“El corazón tiene su propio código de belleza”
MANUEL CALLEJA HERNÁNDEZ
–Cuarenta años viendo corazones… Sabrá ya definir lo que es este órgano.
–Será mejor ceñirnos a una definición estrictamente anatomo-fisiológica: es un músculo hueco con cuatro cavidades, que funciona como una bomba aspirante-impelente de la sangre, distribuyéndola continuamente por todo el cuerpo, manteniendo así vivo el organismo al que pertenece. Desde un punto de vista poético hablaríamos de otra cosa, claro.
–¿Hay algo que le sorprenda todavía de un corazón?
–De un corazón sorprenden muchas cosas. Para mí la mayor de ellas siempre ha sido, y lo sigue siendo ahora, lo muchísimo que aguanta en muchas ocasiones, en las condiciones más precarias. Otro hecho sorprendente es que permite ser clasificado según un código de belleza propio; es decir, hay corazones muy bonitos y otros muy feos, además de todos los grados intermedios.
–¿Ha encontrado usted algún sentimiento en alguno de ellos?
–Es una difícil pregunta. En Estados Unidos es legal que la identidad del donante de un órgano trasplantado sea conocido por el receptor. Se han dado un buen número de casos en que familiares de donantes han reconocido aficiones, nuevas costumbres o modos de ser del donante en el paciente que ha recibido su órgano. ¿Dirían ustedes que este hecho es suficiente para afirmar que el corazón es un órgano donde residen emociones que pueden viajar con él? Al menos no resulta fácil negarlo rotundamente…
–¿Por qué el amor siempre se representa con un corazón?
–No lo sé, pero es bien cierto que cuando se siente un amor intenso y apasionado, lo primero que notamos es que el corazón se acelera. Yo creo que esto hace que instintivamente relacionemos ambos. Como nos pasa a nosotros, les debió suceder también a los primeros pobladores y, sobre todo, a los primeros poetas, que se encargaron con sus obras de ir alimentando más y más la relación entre el amor y el corazón, generando miles de millones de páginas relacionándolos. Pensemos que es por esto, ¿por qué no?
–Me imagino que le habrán preguntado alguna vez qué se siente cuando tiene usted un corazón en las manos.
–La primera vez que lo tuve sentí una gran emoción a la que pensé que me acostumbraría. Sin embargo, no ha sido así. Aunque ha ido progresivamente conteniéndose, siempre la he sentido y aún hoy, cuarenta y dos años después de aquella primera vez, sigo sintiendo esa emoción. Pero lo que se siente invariablemente es responsabilidad.
–¿Será normal en el futuro que los trasplantados lleven un corazón artificial?
–Ya hay personas portando un corazón artificial por la calle, en Estados Unidos, en España y en Granada también. No son dispositivos de uso corriente, están aún expuestos a algunas disfunciones más de las que quisiéramos, pero ya están en uso, aunque este no sea todavía algo extendido.
En España los estragos de la pandemia han sido mayores debido a una gestión ineficaz”
–Lo que está pasando en el mundo con el coronavirus… ¿Es malo para el corazón?
–Aunque son los pulmones los órganos más típicamente afectados en la Covid-19, el virus puede interesar y de hecho afecta a cualquier órgano del cuerpo humano. Tal es también el caso del corazón, en el que hemos asistido durante la pandemia a la aparición de cuadros de infarto agudo de miocardio, de miocarditis, algunas de ellas fulminantes, de insuficiencia cardiaca, de arritmias y de muerte súbita causados por el virus.
–Usted no es virólogo, pero alguna opinión tendrá sobre el cómo se está gestionando esta pandemia.
–El mundo entero ha pagado en contagiados, fallecidos y desastres económicos el hecho
de enfrentarse a algo tan sin precedentes y tan letal. El resultado ha sido de 150 millones de contagiados y más de tres millones de muertes. Y aunque el resultado globalmente es tan desastroso, ha habido países que han sido capaces de limitar mucho más las muertes y los desastres
aparejados que la mayoría. Igualmente, ha habido otras naciones que han obtenido las mayores cifras de contagiados y fallecidos. Y este ha sido el caso de España, lo que ha conseguido, lamentablemente, gracias a una gestión ineficaz, descoordinada y politizada.
No se podía saber. La gestión del Gobierno de España en la pandemia.