La vacuna de Astrazeneca se amplía a todos los sexagenarios
Nuevo criterio en el proceso de vacunación
La campaña de vacunación contra el Covid-19 está tomando las hechuras de una de esas casas del terror que todavía se ven en las ferias. Uno es incapaz de imaginar qué va a encontrarse en la siguiente esquina: si un brujo, un licántropo, una muerta viviente o, aún peor, un gestor público resuelto a la improvisación. Ayer, los andaluces, como el resto de los españoles, se toparon con la siguiente esquina, con un nuevo giro del guión. Unos 750.000 andaluces que están entre los 60 y los 69 años y que todavía no han recibido ninguna dosis se vacunarán con Astrazeneca después de que la Comisión de Salud Pública aprobara ayer ampliar la indicación a la franja de edad entre 65 y 69 sólo un día después de haber excluido su administración para las personas con menos de 60.
La historia de Astrazeneca es en sí misma una de esas casas del terror. Surgida como la solución a los preparados de ARNm (Pfizer y Moderna), por su viabilidad en temperaturas superiores a la congelación y facilidad de manejo, la trayectoria del fármaco desarrollado por la Universidad de Oxford ha ido cayendo en desgracia ante el estupor del ciudadano. La primera polémica apareció por el presunto incumplimiento de los contratos firmados con la Comisión Europea y los últimos obstáculos han irrumpido como consecuencia de la aparición de efectos adversos de naturaleza tromboembólica entre un número de vacunados levemente superior a lo que ref lejaron los ensayos clínicos previos, vino a explicar el miércoles, casi de madrugada, la directora de la Agencia Española del Medicamento, María Jesús Lamas.
Los médicos y farmacéuticos que figuran como especialistas en vacunas e investigaciones no se cansan de insistir: el beneficio de vacunarse, según la evidencia disponible en este instante, es sumamente superior al riesgo de no vacunarse. Y en esas se encuentra la población cuando, de repente, las autoridades políticas, ajenas a las recomendaciones de las autoridades sanitarias, han optado por modificar la indicación de Astrazeneca: de sólo recomendarse su administración en una primera fase a los docentes, Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad y otras profesionales esenciales (grupo 6 en el plan de vacunación), pero con menos de 55 años, a aplicarse, en segunda instancia, a este mismo grupo 6, pero también para la franja desde los 55 a los 65. En un tercer y cuarto estadio, que ha girado en el lapso de dos días, ha cambiado de excluirse a los menores de 60 años y quedarse para la población general de entre 60 y 65 para devenir ayer, al fin, en todos los sexagenarios. Exclusivamente en ellos.
Casi 152.000 andaluces de los 916.147 que comprenden la cohorte sexagenaria ya se han puesto una dosis de Astrazeneca.
Unos 750.000 andaluces de entre 60 y 69 años podrán recibir la primera dosis en cuestión de semanas
La Comisión de Salud Pública autoriza el nuevo uso del fármaco tras excluirlo a los menores
En doce semanas deberán ponerse la segunda. Mientras tanto, y a la espera de qué sucede con quienes se les ha administrado la primera dosis que tienen menos de 60 años, el total de fármacos de Astrazeneca estarán disponibles en su completitud para una población –la sexagenaria– de 764.000 personas y que ha sido víctima del 12,7% de las muertes por Covid19 producidas en Andalucía desde el inicio de la pandemia. (Con más de 70 años, el porcentaje de fallecidos ha supuesto el 79,8% con respecto al total).
Al ritmo actual de vacunación en Andalucía –el último día fueron inoculadas más de 77.000 dosis en Andalucía– bastarán apenas semanas para ponerles la dosis a quienes están entre los 60 y 69. La estrategia está ahí: inmunizar a la población vulnerable lo antes posible. La normalidad no puede esperar, tampoco la economía.
protección insuficiente frente a las variantes más revoltosas del virus: a falta de estudios del todo concluyentes, la sudafricana y la brasileña están mostrándose inquietamente levantiscas frente a la protección de los anticuerpos adquiridos. Y luego están las variantes que lleguen mientras que no se vacune al planeta entero.
¿Y la segunda dosis? Por ahora hay un limbo para los menores de 60 años. Cabe la posibilidad de que puedan ser vacunados con otras vacunas aprobadas o que se aprueben en lo venidero, pero faltan los resultados que aporten una evidencia definitiva.
Para más inri, están quienes avisan de la necesidad de la tercera dosis de recuerdo. El por si acaso. Será o no será... He ahí el debate.
¿Y les darán ese ansiado pasaporte vacunal a quienes sólo tengan una dosis? Hay inmunólogos que se oponen taxativamente, pero ésa, claro, es la otra historia.