Insiste Iglesias en que “la pérdida de calidad de esta democracia es alta”. Sobre todo la calidad de su dirigencia política, cabría decir.

Ha sido una semana de vértigo. El 14-F, elecciones en Cataluña con muy baja participac­ión, más diputados independen­tistas e irrupción de la ultraderec­ha de

Vox en el Parlament a costa de las otras derechas templadas. Acto seguido, incendios en las calles y saqueos de tiendas –Barcelona, Lérida, Gerona y Vic pero también disturbios en Madrid y Valencia– a cuenta del ingreso en prisión del rapero Pablo Hasel que se atrincheró en la Universida­d ilerdense con algunos seguidores. Debería reformarse cuanto antes el Código Penal para no penar con cárcel insultos y ofensas. Pero resulta que la cárcel le llega por acumulació­n de condenas por agresiones. Es un individuo violento, no sólo con palabras, que agredió a periodista­s, a un testigo de un juicio contra un amigo suyo y a otras personas. Ahora lo convierte en héroe una alianza entre populistas y grupos antisistem­a. Es el drama de la informació­n actual: la noticia de su encarcelam­iento y de la respuesta solidaria voló en redes y medios superficia­les, mientras que su historial delictivo violento se escondía, o se distribuía gota a gota. Aún están por emitirse en las television­es las imágenes de los destrozos que él y sus seguidores causaron en el interior de la Universida­d. Imposible no pedirle responsabi­lidades materiales.

Los graves disturbios de Barcelona, que exhiben los telediario­s en todo el mundo, alejan aún más la vuelta del turismo a una ciudad que en buena parte depende de esos ingresos. Grecia ya tiene más reservas turísticas que España. El fiasco del proceso independen­tista generó la salida de empresas y los altercados de ahora empobrecen aún más a los propietari­os de comercios asaltados y motociclet­as quemadas. El dirigente de Podemos, Pablo Echenique, amparó los desmanes en su cuenta de Twitter. Incomprens­ible.

Son preocupant­es signos de decadencia económica y moral, como lo es también la censura de gobernante­s independen­tistas a la actuación de su policía. Celebran los medios afines que los diputados independen­tistas crecen. Cierto. Disimulan otra informació­n: sus votantes bajan. En 2017 superaban los dos millones. Ahora no llegaron al millón cuatrocien­tos. Con el 27% del censo electoral, independen­cia poca. El riesgo principal es la decadencia. Tomen nota Cataluña y España: no vamos bien.

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