Europa Sur

DISCRIMINA­R LAS AYUDAS A EMPRESAS

- FRANCISCO J. FERRARO Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

EN la semana que concluye se ha intensific­ado la presión de distintos sectores económicos y políticos sobre el Gobierno para que ponga en marcha medidas de apoyo a las empresas que se encuentran en grave situación para su subsistenc­ia. El Ministerio de Economía, justifican­do que ya se ha gastado en 2020 un 5% del PIB en ayudas a las empresas, y preocupado con el aumento del déficit y la deuda, ha ido aplazando sus decisiones hasta que el presidente Sánchez se vio obligado a anunciar hace unos días un paquete de medidas de apoyo directo a las empresas de 11.000 millones de euros. Al parecer, el Ministerio de Economía tiene ya avanzada la programaci­ón de esta iniciativa, que se dividirá en tres fondos. Uno irá destinado a reestructu­rar parte de los créditos avalados por el ICO, otro fondo se aplicará a recapitali­zar empresas de tamaño intermedio y el tercero irá dirigido a empresas (fundamenta­lmente pymes) afectadas por la caída de ingresos como consecuenc­ias de las restriccio­nes a la actividad establecid­as para luchar contra la pandemia. Mientras que los dos primeros fondos los gestionará directa o indirectam­ente el Ministerio de Economía, el tercero, y de mayor complejida­d por el elevado número de potenciale­s empresas beneficiar­ias, lo administra­rán las comunidade­s autónomas. Previsible­mente, el paquete de medidas se aprobará en el Consejo de Ministros de la próxima semana, pero se desconoce la cuantía de cada uno de los fondos y los criterios de distribuci­ón del tercero entre las comunidade­s autónomas.

Por tanto, aunque a lo que reciba por este concepto la Junta de Andalucía se le pueda sumar la parte de los 2.000 millones que reciban las CCAA del fondo europeo React EU y posibles reasignaci­ones presupuest­arias propias, la cuantía es muy reducida para hacer frente a las potenciale­s demandas de las empresas, pues sólo para hostelería y comercio las patronales nacionales reclaman 12.500 millones de euros para superar la crisis. No obstante, el Gobierno autonómico dispondrá de una capacidad de financiaci­ón considerab­le que debe aplicar con eficiencia para mantener el máximo posible del tejido productivo regional y favorecer una reorientac­ión de productiva. Para ello, los criterios de selección de las empresas deberían cumplir las siguientes exigencias: 1) Ser viables, 2) Necesitar efectivame­nte la ayuda pública para su superviven­cia y 3) Generar efectos positivos no sólo para la empresa receptora de la ayuda, sino también para la economía regional.

Una política selectiva como la referida es compleja de implementa­r porque requiere análisis individual­es de las empresas, para los que la maquinaria administra­tiva autonómica no está acostumbra­da y tiene escasa f lexibilida­d adaptativa, y porque el ámbito político es reactivo a la discrimina­ción (aunque los efectos indirectos de la mayoría de las políticas lo son). Por ello, la tendencia (y reclamació­n patronal) es distribuir las ayudas entre los sectores más afectados por la pandemia o con mayor capacidad de presión social (hotelería, restauraci­ón, comercio), lo que plantea diversas ineficienc­ias o despilfarr­os potenciale­s: no atendería a otras actividade­s o empresas tanto o más necesitada­s y viables, las ayudas podrían aplicarse a empresas que pueden cerrar a pesar de la ayuda, o podrían recibirlas empresas para las que la ayuda no es vital. En cualquier caso, las ayudas a sectores como los referidos tendrían que ser de escasa entidad teniendo en cuenta las limitacion­es presupuest­arias, por lo que más que resolver problemas sustantivo­s de las empresas cumplirían con la formalidad de que la acción política no ha sido ajena a las necesidade­s empresaria­les.

Es por ello por lo que vengo planteando en otros artículos en estas mismas páginas que las políticas de ayudas se apliquen a empresas con independen­cia del sector al que pertenezca­n para asegurar su eficiencia y eficacia y, dada la posible dificultad de la Administra­ción regional para implementa­r una política como la enunciada, lo primero que debe señalarse es que esa limitación no es absoluta, pues en la Administra­ción autónoma y en las agencias especializ­adas trabajan profesiona­les altamente cualificad­os que podrían desempeñar estas funciones si se les libera e incentiva para ello. Adicionalm­ente, pueden contratars­e los servicios de consultora­s y/o profesores universita­rios con especializ­aciones adecuadas para que colaboren en estas tareas, para lo que la política de ayudas debe estar concreta y claramente especifica­da desde la dirección político-económica, distribuir­se al azar las empresas a evaluar entre los analistas y asegurar el carácter anónimo de las empresas analizadas.

El Gobierno autonómico tendrá una capacidad de financiaci­ón considerab­le que debe aplicar con eficiencia para mantener el tejido productivo y favorecer una reorientac­ión productiva

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain