A la gerente del hospital de La Línea
Buenas tardes, me dirijo a todos los lectores de este periódico así como a la sra. Carmen Rodríguez Pajares, gerente del hospital de La Línea. Lamentablemente tengo una salud delicada y, a veces, los entresijos burocráticos me ponen las cosas un poco difíciles. Siempre que me acerqué al mostrador del anterior gerente del hospital explicaba mi problema a su secretaria y por la tarde el gerente en persona (sí, en persona, sra. Rodríguez Pajares) me llamaba por teléfono y me informaba de los trámites que estaba haciendo para solucionarlo o directamente ya estaba solucionado. Otras veces daba un pequeño tirón de orejas al responsable de Atención al Usuario y este se ponía las pilas. Padezco una enfermedad rara crónica que necesita de valoración de mi endocrino cada dos meses. El pasado 4 de febrero tenía cita con él, pero al parecer no está y, como solo está él, pues los enfermos nos quedamos en el limbo. El 10 de febrero conseguí copia de mi última analítica y pude comprobar que había valores preocupantes que podrían justificar una serie de sintomatología que padezco desde hace unos meses. Al día siguiente llamé a la Gerencia del hospital y expliqué mi problema a la secretaria de la gerente, la cual no hacía más que remitirme una y otra vez a Atención del Usuario, a lo que yo le explicaba por activa y por pasiva que ese servicio no te resuelve problemas, solo te entretiene y te marea hasta que te cansas y desistes. De muy mala gana me aseguró que pasaría recado a la sra. gerente. El día 15, como no había tenido ningún tipo de solución ni comunicación, volví a llamar, a explicar mi problema y a pedir que, por favor, me vea un endocrino, porque ya he acabado dos veces en Urgencias muy grave (de hecho la nefróloga que me trató no se explicaba cómo seguía con vida, palabras textuales). Y me vuelve a decir que pasará recado (a regañadientes) a la sra. gerente. Hoy estamos a día 21 y la sra. gerente al parecer “ni está ni se la espera”.
Mi experiencia en general siempre ha sido buena, pero es verdad que a veces te encuentras con un garbanzo negro que mancha el buen hacer de sus compañeros. La sra. gerente no deja de ser una funcionaria al servicio de sus pacientes, o debería serlo, pero parece que está atrincherada en su despacho, y no sabe que existen personas detrás de los expedientes, que sufren y padecen, y que dependemos de sus decisiones. Existe otra corriente dentro de las cúpulas sanitarias para las que lo importante son los objetivos económicos que marcan desde más arriba. Me pregunto si la nueva gerente pertenece a este segundo grupo.