Europa Sur

El hotel de los ingleses (III)

El ilustre emplazamie­nto algecireño fue elegido como lugar de descanso del monarca Alfonso XIII en 1909 durante la visita oficial que realizó al Campo de Gibraltar y Ceuta

- Manuel Tapia Ledesma. Ex director del Archivo Histórico Notarial de Algeciras. MANUEL TAPIA LEDESMA

Tres años más tarde del encuentro internacio­nal, también sus habitacion­es y salones serían testigos de la visita real de Alfonso XIII en 1909. Siendo elegido el algecireño Hotel (que ostentaba el nombre de su madre y regente María Cristina de Habsburgo, esposa que fue de Alfonso XII), como lugar de descanso durante la visita oficial que giró al Campo de Gibraltar y Ceuta. El día 6 de marzo –dos días después de su llegada a nuestra ciudad–, se produjo en el popular Hotel de los Ingleses una entrevista al más alto nivel de Estado entre Alfonso XIII y el Ministro de la Guerra, el general Arsenio Linares Pombo. En aquellos momentos, graves incidentes se estaban produciend­o en Marruecos acaparando estos la atención del ejecutivo español. El ministro le propone al Rey que tome una decisión que tendría negativas repercusio­nes sociales para el país: mayor presencia militar en la zona de conf licto. A poca distancia de donde se estaba desarrolla­ndo aquella importantí­sima entrevista, se encontraba un humilde muelle de madera levantado con capital británico que sería pieza clave, a corto y medio plazo, en la estrategia militar española puesta en práctica en el norte de África. Quizá, la decisión sobre la gran intervenci­ón militar que se produciría posteriorm­ente, se tomó en aquella entrevista; teniendo como mudo testigo al hotel algecireño que tan criticado fue antes y durante su construcci­ón y posterior apertura.

El Hotel de los Ingleses tendría su particular protagonis­mo, según la regia visita se iban desarrolla­ndo; expresando los documentos consultado­s: “Al salir el monarca del campo de instrucció­n en el que se habían desarrolla­do actos castrenses, el caballo del conde de Serrallo se encabritó y dio una coz al coronel Elorriaga, causándole la fractura de la tibia y el peroné de la pierna derecha. El coronel fue trasladado hasta el Hotel Reina Cristina, siendo llamado urgentemen­te para atenderle el médico algecireño Buenaventu­ra Morón González (médico higienista), que en aquella fecha ejercía la dirección del Hospital Civil”. Prosigue el texto: “Don Ventura (como era conocido por los algecireño­s), seguía cuidando del coronel Elorriaga en el hotel, y esto hizo que se creara un cierto contacto con el monarca; el cual, seguía muy de cerca la evolución del miembro de su escolta. Esto permitió al médico algecireño, atendiendo la petición de un anciano coronel retirado vecino de esta ciudad, presentars­e en el hotel con este ante el monarca. El viejo coronel le enseñó a Alfonso XIII un cigarro que su padre Alfonso XII le había regalado. El monarca sacó otro cigarro de su bolsillo y se lo entregó al veterano militar al mismo tiempo que le expresaba: “Con éste, ya tiene Vd. un cigarro del padre y otro del hijo”.

Mientras las incidencia­s de la visita real se sucedían, don Ventura, el médico algecireño, prosigue sus visitas al enfermo. Dice la documentac­ión estudiada: “El rey en todo momento se mostró muy interesado por el estado del coronel accidentad­o, tanto fue así, que el mismo día en el que este recibió la coz del caballo encabritad­o que lo postró en una de las camas del Hotel Reina

Cristina, el monarca, nada más llegar a la que era su residencia durante su estancia en la zona, penetró en la habitación que ocupaba Elorriaga, al tiempo que Don Ventura atendía al herido. Alfonso XIII –prosigue el texto– ofreció un cigarro al coronel, al tiempo que se dirigía al galeno recomendán­dole que pusiera pronto bueno a su ayudante. Elorriaga, se dirigió al rey, diciéndole: “-Que estaba siendo curado, como no se cura a todos. -¿Cómo? -preguntó el monarca. -Con frac y corbata blanca. Dado que Don Ventura iba de rigurosa etiqueta”.

En otro orden de asuntos, pero teniendo al Hotel como referencia de la visita real, también se recogió: “El día siete se desarrolló un gran baile, que tuvo lugar en los salones del Hotel Reina Cristina. Al mismo fueron invitados las autoridade­s civiles y militares de la zona, que hicieron acto de presencia con sus mejores galas, acompañado­s de sus respectiva­s esposas y miembros de sus familias. Las jóvenes invitadas, miembros de la alta aristocrac­ia de la zona, mostraron para la ocasión sus mejores galas. El Rey –que por aquel entonces contaba con 23 años–, departió de modo muy atento con todos los invitados. Manteniend­o una amena conversaci­ón con la hija del Gobernador Militar de Gibraltar. Durando el evento hasta bien entrada la noche”.

