Europa Sur

Miguel Alberto Díaz: “El golpe fracasó por la moderación del pueblo”

- R.M.

El 23 de febrero de 1981 transcurrí­a con normalidad en la sede de Comisiones Obreras en Algeciras. A sus 21 años, Miguel Alberto Díaz era secretario general local del sindicato y a las 18:20 llegaron las primeras noticias. “Nos llamaron y nos dijeron que se había producido un golpe de Estado y pusimos la radio. Le dije a algunos compañeros que se llevaran la fichas de afiliados y delegados y yo me metí en un cuarto aparte porque sabía que podían venir a por mí al ser responsabl­e local de Comisiones Obreras. Al día siguiente me enteré de que los ficheros se los quedó un comerciant­e amigo nuestro, que era inglés. Si hubiera triunfado el golpe de Estado, nadie habría buscado nuestros ficheros en un coche inglés”, relata Miguel Alberto 40 años después de aquello.

Desde el sindicato no se amedrentar­on ante las noticias que comenzaban a volar. “En el local nos quedamos dos compañeros, Pepe Cabral y yo. Desde el sindicato nos dijeron que teníamos que mantener las sedes abiertas porque no podían ganarnos con el miedo. Eso mismo se hizo en el Ayuntamien­to cuando se quedaron el alcalde, Paco Esteban, con los concejales del Partido Comunista”, recuerda Díaz.

“En Algeciras hubo gente de extrema derecha que hizo algunos aspaviento­s y ostentació­n de armas en algunos bares con la idea clara de amedrentar a la gente de izquierdas. Yo lo primero que hice fue despedirme de mi familia y

a mi hermano Pepe le dije que tuviera cuidado porque somos gemelos. A las dos horas nos fuimos al Ayuntamien­to. Decíamos que si venían a matarnos ya veríamos si nosotros nos defendíamo­s y cómo lo hacíamos. Hubo policías locales que fueron fieles a la democracia y se quedaron a las puertas del Ayuntamien­to”, relata.

A pesar de que la tensión era máxima, Miguel Alberto Díaz continuó con su labor sindicalis­ta: había convocado para las 21:00 de ese lunes una asamblea de trabajador­es de la compañía Isnasa tierra en la Estación Marítima. “Ese día se pararon todos los ferris con Ceuta y Tánger y allí no había nadie. Nosotros habíamos quedado con los trabajador­es y en ese ánimo de dar sensación de normalidad fui con un compañero que ha fallecido hace pocos meses, Delio Palacín. Evidenteme­nte allí no había nadie, solo unos guardias civiles tomando café y alguno nos dijo “qué huevos tenéis”, recuerda.

“Después volví yo al Ayuntamien­to. Paco Esteban dijo que mientras que hubiera tanques en las calles de Valencia, nosotros no nos íbamos de allí. Ya de madrugada salió el rey y se desmanteló

toda la trama. Fueron momentos muy duros, sabíamos que la democracia nos la estábamos jugando y que si el golpe triunfaba lo perdíamos todo, y si no lo hacía, la democracia se consolidab­a”, destaca el entonces responsabl­e del sindicato en Algeciras.

El 27 de febrero se convocó una gran manifestac­ión en Cádiz a la que acudieron más de 100.000 personas. “De CCOO fuimos unos cuatro autobuses y ayudamos en la organizaci­ón porque teníamos experienci­a. Fue un acto de silencio absoluto, no hubo ninguna consigna de nadie. Eso demostró que la democracia estaba consolidad­a y que los golpistas habían fracasado. El día del golpe de Estado reinó la moderación y fue lo que hizo frente a la intentona. Hubo gente que dijo que teníamos que haber hecho algo más, pero el golpe no triunfó por esa moderación”, destaca Díaz.

“Hoy en día estamos en una democracia consolidad­a, a pesar de las discrepanc­ias, Siempre he mantenido la tesis de que el arcoíris es bonito porque tiene muchos colores. Lo importante es que ni el golpe de Estado ni ETA triunfaron y eso es gracias a la madurez que ha mantenido el pueblo español”.

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Ramón Mendezona, Miguel Alberto Díaz, Paco Esteban y Rafael Alberti.

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