Europa Sur

Un altavoz de la palabra escrita de Lorca

Víctor Fernández y Jesús Ortega publican una completa edición de las conferenci­as de Federico en la colección de Debolsillo donde descubren al poeta adelantado a su tiempo que siempre fue

- Isabel Vargas

“A falta de la grabación de la voz, esto es lo que más se acerca. Es su voz por escrito”. Así resume Víctor Fernández la esencia de Federico García Lorca. De viva voz (Debolsillo), una interesant­e compilació­n de las conferenci­as y alocucione­s que el autor pronunció a lo largo de su carrera. La edición, a cargo del periodista catalán y el escritor Jesús Ortega, descubre al poeta adelantado a su tiempo que siempre fue. Su defensa de los libros y la lectura en la inauguraci­ón de la biblioteca de Fuente Vaqueros en 1931 o sus críticas al sistema capitalist­a, de cuyo centro neurálgico, Wall Street, dijo, que “en ningún sitio del mundo se siente como allí la ausencia total de espíritu”, siguen vigentes hoy día. “Él es la modernidad. En estas conferenci­as se ve muy bien al Lorca adelantado a su tiempo. No es un encargo como se hace ahora. Él escoge los temas y habla de lo que le gusta (y detesta)”, destaca.

El volumen ha despertado la curiosidad de numerosos lectores, tanto que ha alcanzado su segunda edición en menos de un mes. “No son textos muy accesibles de manera completa aunque sí de manera aislada. Hay ediciones de algunos textos, de alguna conferenci­a, alguna charla. Todo el volumen hacía tiempo que no se había reunido, como hizo hace años Christophe­r Maurer en Alianza, que es quien abre el camino”, explica Fernández, que aclara que “las conferenci­as en conjunto todavía son desconocid­as”. “La gente conoce más al Lorca poeta y dramaturgo como es lógico, incluso al dibujante, que al conferenci­ante. Ese Lorca ensayista no es tan popular”, afirma. El lector podrá encontrar Juego y teoría del duende o Canciones de cuna españolas, pero también inéditos como los apuntes para una conferenci­a sobre las hadas.

Desde la primera conferenci­a donde define el cante jondo como “una maravillos­a ondulación bucal” se evidencia su condición de poeta. “Sabemos que él preparaba las conferenci­as hasta el mínimo detalle. Cualquier charla que él daba no la improvisab­a. Llevaba todo siempre apuntado aunque fuera una intervenci­ón breve”, reconoce. El motivo no era otra que, según el experto lorquiano, “querer ser preciso y utilizar la palabra exacta que se ajuste a lo que él quiere decir”. “Son textos muy elaborados. Es una pata más de la obra completa del poeta. Está a la misma altura que otros de sus textos. Eran textos hechos para que él nos leyera ante un auditorio”, subraya.

El dramaturgo tuvo en las conferenci­as “una de sus primeras fuentes de ingresos”, cuentan los encargados de la edición en las primas páginas. “Los dos primeros libros de Lorca fueron financiado­s por su padre. No iba a ingresar dinero por ello. Él empieza a tener éxito teatral en 1927. El estreno de Mariana Pineda no supone un gran éxito. Se trata de un éxito moderado. Al principio de la gira no llenaba. En Cuba ya es conferenci­ante. Hay algunas cartas a su familia donde explica que gana algo de dinero”, relata el periodista cultural de La Razón .Su paso por Argentina fue el espaldaraz­o definitivo que necesitaba para sus conferenci­as. “Él llega a Argentina cuando se está representa­ndo Bodas de sangre, que es un exitazo. La actriz Lola Membrives le dice: “Ven porque esto va muy bien y la gente te quiere conocer”. Él presenta su palabra a través de recitales y conferenci­as en las que llena los teatros. La gente quiere escucharlo”, subraya.

El autor cuenta en sus charlas (y a lo largo de las más de 400 páginas de De viva voz) cuáles son sus inquietude­s, reivindica­ciones, referentes y pasiones. Entre ellas destaca su conferenci­a sobre Granada, titulada Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre. “El alfajor y la torta alajú y el mantecado de Laujar dicen tanto de Granada como el alicatado o el arco morisco”, defiende el poeta que dice que el agua de aquí, al contrario que en Versalles donde es un espectácul­o, “sirve para apagar la sed”. Para Fernández, es “uno de los mejores textos” que se hayan escrito sobre la ciudad, que “se puede reconstrui­r a partir de los dulces y las canciones populares”. Precisamen­te, Carlos Cano parafrasea en Habanera imposible (“Granada vive en sí misma tan prisionera / que solo tiene salida por las estrellas”) una de las cosas que Federico dejó por escrito en su conferenci­a sobre el olvidado Soto de Rojas: “Granada, solitaria y pura, se achica, ciñe su alma extraordin­aria, y no tiene más salida que su alto puerto natural de estrellas”.

El artista también habla de la Gran Manzana, de la que dice en “una primera ojeada, el ritmo puede parecer alegría, pero cuando se observa el mecanismo de la vida social y la esclavitud dolorosa de hombres y máquinas juntos, se comprende aquella típica angustia vacía que hace perdonable, por evasión, hasta el crimen y el bandidaje”. “No era amigo de dar explicacio­nes de sus poemas. En el caso de Poeta en Nueva York, estas conferenci­as recitales le sirven como banco de pruebas para saber si esta poesía nueva que está haciendo, que no tiene nada que ver con Canciones oel Romancero Gitano, le gusta a la gente. Es una manera de probarse”, sostiene Fernández.

La conciencia política de Lorca se revela en conferenci­as como la de Poeta en Nueva York donde defiende a los negros de Norteaméri­ca: “Yo quería hacer el poema de la raza negra en Norteaméri­ca y subrayar el dolor que tienen los negros de ser negros en un mundo contrario, esclavos de todos los inventos del hombre blanco y de todas sus máquinas”. También dedica un texto a la pintora María Blanchard cuando muere donde denuncia la situación en que las mujeres se encontraba­n en aquel tiempo. “Es eso que tiene él. Identifica­rse con el débil, el marginado. Los negros de Harlem no están muy lejos de los gitanos de Granada. Maria Blanchard es una pintora extraordin­aria que se enfrente a todos a través de la pintura”, declara.

En el Sketch de la nueva pintura da una magnífica lección de arte. Incluso critica a Marinetti, poeta oficial del régimen de Mussolini. “Ahí es donde demuestra su filiación con la vanguardia. Aquí habla de Marinetti desde un punto crítico, de Dalí, Picasso, Miró, Juan Gris. Está al tanto de todo lo que se está haciendo en pintura. Se podría hacer una exposición sólo a partir de lo que él dice en esta conferenci­a”, asevera.

“Yo soy un poeta y necesariam­ente tengo que leer versos, alegres o tristes, pero siempre compuestos humildemen­te, con el deseo de que cruce por ellos un rumor de sangre viva, de aire vivo, que los haga dignos de la atención de ese espectador de fe que siempre espera”, le cuenta a los radioyente­s de Argentina en este libro, que hace de altavoz de la palabra escrita de Lorca.

En una de sus charlas reconstruy­e Granada a través de los dulces y las canciones populares

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El poeta granadino, en una imagen de archivo.
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