QUÉ TORPE EL DIPUTADO
EL apego de algunos viejos socialistas y sus próximos –separatistas, fans del terrorismo y comunistas, si cabe el matiz, y antisistemas– a la cepa llanita del capitalismo más rancio sería sorprendente si fuera natural, pero no lo es. Es la pasta gansa y su larga y poderosa siembra la que produce esos efectos que llaman la atención de los espíritus. Viejos deudos del poderío de por estos pagos y otros tiempos continúan en la brecha, abundando en lo que ahora llaman “prosperidad compartida” que, en síntesis, no es sino gibraltarizar la comarca al grito imperial de ¡fuera verjas, ancha es Castilla! Porque, en definitiva, un horizonte abierto es lo que hace falta para que la “prosperidad compartida” se comparta. A poco que se pongan, podría abrirse tanto ese horizonte, que hasta diera el ancho para que la inmensa sacrocoxígea de la Gran Bretaña, pasara sin hacerse rojeces en los glúteos.
La visita de un diputado español al territorio colonial que sostiene una base militar extranjera es simplemente un sinsentido que afecta a la seriedad y a la coherencia. Al pudor que debieran tener las autoridades de un Estado que reclama la soberanía del territorio. No es más
Merecería ser enviado a algún centro de recuperación de identidades perdidas
que eso y como tal debiera ser entendido. En este caso, el diputado lo es por el partido que gobierna en España, pero los antecedentes, sabidos y no sabidos, declarados u ocultos, al sur o al norte de la Verja son tantos que sería imposible enumerarlos. Destacan, desde luego, los que han sido fruto de iniciativas de partidos políticos españoles con aspiraciones inconstitucionales, cuya axiomática doctrinal es contraria al propio concepto de España. Todos los que hemos querido serlo somos testigos de la propaganda desplegada por significativos militantes del partido ahora en el Gobierno, para crear opinión favorable a la preservación del actual estatus del que disfrutan los ciudadanos de la colonia.
Sorprende que un diputado sea tan torpe e ignorante como para necesitar informarse de la realidad del protectorado como si fuese un escenario emergente, acudiendo al prior del convento que de él extrae sus nutrientes. Más aún si su actitud sugiere que tiene por fiable lo que le trasmitan los beneficiarios de una situación manifiestamente anómala, jurídica y políticamente. Debiera ser enviado a algún centro de recuperación de identidades perdidas y ayudar a su reeducación con un curso intenso e intensivo de historia social de España.