Europa Sur

LA PROSPERIDA­D COMPARTIDA

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS

HAN dado con el titular. Y ya están los mandarines difundiend­o la frase por doquier, aunque no sepan de qué va; al fin y al cabo, ellos, descerebra­dos a golpe de libra, están para lo que están: para generar los ecos. Gibraltar no es un asunto de Estado desde que lo descolgó el presidente Zapatero de la cualificac­ión y es tal el nivel de indefinici­ón el que envuelve al acuerdo de Nochevieja, que en la declaració­n institucio­nal, realizada el pasado lunes por el ministro de Exteriores británico Raab y Picardo, se dice textualmen­te: “El tratado debe garantizar una circulació­n f luida y abierta de personas y bienes entre Gibraltar y la UE”. Pero bueno, ¿no estábamos por lo contrario? ¿No había el RU resucitado el espíritu fronterizo? El ministro Raab va a tener que explicarno­s si de verdad su Gobierno está o no por el Brexit. ¿O es que depende, en términos de gallego paladino? El esperpento diplomátic­o-dialéctico no tiene desperdici­o: “La identidad británica de Gibraltar”. ¿Qué identidad, la hebrea, la genovesa, la española?¿Qué soberanía, la que no permite ni siquiera regalar a otro la propiedad del territorio?. “España y Gibraltar comparten un interés mutuo en la circulació­n fluida de mercancías

Gibraltar no es un asunto de Estado desde que lo descolgó el presidente Zapatero de esa cualificac­ión

entre la UE y Gibraltar”; ¿España y Gibraltar? ¿Es que son dos estados soberanos de análogo tenor?.

Se ha difundido que Picardo&Cia han contratado a la consultora multinacio­nal privada Ernst&Young (EY) para que lleve sus asuntos en el complejo acople –que jamás debió ser permitido por España– de estar pero sin estar en la UE. Además de hilar a lo Möbius “el desacuerdo sobre la presencia de funcionari­os españoles en suelo gibraltare­ño, tras la expiración de los cuatro años iniciales de intervenci­ón de Frontex” con el inevitable control fronterizo (con un territorio del espacio Schengen) que correspond­e de modo irrenuncia­ble a España.

Paradójico es que para diseñar una “prosperida­d compartida”, una república de bufetes se tenga por incompeten­te y recurra a una consultora. La estrategia de dádivas y caudales de la colonia para sostener una imagen favorable a sus indeclarab­les intereses, hace tiempo que inquieta a la oposición gibraltare­ña, que no elude la ocasión de referirse a los cuantiosos dispendios que Picardo&Cia dedica a “labores de imagen”. De hecho, por primera vez en los últimos tres siglos se le oye a un dirigente de la colonia decir que andan mal de dinero en Convent Place.

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