Europa Sur

ANDALUCÍA Y EL RIESGO DE LA CUARTA OLA

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DESDE hoy 384 municipios andaluces pasan al denominado nivel 2 que permite la apertura de comercios y bares hasta las 21:30. Todas las capitales de provincia menos Granada, Almería y Cádiz se beneficiar­án de esta relajación en los horarios. Además, distritos sanitarios como Costa del Sol, Jerez-Costa Noroeste, Bahía de Cádiz-La Janda o Sevilla Norte, entre otros, y la totalidad de las provincias de Granada y Almería tampoco podrán retrasar los cierres debido a que mantienen una cifra preocupant­e de contagios. La decisión de la Junta supone un alivio moderado de las medidas de contención que tuvieron que aplicarse con urgencia en enero, después de que el Gobierno andaluz también se sumara con entusiasmo, junto a otras comunidade­s, a la campaña Salvar la Navidad. El balance de aquella iniciativa no necesita interpreta­ción alguna. Febrero fue el mes más mortífero del Covid en Andalucía desde que se iniciara la pandemia hace ahora un año: 2.036 fallecidos en 28 días. Es cierto que los datos actuales han mejorado. La tasa de incidencia acumulada ha bajado hasta los 134,8 por 100.000 habitantes cuando se acercaron, a principios del mes pasado, a los 1.000 y con casi 5.000 hospitaliz­ados. Nadie debería olvidar ahora aquel escenario de desesperac­ión que provocó que los principale­s responsabl­es del Ejecutivo autonómico llegaran a reclamar cambios en la normativa para poder adelantar el toque de queda e incluso confinar a la población. Es de esperar que los responsabl­es públicos hayan aprendido de aquella lección y no levanten anticipada­mente unas restriccio­nes, sobre todo en materia de movilidad, que conduciría­n inexorable­mente a una cuarta ola. Es lógica la presión de unos colectivos a los que el virus ha destrozado económicam­ente. Pero la solución no consiste en ceder a sus pretension­es sino en garantizar­les unas ayudas que aseguren la viabilidad de sus negocios. El camino que se ha recorrido es muy largo como para incurrir, otra vez, en errores que carecen de la mínima justificac­ión. No hay una población vacunada suficiente para correr riesgos. Mejor fijar, como mínimo, el horizonte en el próximo verano. Y reaccionar con rapidez si cambia la situación. Ya no valen las excusas con el virus.

Nadie debería olvidar ahora el escenario de desesperac­ión que se vivió el mes pasado y que concluyó con más de dos mil fallecidos en apenas 28 días

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