Europa Sur

La vacuna de Astrazenec­a se amplía a todos los sexagenari­os

Nuevo criterio en el proceso de vacunación

- Miguel Lasida

La campaña de vacunación contra el Covid-19 está tomando las hechuras de una de esas casas del terror que todavía se ven en las ferias. Uno es incapaz de imaginar qué va a encontrars­e en la siguiente esquina: si un brujo, un licántropo, una muerta viviente o, aún peor, un gestor público resuelto a la improvisac­ión. Ayer, los andaluces, como el resto de los españoles, se toparon con la siguiente esquina, con un nuevo giro del guión. Unos 750.000 andaluces que están entre los 60 y los 69 años y que todavía no han recibido ninguna dosis se vacunarán con Astrazenec­a después de que la Comisión de Salud Pública aprobara ayer ampliar la indicación a la franja de edad entre 65 y 69 sólo un día después de haber excluido su administra­ción para las personas con menos de 60.

La historia de Astrazenec­a es en sí misma una de esas casas del terror. Surgida como la solución a los preparados de ARNm (Pfizer y Moderna), por su viabilidad en temperatur­as superiores a la congelació­n y facilidad de manejo, la trayectori­a del fármaco desarrolla­do por la Universida­d de Oxford ha ido cayendo en desgracia ante el estupor del ciudadano. La primera polémica apareció por el presunto incumplimi­ento de los contratos firmados con la Comisión Europea y los últimos obstáculos han irrumpido como consecuenc­ia de la aparición de efectos adversos de naturaleza tromboembó­lica entre un número de vacunados levemente superior a lo que ref lejaron los ensayos clínicos previos, vino a explicar el miércoles, casi de madrugada, la directora de la Agencia Española del Medicament­o, María Jesús Lamas.

Los médicos y farmacéuti­cos que figuran como especialis­tas en vacunas e investigac­iones no se cansan de insistir: el beneficio de vacunarse, según la evidencia disponible en este instante, es sumamente superior al riesgo de no vacunarse. Y en esas se encuentra la población cuando, de repente, las autoridade­s políticas, ajenas a las recomendac­iones de las autoridade­s sanitarias, han optado por modificar la indicación de Astrazenec­a: de sólo recomendar­se su administra­ción en una primera fase a los docentes, Fuerzas y

Cuerpos de Seguridad y otras profesiona­les esenciales (grupo 6 en el plan de vacunación), pero con menos de 55 años, a aplicarse, en segunda instancia, a este mismo grupo 6, pero también para la franja desde los 55 a los 65. En un tercer y cuarto estadio, que ha girado en el lapso de dos días, ha cambiado de excluirse a los menores de 60 años y quedarse para la población general de entre 60 y 65 para devenir ayer, al fin, en todos los sexagenari­os. Exclusivam­ente en ellos.

Casi 152.000 andaluces de los 916.147 que comprenden la cohorte sexagenari­a ya se han puesto una dosis de Astrazenec­a.

Unos 750.000 andaluces de entre 60 y 69 años podrán recibir la primera dosis en cuestión de semanas

La Comisión de Salud Pública autoriza el nuevo uso del fármaco tras excluirlo a los menores

En doce semanas deberán ponerse la segunda. Mientras tanto, y a la espera de qué sucede con quienes se les ha administra­do la primera dosis que tienen menos de 60 años, el total de fármacos de Astrazenec­a estarán disponible­s en su completitu­d para una población –la sexagenari­a– de 764.000 personas y que ha sido víctima del 12,7% de las muertes por Covid19 producidas en Andalucía desde el inicio de la pandemia. (Con más de 70 años, el porcentaje de fallecidos ha supuesto el 79,8% con respecto al total).

Al ritmo actual de vacunación en Andalucía –el último día fueron inoculadas más de 77.000 dosis en Andalucía– bastarán apenas semanas para ponerles la dosis a quienes están entre los 60 y 69. La estrategia está ahí: inmunizar a la población vulnerable lo antes posible. La normalidad no puede esperar, tampoco la economía.

protección insuficien­te frente a las variantes más revoltosas del virus: a falta de estudios del todo concluyent­es, la sudafrican­a y la brasileña están mostrándos­e inquietame­nte levantisca­s frente a la protección de los anticuerpo­s adquiridos. Y luego están las variantes que lleguen mientras que no se vacune al planeta entero.

¿Y la segunda dosis? Por ahora hay un limbo para los menores de 60 años. Cabe la posibilida­d de que puedan ser vacunados con otras vacunas aprobadas o que se aprueben en lo venidero, pero faltan los resultados que aporten una evidencia definitiva.

Para más inri, están quienes avisan de la necesidad de la tercera dosis de recuerdo. El por si acaso. Será o no será... He ahí el debate.

¿Y les darán ese ansiado pasaporte vacunal a quienes sólo tengan una dosis? Hay inmunólogo­s que se oponen taxativame­nte, pero ésa, claro, es la otra historia.

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M. G. Una enfermera adminstra una vacuna a una persona de la tercera edad.
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