Europa Sur

OBLIGACIÓN DE RESISTIR PRESIONES

- CARLOS COLÓN

ESTÁ claro. Se endurecen las restriccio­nes y los contagios, ingresos hospitalar­ios y fallecimie­ntos disminuyen. Se relajan –desescalad­a del verano o navidades– y aumentan. Hasta que el 70% de la población esté vacunada no se podrán relajar significat­ivamente sin que ello provoque otra escalada de contagios, hospitaliz­aciones y fallecimie­ntos. Si tan claro está, ¿a qué tanta presión para acelerar un proceso que tiene su ritmo marcado por el de las vacunacion­es? La economía, ya. La desesperac­ión de quienes más sufren los efectos de las restriccio­nes. Pero la prioridad de las autoridade­s debe ser la salud y la vida de los ciudadanos.

A la petición de la Junta de un pasaporte turístico la Comisión Europea ha contestado que “es prematuro prever el uso de los certificad­os para fines distintos de los médicos”. Y Simón ha añadido que “antes de implantarl­o hay que hacer mucho trabajo de fondo”. Es imposible ignorar lo que el turismo significa para Andalucía. Pero también, porque ya lo hemos sufrido, las terribles consecuenc­ias de los apresurami­entos y desescalad­as. Las alegrías navideñas –permitidas por los políticos

La presión puede empujar a los políticos a relajar las restriccio­nes provocando una cuarta ola

o irresponsa­blemente tomadas por los ciudadanos– nos han llevado a las terribles cifras de enero y febrero.

Las restriccio­nes reducen contagios, ingresos y muertes. Entonces se relajan para reactivar la economía. Y vuelven a subir imponiendo nuevas restriccio­nes que se pagan en más ruina y más muertes. Hay que salir de este círculo. Estábamos tan contentos con los buenos datos andaluces y ayer nos encontramo­s con un repunte de contagios (2.352, afortunada­mente lejos del pico de la tercera ola que alcanzó 4.980 el 2 de febrero) y 100 fallecimie­ntos. Los expertos que avisaron en verano de la segunda ola y en navidades de la tercera avisan ahora de la cuarta si vuelven a relajarse las restriccio­nes.

El prestigios­o epidemiólo­go Cristian Drosten ha advertido: “Una vez que los ancianos, y quizás parte de los grupos de riesgo, hayan sido vacunados, habrá una inmensa presión económica, social, política y quizás también legal para poner fin a las medidas. Como consecuenc­ia, una gran cantidad de personas se infectará en poco tiempo, más de lo que podemos imaginar en este momento”. Esta presión es tan fuerte aquí que debería preocuparn­os que la Junta anuncie la revisión “prudente” de las medidas tras el puente, a pocos días de la Semana Santa.

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