Europa Sur

DIOS SALVE AL DUQUE

- FÁTIMA DÍAZ TORRES

SU deseo era morir en casa, y lo cumplió. Cuando Isabel II fue coronada en la Abadía de Wetminster el 2 de junio de 1953, Felipe de Edimburgo juró ser siempre la persona de confianza de la reina. Y lo ha cumplido hasta su último aliento.

El longevo matrimonio de 73 años de la reina

Isabel II y el duque de Edimburgo siempre estuvo bajo la sombra de la sospecha de la infidelida­d y hay mucha literatura al respecto. Su unión huía de romanticis­mos, más bien se basó en el apoyo y la creencia mutua de que The Firm

–La Firma, como se refiere la familia real británica a la institució­n– está por encima de todo, y lo que es más, de todos.

La entonces princesa Isabel tenía tan solo 13 años cuando conoció a su futuro esposo, el príncipe Felipe. Isabel era una niña que acompañaba a sus padres –el rey Jorge VI y la reina Isabel– y a su hermana más joven, Margarita, en uno de sus viajes a la Universida­d Naval Real Británica en Dartmouth en 1939 Un cadete rubio de 18 años llamado Felipe fue instado a entretener a Isabel y Margarita. Fue muy poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. La joven quedó completame­nte prendada de él, pese a que ella aún jugaba con muñecas mientras él ya empezaba a tener sus primeras novias.

Como la mayoría de los romances, fue creciendo gradualmen­te. Empezaron a cartearse ocasionalm­ente y la relación encontró firmes defensores en la familia, como su tío, Lord Mountbatte­n, quien junto a su prima Marina, duquesa de Kent, acudían regularmen­te a visitar a la familia real en vacaciones. Durante la guerra, Felipe estuvo lejos formando parte de la Guardia Real. Su padre, el rey Jorge VI, animado a incitar el noviazgo, comentó una vez sobre Isabel: “Es demasiado joven. Si va a pasar, hay que dejar que sea de forma natural”. Y pasó. En 1947 acabaron casándose.

Isabel y Felipe son la pareja real que se ha mantenido casada por más tiempo en la historia del Reino Unido. La relación, dicen los historiado­res, ha superado la prueba del tiempo fundamenta­lmente porque se amaban en verdad. De forma privada, ella siempre le trataba como el cabeza de familia. Tuvieron sus crisis, claro está, sobre todo por las infidelida­des de él, y porque en ocasiones se sentía ninguneado y se aburría soberaname­nte en los actos protocolar­ios. Ella es fría y distante. Él, con carácter y metepatas. Dos caras de una misma moneda que se complement­aron a la perfección.

Sus últimos días, según el

Daily Mail, transcurri­eron leyendo, hablando con sus hijos y familiares por videollama­da y tomando el sol en Windsor. Quería despedirse del mundo desde allí. Junto a ‘su’ Lilibeth, y no en un frío hospital, donde pasó 28 días el mes pasado. Lo ha conseguido como hizo con todo: con tesón. Dios salve al duque de Edimburgo.

 ?? EFE ?? Flores y dedicatori­as al príncipe Felipe en Buckigham.
EFE Flores y dedicatori­as al príncipe Felipe en Buckigham.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain