La generación que cambió cómo compraba
Cualquiera que haya tenido ojos en la cara ha podido ver, en tiempo real y frente a su casa, un cambio del modelo de consumo. Mientras el tráfico de mercancías apenas se resentía y Amazon acumulaba ingresos millonarios a nivel global, a nuestro alrededor empezaban a caer no sólo pequeños comercios, sino sedes de gigantes como Inditex, que apostaba por volcarse en el negocio online: “Lo que ha hecho Inditex sigue una estrategia competitiva de abaratamiento de costes, manteniendo locales en segundas ciudades o ciudades dormitorio donde el suelo es más barato y estén mejor comunicados –explica Javier Fernández -. Política sigue Ikea, que compra siempre en polígonos de suelo barato. Suele ser desvestir a un santo para vestir a otro: claro que la marcha de Zara y demás dará un zarpazo a Cádiz, pero se habla de que Bahía Sur se transforme en uno de los principales centros comerciales de Andalucía. No sería tan grave si tuviéramos una visión más de conjunto, de Bahía metropolitana”. “Más que una era de cambio –prosigue–, yo diría que vivimos un cambio de era, un cambio en las relaciones profesionales y comerciales, ocurre que no podemos perder de vista los marcos seguros”.
El economista recuerda que plataformas y aplicaciones también tienen efecto en los pequeños comercios: “Una óptica de Puerto Real, a través de portales como Amazon, puede vender gafas en Francia o Italia, un mercado al que de otra forma no podría pensar en abrirse. Y cuando exista un proceso de innovación informática y logística por parte de los comercios tradicionales o personales, acabarán formando sus propias plataformas de suministro, con portales que agrupen por ejemplo a las firmas de Cádiz Centro”.
El abogado laboralista Íñigo Molina no es tan positivo al respecto: “Al fin y al cabo, se trata de oligopolios. Todo lo dominan cuatro plataformas, con opciones a seis. Es algo parecido a lo que ocurrió hace años con los supermercados y grandes distrisimilar buidoras –comenta–. En cada calle, había un colmado o un súper pequeño y ahora son afiliados como franquicias a las grandes marcas. Esto es exactamente lo mismo, sólo que aún más concentrado. Lo vestimos todo muy bonito, de 2.0 y revolución digital, pero en realidad, las nuevas plataformas que vienen a funcionar como ventas por catálogo espídicas, no venden nada, no producen nada, son meros intermediarios. Su única manera de hacer beneficio es exprimir los costes, la mano de obra. Todo el modelo de negocio está basado en la explotación de los trabajadores que intervienen en la cadena porque no se produce ningún valor añadido real”.