Más muertes en Birmania
● Al menos 15 manifestantes son asesinados a tiros por la Policía en varias localidades
Las fuerzas de seguridad birmanas volvieron a dejar ayer un reguero de sangre tras disparar mortalmente al menos a 15 manifestantes, incluidos dos menores, en las protestas pacíficas contra la junta militar en Birmania. Además de decenas de heridos, seis manifestantes murieron en Rangún, la mayor ciudad del país, cinco en Monywa, incluido un joven de 17 años, dos en Mandalay, uno en Myingyan y otro más en Salin, según testimonios de testigos a Efe y medios locales. El otro menor muerto es un adolescente que falleció al recibir un disparo en la cabeza en Myingyan.
A pesar de la represión con munición real, gases lacrimógenos, cañones de agua, balas de goma y hasta tirachinas, los birmanos llevan semanas desafiando a los uniformados en las calles para pedir el retorno de la democracia y la liberación de sus líderes electos, incluida la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. “Odiamos a la junta desde lo más profundo de nuestro corazón. Sólo este miércoles han muerto más de 10 jóvenes. Estaban protestando de manera pacífica sin armas, pero la junta militar y las fuerzas policiales intentan sacarnos de la calle como sea”, dijo Thame, un estudiante de Medicina que participa casi a diario en las protestas.
“Nos intimidan e incluso nos disparan. Los odio. Nuestro futuro está muriendo, si no hacemos nada por ello vamos a perder nuestro futuro. Ese pensamiento me da más miedo que morir. Eso es por lo que salimos a la calle”, añadió el universitario de 23 años.
Más de una treintena de manifestantes han fallecido desde el golpe militar del 1 de febrero debido a los disparos de la Policía y los soldados, incluidos 20 muertos en las protestas del pasado domingo, el día más sangriento.
Además de munición real, las autoridades birmanas volvieron a reprimir ayer las protestas con gases lacrimógenos, balas de goma y granadas aturdidoras frente a manifestantes ataviados muchos de ellos con cascos de plástico y escudos rudimentarios.
Los manifestantes exigen al Ejército, que gobernó el país con puño de hierro de manera ininterrumpida entre 1962 y 2011, que reconozca los resultados de las elecciones de noviembre, en las que arrasó la Liga Nacional para la Democracia (LND) de Suu Kyi.
Desde el Vaticano, el Papa abogó ayer por el diálogo contra la represión en Birmania, país que visitó en 2017, y realizó un llamamiento para que se libere a los dirigentes políticos encarcelados. “Aún me llegan noticias tristes desde Myanmar de sangrientos enfrentamientos con pérdida de vidas humanas. Deseo llamar la atención de las autoridades involucradas para que el diálogo prevalezca sobre la represión y la armonía sobre la discordia”, dijo Francisco tras la audiencia general celebrada sin fieles en el Palacio Pontificio.
Los ministros de Exteriores de Filipinas, Indonesia, Malasia y Singapur lamentaron el martes el uso de la fuerza letal por parte de las autoridades birmanas para aplacar el movimiento de oposición pacíficos surgido tras la sublevación militar y pidieron la libertad de Suu Kyi y otros detenidos.
Los cancilleres, reunidos por videoconferencia en una sesión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático donde participó el ministro de Exteriores nombrado por la junta militar birmana, Wunna Maung Lwin, reclamaron al Ejército buscar una solución dialogada a la crisis política.