“Vacunar no es solo dar un pinchazo en el brazo”
● Profesionales sanitarios que combaten al virus en primera línea cuentan su labor cotidiana en el Día de la Enfermería
Una voz para liderar. Una visión de futuro para la atención de salud, con este lema, propuesto por el Consejo Internacional de Enfermería, la profesión conmemora este 12 de mayo el Día Internacional de la Enfermería. Aunque la atención sanitaria que han realizado los enfermeros y enfermeras por la situación generada por la Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia de esta profesión para la salud de las personas y para el funcionamiento del sistema sanitario, lo cierto es que sigue siendo una profesión con poca visibilidad, una circunstancia que, en cierto modo, le impide alcanzar el reconocimiento que realmente merece.
La pandemia ha evidenciado que los enfermeros y enfermeras tienen las competencias, las experiencias y el liderazgo necesarios para participar en la toma de decisiones de las políticas públicas y sociales que afectan a la ciudadanía, a la salud y al bienestar de las personas. Por tanto, el objetivo que se ha fijado para esta conmemoración es doble, por un lado, multiplicar la visibilidad del colectivo y, por otro, promover el acceso de estos a los puestos de alta dirección para que participen en la toma de decisiones y en el devenir del sistema sanitario.
Ayer, Ana, enfermera de de un hospital gaditano también celebraba su día. Ana habló con este periódico para contar su día a día, pero nos pidió no dar mucho detalle sobre ella, por puro pudor. “Yo soy una más de la cadena de profesionales que se están entregando por completo”, dice. Su trabajo como enfermera, desde hace ya más de un año, se centra exclusivamente en la lucha contra la Covid-19. “En abril de 2020 empecé a realizar las pruebas PCR en el hospital y desde enero formo parte del equipo de vacunación”, explica.
Ana está contenta con un puesto que le ofrecieron y ella aceptó sin dudarlo. “Era algo más que había que hacer y me parecía interesante formar parte del proyecto”. Para ello ha tenido que pasar por distintos cursos de formación. “No es que nos tengan que enseñar a vacunar, porque somos enfermeras y sabemos hacerlo, pero sí debemos aprender los protocolos que se marcan y todos los detalles del plan de vacunación que va sufriendo cambios”. De hecho, ella, como sus compañeras, participa en seminarios formativos que se celebran todas las semanas. “Participamos todas y resultan muy útiles. Además poder tener un papel activo y realizar preguntas o resolver la dudas que tengamos en el momento”.
Trabajar frente a la pandemia es algo que Ana no va a olvidar nunca. “La verdad es que ya se hace pesado porque llevamos mucho tiempo así y al final agota, pero trabajamos con mucho entusiasmo al saber que estamos vacunando a la población para acabar con esto lo antes posible”.
En su caso se dedicó en una primera fase a vacunar al personal sanitario, a sus propios compañeros de profesión que “preguntaban todos los días que cuándo les tocaba, porque estaban deseando. Yo creo que de todos, solo me encontré con dos que no querían ponerse la vacuna, el resto venía enseguida y con muchas ganas”, dice.
Ahora, con el personal sanitario ya vacunado, su trabajo se centra en los pacientes de alto riesgo, y “esos vienen con más entusiasmo todavía”. