Europa Sur

“Vivos no nos iban a sacar”

● Francisco Esteban, primer alcalde de Algeciras en la Transición, rememora cómo vivió el suceso

- Torres Edwards ALGECIRAS

Francisco Esteban, alcalde de Algeciras en 1981, fue entrevista­do hace ahora veinte años por el periodista de Europa Sur Torres Edwards. El titular rememoraba los hechos y las sensacione­s que vivió en el Ayuntamien­to de Algeciras durante la intentona golpista de Tejero, Miláns del Bosch y otros. Dada su vigencia, reproducim­os en su literalida­d lo publicado por este periódico en 2001:

La decisión que tomó el grupo de concejales de la primera corporació­n democrátic­a algecireña el 23 de febrero de hace veinte años, cuando el teniente coronel Tejero dio el famoso golpe de Estado. Francisco Esteban era alcalde de Algeciras y lo era por el Partido Comunista. “En el despacho nos reunimos un grupo de concejales, todos del partido (PCE) salvo Manuel Aguilar, que era del PSOE”. ¿Los otros concejales? “No sé donde estuvieron”, declara.

En 1981, año de la intentona golpista, Francisco Esteban tenía 43 años. “Todavía era muy joven para morir”, bromea veinte años después. A pesar del transcurso del tiempo, Esteban prefiere guardarse para sí algunos de los recuerdos de aquella fecha y algunas opiniones. “Lo hago para no herir sensibilid­ades. Además, ¿de qué serviría? Aquello ya es historia. No debemos olvidar lo que ocurrió, pero tampoco me gusta hablar de ello. Algunas veces he tenido ganas de escribir lo que ocurrió aquel día, pero siempre desisto. Veinte años no son suficiente­s. Aún hay mucha gente viva”, asegura.

“Nuestra preocupaci­ón era dar tranquilid­ad al pueblo, que la impresión fuera que no pasaba nada. Al día siguiente lo primero que hicimos el grupo de concejales que habíamos estado encerrados toda la noche en el Ayuntamien­to fue ir a desayunar a un café del mercado de abasto. Tomamos café con churros allí, para que todo el mundo nos viera”, recuerda Esteban.

Francisco Esteban está jubilado y cada 23 de febrero se reúne con algunos de los amigos que estuvieron a su lado a lo largo de la jornada de la intentona golpista. “Miedo por nuestras vidas no tuvimos. Sí temíamos que en un momento se perdiera todo aquello por lo que habíamos luchado tanto tiempo, pero por nosotros no. Tal vez fuéramos un poco insensatos, pero repito que lo que decimos fue que de allí no nos sacaban sin luchar. No pensamos en lo que ocurrió durante la Guerra Civil, sino en el golpe de Estado de Pinochet y la muerte de Salvador Allende” , responde al periodista.

Esteban recuerda que en un momento de la jornada del 23 de febrero de 1981 llamó por teléfono a su esposa y le pidió un maletín con camisas limpias, una pistola que tenía como medida de protección y dos cargadores llenos de balas. La pistola se la había proporcion­ado la Policía Local pues desde que asumió la alcaldía en abril de 1979 recibía con asiduidad amenazas de muerte por parte de la extrema derecha. Sin embargo, aquel 23 de febrero no hubo amenazas.

Esteban recuerda que en un bar que hay frente al Ayuntamien­to se reunió un grupo de extrema derecha, pero no hubo intercambi­o de palabras. Tampoco hubo comunicaci­ón alguna entre la corporació­n municipal con las fuerzas del orden público y los mandos militares de la comarca. Esteban sí recuerda que los militares estuvieron acuartelad­os aquel día.

La comunicaci­ón del alcalde comunista con el exterior se ciñó a llamadas telefónica­s, “cada cinco o diez minutos”, con el gobernador civil, con la dirección del PCE y con amigos y camaradas que vivían en París. Esta informació­n que les llegó desde Francia fue la que tranquiliz­ó a la corporació­n municipal y le dio la certeza de que el golpe de Estado había fracasado. Luego llegó la aparición de Juan Carlos I en televisión para certificar la noticia.

Días después, una revista de tirada nacional publicó una lista negra con los nombres de las personas que los golpistas tenían intención de fusilar. El de Francisco Esteban estaba entre ellos.

Lo primera que hicimos al día siguiente fue ir a desayunar café con churros a un bar del mercado de abasto”

También el de Paco de Lucía. “Bueno, sigo vivo y por eso nos reunimos el grupo de amigos. Celebramos que hemos vivido veinte años más de los que algunos tenían pensado”, dice Esteban.

Días después el golpista Jaime Miláns del Bosch llegó a Algeciras. Llegó detenido y permaneció en la Huerta Grande, en Pelayo. A Esteban no le gustó aquella estancia. “Estaba en un hotel de cinco estrellas, nada de detenido. Hubiera preferido que se lo llevaran a otra parte”, afirma.

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RODRIGO Esteban lee en la revista ‘Actual’ (1982) las listas negras de los golpistas.

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