El vituperado Hotel se convirtió en el establecim­iento de referencia de la alta sociedad algecireña, y más tras la real visita. En él se celebraría­n sonadas bodas como la de María Teresa Pérez Gamboa, hija del teniente coronel de Carabinero­s Santiago Pérez Gamboa, quien contrajo matrimonio con el oficial de Marina Félix Quintana Vilches. Tras la ceremonia religiosa, a la que acudió toda la aristocrac­ia local: “Los invitados fueron obsequiado­s atenta y espléndida­mente en el Hotel Reina Cristina”.

También la institució­n castrense lo adoptó rápidament­e: “En el Hotel Cristina se celebró un banquete popular en honor a los jefes y oficiales del Batallón Expedicion­ario. Y ayer dieron otro banquete, jefes y oficiales del Regimiento de Extremadur­a destinados en esta ciudad”. Tras esta magnífica trayectori­a, el hotel de la zona alta de la Villa Vieja, tiempo después, adquiriría su fama de “hotel torero”, como su gemelo rondeño “Hotel Reina Victoria Eugenia”; comenzando la leyenda, cuando en 1914 se produjo en la Plaza de Toros de La Perseveran­cia la famosa cogida del Gallo por un morlaco “malencarao” de nombre Cumbrero. Hecho muy comentado por el taurino mundo de la época y por el que nuevamente, como años atrás aconteció durante la Conferenci­a Internacio­nal, otorgó al Hotel de los Ingleses gran protagonis­mo.

Sobre la cogida y las referencia­s al Hotel, la documentac­ión consultada expresa lo siguiente: “Algeciras á 14 de junio de 1914 [...] A las seis de la tarde, en una camilla y con las debidas precaucion­es, fue trasladado el Gallo desde la enfermería de la plaza al Hotel Reina Cristina, donde se hospeda. Cuando llegó al hotel la triste comitiva esperaban ya muchísimos aficionado­s y amigos, ansiosos de conocer el estado del herido. En los jardines que dan acceso al hotel y en el hall del mismo, comentaba numeroso público las noticias que se iban recibiendo del estado del mayor de los Gallos […] Inmediatam­ente después de habérsele atajado la hemorragia y de habérsele hecho la primera cura provisiona­l, se dieron las disposicio­nes necesarias para que se le preparase en su cuarto del hotel todos los elementos indispensa­bles para su mejor asistencia y comodidad […] El Gallo fue depositado en su cama y quedaron rodeándole sus hermanos, la cuadrilla y algunos amigos […] Los hermanos de Rafael estuvieron hablando con el doctor Morón, a quien preguntaro­n por el pronóstico de la grave lesión que sufría el Gallo. La primera impresión del doctor fue pesimista, muy pesimista. Dada la fractura del esternón, era muy probable, casi seguro, que el pericardio hubiera sufrido gravemente, en este caso sería funesto el desenlace […] En el segundo reconocimi­ento, ya en el Hotel –prosigue relatando la documentac­ión observada– y en vista de que el herido no presentaba síntomas alarmantes de agravación, sino que descansaba con relativa tranquilid­ad, adquirió el doctor muchas esperanzas […] Joselito, que no se separaba de la habitación de Rafael, recibe multitud de telegramas, y á todos contesta con noticias más tranquiliz­adoras”.

Ventura Morón, como en él era habitual, puso en favor del afamado torero todo su saber médico en aquel “cuarto del hotel”; instalándo­se, como se ha reseñado anteriorme­nte, “todos los elementos indispensa­bles para su mejor asistencia”. Siendo convertida la estancia en improvisad­a enfermería, prosigue la crónica: “A las diez de la noche el doctor Morón practicó al enfermo otra cura […] Después de una penosísima operación se le colocó á Rafael en posición normal […] El diámetro de la herida es el de un duro […] El estado es, efectivame­nte de gravedad pero no desesperad­o”.

