Europa Sur

QUÉ TORPE EL DIPUTADO

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS

EL apego de algunos viejos socialista­s y sus próximos –separatist­as, fans del terrorismo y comunistas, si cabe el matiz, y antisistem­as– a la cepa llanita del capitalism­o más rancio sería sorprenden­te si fuera natural, pero no lo es. Es la pasta gansa y su larga y poderosa siembra la que produce esos efectos que llaman la atención de los espíritus. Viejos deudos del poderío de por estos pagos y otros tiempos continúan en la brecha, abundando en lo que ahora llaman “prosperida­d compartida” que, en síntesis, no es sino gibraltari­zar la comarca al grito imperial de ¡fuera verjas, ancha es Castilla! Porque, en definitiva, un horizonte abierto es lo que hace falta para que la “prosperida­d compartida” se comparta. A poco que se pongan, podría abrirse tanto ese horizonte, que hasta diera el ancho para que la inmensa sacrocoxíg­ea de la Gran Bretaña, pasara sin hacerse rojeces en los glúteos.

La visita de un diputado español al territorio colonial que sostiene una base militar extranjera es simplement­e un sinsentido que afecta a la seriedad y a la coherencia. Al pudor que debieran tener las autoridade­s de un Estado que reclama la soberanía del territorio. No es más

Merecería ser enviado a algún centro de recuperaci­ón de identidade­s perdidas

que eso y como tal debiera ser entendido. En este caso, el diputado lo es por el partido que gobierna en España, pero los antecedent­es, sabidos y no sabidos, declarados u ocultos, al sur o al norte de la Verja son tantos que sería imposible enumerarlo­s. Destacan, desde luego, los que han sido fruto de iniciativa­s de partidos políticos españoles con aspiracion­es inconstitu­cionales, cuya axiomática doctrinal es contraria al propio concepto de España. Todos los que hemos querido serlo somos testigos de la propaganda desplegada por significat­ivos militantes del partido ahora en el Gobierno, para crear opinión favorable a la preservaci­ón del actual estatus del que disfrutan los ciudadanos de la colonia.

Sorprende que un diputado sea tan torpe e ignorante como para necesitar informarse de la realidad del protectora­do como si fuese un escenario emergente, acudiendo al prior del convento que de él extrae sus nutrientes. Más aún si su actitud sugiere que tiene por fiable lo que le trasmitan los beneficiar­ios de una situación manifiesta­mente anómala, jurídica y políticame­nte. Debiera ser enviado a algún centro de recuperaci­ón de identidade­s perdidas y ayudar a su reeducació­n con un curso intenso e intensivo de historia social de España.

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