El infante Don Pedro y el primer cerco de Algeciras
LA invasión de la Andalucía occidental por los meriníes norteafricanos en el verano del año 1275 y la devastación que provocaron en los desguarnecidos territorios castellanos, desde Vejer a Sevilla, Córdoba y Jaén, obligaron a encastillarse a las poblaciones de la frontera meridional, convencidas las autoridades de las amenazadas ciudades del sur de que con el desembarco de los ejércitos del sultán Abu Yusuf en Algeciras y Tarifa se podría perder todo lo ganado al Islam desde que, en 1212, fueron derrotados los almohades en las Navas de Tolosa. Algeciras pertenecía al reino de Granada pero, el 28 de mayo de 1275, mediante una paz acordada entre el sultán nazarí y el de Fez, el granadino cedió a los norteafricanos las ciudades de Tarifa y Algeciras, además de Ronda, que serían los puertos de desembarco en la invasión que acometerían en el mes de agosto del mismo año. La invasión de 1275 se completó, dos años más tarde, con la llegada a Algeciras y a las playas de Tarifa de un nuevo ejército musulmán para hacer la Guerra Santa.
Sin embargo, en esta ocasión, la tardía pero contundente reacción del rey Alfonso X no se hizo esperar, convencido de que solo conquistando a los meriníes la ciudad de Algeciras, su principal puerto en la orilla norte del Estrecho, se podría poner fin a las invasiones que llegaban desde la otra orilla. A partir del verano del año 1278, los castellanos emprenderían una serie de prolongadas campañas militares –llevadas a cabo sucesivamente por los reyes Alfonso X, Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI–, conocidas genéricamente como la gran Batalla del Estrecho, que no finalizaría hasta la conquista de la ciudad de Algeciras por el rey Alfonso XI en el mes de marzo de 1344.
En agosto del año 1278, el rey de Castilla envió a la escuadra castellana, al mando de su almirante Pedro Martínez de Fe, compuesta por 80 galeras, 24 naves, numerosas galeotas y muchos leños, a la bahía de Algeciras con la misión de bloquear el puerto de esa ciudad e impedir que desembarcaran tropas desde Ceuta o Tánger que pudieran reforzar su defensa. Unos meses más tarde, en febrero de 1279, el infante don Pedro, tercer hijo en la línea sucesoria del rey Alfonso X, marchó con el ejército de tierra, compuesto por más de diez mil guerreros y numerosas máquinas de asedio, hasta los alrededores de Algeciras poniendo sitio a la ciudad.
El asedio se alargó hasta el verano de ese año. Pero, desde la primavera, los hombres de la flota, que estaban en el cerco desde hacía casi un año sin recibir el dinero de sus pagas ni ser abastecidos, porque el infante don Sancho había confiscado el dinero de la campaña para dedicarlo a otros fines, comenzaron a padecer hambre y a sufrir enfermedades carenciales (escorbuto) y muchas muertes, como refiere la Crónica de Alfonso Décimo. Agotados y sin fuerzas, los hombres de la escuadra abandonaron los navíos y se refugiaron en las chozas y tiendas de campaña que habían levantado en la cercana costa (actual meseta de la Villa Vieja) y en la Isla Verde, dejando desasistidas las embarcaciones.
Conociendo el sultán Abu Yusuf, que se hallaba en Ceuta, las penalidades que estaban sufriendo los sitiadores, sobre todo los guerreros embarcados en los navíos y la marinería, ordenó a su hijo Abu Yaqub que reuniera una gran flota con barcos de Ceuta, Tánger, Salé y del reino de Granada. Con esta escuadra atacó por sorpresa, el 19 de julio de 1279, a la debilitada y
Abu Yaqub atacó por sorpresa en 1279 a la flota castellana en aguas de la Isla Verde