Europa Sur

El can del divorcio y dos calcetines blancos

● La ex de Julio José Iglesias le exige 700 euros al mes para dar de comer a su perro ● La pandemia logra que vuelva un estilo de los 80

- DIEGO J. GENIZ

DICEN que es el mejor amigo del hombre. ¿Y usted cuánto estaría dispuesto a luchar por el bienestar de su perro? Perdone que le asalte con esta pregunta, así, a la primera de cambio, sin darle el debido saludo de buenos días, tarde, noche o madrugada, que a cualquier hora agradezco que pierda su preciado tiempo en leer estas líneas, inmerecida­s de su atención (como pueden comprobar sigo en mi ancestral estilo tan empalagoso como repelente).

El caso es que esta pregunta me asalta en lo más hondo de mi conciencia tras tener conocimien­to de lo que Charisse Verhaert (me ha costado lo suyo aprenderme el nombre) –que así dicho es muy probable que no le suene de nada pero que si le añado que ha sido hasta hace poco la mujer de Julio José Iglesias, hijo de Julio Iglesias e Isabel Preysler (¡qué lejos queda ya en la memoria aquel matrimonio y cuánta edad alcanzamos al recordarlo!), ya le resutará conocida–, le ha pedido a su ex marido para el acuerdo de separación conyugal.

“¿Y después de esta rocamboles­ca parrafada puede ir directo al grano y decirme qué es lo que le ha llamado tanto la atención?”. Pues que le ha exigido 700 euros mensuales para la manutenció­n de su perro, con el firme propósito de que el preciado animal coma correctame­nte y no pase hambre alguna, ahora que harán vidas separadas. Eso es querer al amigo que nunca te abandonarí­a. Meter a un can en el acuerdo de separación supone hacer una raya en el agua. Pacma debe estar orgullosís­ima de la exigencia de la ex nuera de la Preysler. Mucho están tardando los animalista­s en pedir un reconocimi­ento a la modelo belga, cuya actitud creará un precedente a partir de ahora en la ruptura de las relaciones matrimonia­les. “Por favor, no aporte ideas”.

Lo que no ha trascendid­o aún, y ello resulta de gran interés, es el tipo de ejemplar canino que ha convivido con la pareja estos años. Queda claro, no obstante, que la ex de Julio José (del que tampoco se ha dado a conocer a qué oficio se dedica últimament­e, aunque me arriesgo a pensar que el despertado­r en su casa sonará cuando el sol haya abandonado Oriente) le tiene un especial cariño (no sean mal pensados) a este mimado animal doméstico.

Y aquí toca ponerse trascenden­tal al recordar una de las citas cumbre de mi admirado Antonio Gala cuando dijo aquello de que “todo lo que una mujer quiere de verdad –un perro, un hombre, Dios, cualquier cosa– lo quiere como un hijo”. Presten atención, porque en esta sentencia del pensador y escritor criado en Córdoba, el orden de los factores sí altera el producto. El perro por delante de cualquier otro motivo de adoración. Así que ya saben, cuando el amor se evapore de su convivenci­a marital, acuérdense de quedarse con el animal de compañía. Me refiero al de cuatro patas.

Por cierto, hablando de tendencias, me he enterado leyendo algunos blogs de moda de que ha vuelto un estilo ochentero. La década prodigiosa. “¿Y eso?”. Por lo pronto, habrá que ir diciendo adiós a llevar los tobillos al aire, algo que siempre agradeceré, pues no hay nada más horripilan­te para mis ojos que aquellos que van enseñando los bajos a cualquier hora y día del año. “¡Qué hartura!”. Y todo gracias a la pandemia, que algo bueno, aunque poco, debía traernos. “Explíquese”.

Pues que con lo de pasar tanto tiempo bajo techo, en el hogar, y al habernos acostumbra­do a la ropa cómoda, es decir, al uso hasta límites insospecha­dos del pijama y el chándal (a mí no me miren, que el último con el que me vestí fue para la asignatura de Educación Física en el extinto BUP), esta tendencia se ha trasladado a la calle, como máxima manifestac­ión de la época que atravesamo­s. Entre sus componente­s se encuentra una manía muy habitual cuando nos encontramo­s en casa y, especialme­nte, cuando nos disponemos a meternos entre las sábanas: la de llevar los calcetines por encima del pantalón. “¡Pero qué invento es ése!, qué diría la Saratíssim­a”. Lo que se ha puesto de moda. Además, debe hacerse como en los añorados 80, con calcetines deportivos blancos.

“¡Venga ya! Me niego a someterme a tal horterada!”. Usted puede pensar lo que le venga en gana. Pero la moda es cíclica. Y ya se la aplican gente que entiende de esto y que se deja ver mucho por las redes sociales, que es lo que marca tendencia. Paula Echevarría y Tamara Falcó (ex cuñada de la del animal bien mantenido) se lo han puesto. Así que no hay más que hablar. Ya está tardando en ir a la mercería (siempre apoyando al comercio de proximidad) a comprar calcetines blancos y gordos. Y a exhibirlos sin complejos. “Casi que prefiero pagarle 700 euros al perro”.

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¡HOLA! Charisse Verhaert y Julio José Iglesias, cuando aún eran un matrimonio, con perro.
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D. S. Los calcetines blancos se han vuelto a poner de moda.
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