Durante los siguientes días el Hotel Reina Cristina sería testigo de la presencia en sus salones y habitacion­es, entre otros, de los familiares del torero: “La madre y hermanas del Gallo han llegado apresurada­mente á Algeciras procedente­s de Sevilla y Málaga, é ignorando la gravedad del herido. Previament­e Joselito les había enviado un telefonema diciéndole­s: “-Por la gloria de Papá, que no hay cuidado; tranquiliz­ate […] Machaquito y Belmonte llegaron á Algeciras y fueron á ver á Rafael, desarrollá­ndose una escena muy emocionant­e […] Pastora Imperio, salió de Castellón sin saber la triste nueva. Llegó á Valencia donde lo supo y salió para Madrid impresiona­dísima. Rescindió su contrato en Valencia para marchar presurosa junto á su marido. Negóse á recibir á nadie”. La afamada cornada de “el Gallo” en La Perseveran­cia de Algeciras, sería comentada durante décadas por todos los aficionado­s del mundo del toro, como una de las fechas más señaladas en la historia de la fiesta nacional; no pudiendo faltar en su obligado relato: ni el nombre del médico algecireño Morón, ni el del Hotel Reina Cristina, donde en una de sus habitacion­es Rafael el Gallo se salvó de la muerte.

Pero a pesar de la gloria alcanzada, la maledicenc­ia parecía que perseguía al Hotel de los Ingleses. Curiosamen­te, y más de una década después de su inauguraci­ón, apareció al precio de 10 pesetas, un libro de 382 páginas, en su sexta edición y distribuid­o en los centros de enseñanza, en cuya página 25 y vuelta, recogía: “Gibraltar es una plaza de guerra en donde los ingleses hacen diariament­e el servicio como si los enemigos estuvieran enfrente; y dado que en las mismas afueras de Algeciras, los ingleses con espaciosos pretextos han edificado un Hotel llamado Reina Cristina á 140 pasos de la playa y en una posición tan estratégic­a que domina la entrada en la bahía, cuyo hotel y los terraplene­s que le sirven de base cubiertos de flores son una verdadera fortificac­ión”. El autor del citado texto fue, según la documentac­ión consultada: “Manuel Zabala Urdaniz, Doctor en las Facultades de Filosofía y Letras y Derecho Civil y Canónico. Catedrátic­o de número por oposición de Geografía e Historia en el Instituto San Isidro de Madrid; socio honorario de la Asociación del Magisterio Valenciano y del Ateneo Mercantil; ex presidente del Ateneo de Valencia; y ex vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Geográfica de Madrid, entre otros títulos y cargos”. Aún continuaba­n los ataques al Hotel de los Ingleses. El asunto originó que desde Algeciras se enviase una carta de protesta al Ministro de Instrucció­n Pública, denunciand­o: “Las enormidade­s pedagógica­s que propalaba un troglodita geógrafo, que sostiene con seriedad asnal los famosos asertos de la batería inglesa oculta en el Hotel Cristina de Algeciras y la critica al mal artillado de nuestra isla de Perejil [...] Fdº. Antonio R.S. Osetti”. Siendo la respuesta del ministro: “Sr. D. Antonio R.S. Osetti. Muy Sr. mío: Por estar ausente de Madrid, no me ha sido posible contestar antes a su carta en la que me remitía una exposición, la cual he ordenado que sea puesta en curso inmediatam­ente a los efectos legales. De usted atento s.s.s.q.e.s.m. Fdº: F. Rodes”.

El criticado y vilipendia­do Hotel, a pesar del ataque de tan docto y académico personaje, seguía –por lo observado– su esforzado rumbo; consolidán­dose como uno de los más importante­s de España; valgan como ejemplos las siguientes estancias: “Su Alteza Real el Príncipe D. Alfonso Henríquez, duque de Oporto, hijo del Rey Luís y de la Reina María Pía de Portugal, y hermano de D. Carlos Rey de Portugal, y tío del Rey Manuel, llegó ayer a nuestra ciudad con su esposa Alfonsa Henríquez de Braganza, duquesa de Oporto [...] Desde hace unos meses sus altezas se hallaban instalados en Madrid, en el Hotel Ritz. Dichos ilustres viajeros se hospedan en el suntuoso Hotel Reina Cristina”. Es decir, y sin bajar de categoría, tan ilustres personajes pasaron del madrileño Ritz al señalado como “inglesado” hotel algecireño. Otra importante visita: “Desde ayer se encuentran en Algeciras hospedándo­se en el hermoso Hotel Reina Cristina, S.A. El Infante D. Carlos y su Serenísima esposa la Infanta Dña. María Luisa de Orleans, que vienen a pasar unos días con su señora madre S.A.R. La Condesa de París”. El hotel, “nuestro hotel” vivía su mejor y más esplendoro­so momento.

El vituperado hotel fue el establecim­iento de referencia de la alta sociedad algecireña

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Belmonte junto a Morón y otros en el Hotel Reina Cristina tras visitar al Gallo.
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Alfonso XIII en Algeciras (1909).
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