¿SEREMOS OTROS DESPUÉS DE ESTO?
A la vista de comportamientos recientes, no cabe esperar que la pandemia haya cambiado nuestras formas de relacionarnos
término creado por Max Weber, las organizaciones que utilizan mucho las normas se denominan burocracias: el Ejército o Hacienda son burocráticos por naturaleza. Aunque suele considerarse algo negativo, la burocracia es sólo un tipo de organización. El respeto de las normas es esencial para que éstas tengan sentido: si no, su sentido degenera. Por eso, algunas personas evitan imponérselas en su vida. Aunque suele calificarse de bohemias o anárquicas, a las personas a las que da grima la regla y el procedimiento se las debe de calificar, técnicamente, de orgánicas. En fin, huelga decir que un diseñador de moda de vanguardia no debe tener su trabajo encorsetado de muchas normas. Pero un sargento debe respetarlas a machamartillo.
Desechemos el peliculero argumento de que todo esto es un montaje de ciertos dueños planetarios para someteremos y ordeñarnos como ganado humano. Y preguntémonos: ¿respetamos más las normas?, ¿las observaremos más a partir de, digamos, finales
No parece probable que haya mayor nivel de obediencia por el estado de alarma
de este año, debido al entrenamiento obligado de casi dos años de excepcionalidad?, ¿seremos más obedientes, menos pícaros, más, por así decir, germánicos y respetuosos de la norma? ¿Producirá el trauma efectos beneficiosos para el buen funcionamiento de la cosa común? Francamente, creo que no. A corto plazo, ya lo vemos: más bien se ha dado una dicotomía entre quienes parecimos hace una semana monos a quienes hubieran liberado de la cadena y aquellos otros que abominan de las plazas públicas, fiesta y demás, gentes obedientes con la autoridad, concienciados con los riesgos personales y sociales del contagio, incluidos aquellos que no sabrían qué hacer fuera de la seguridad de los muros de su casa, nuevas versiones del “vivan las cadenas” de Fernando VII, puestos a metaforizar con las ataduras. Quizá a medio plazo veamos efectos más sostenidos de este bienio negro. De momento, no paramos de oír y leer en los medios acerca del shock postraumático. Sus efectos demorados son un melón por calar.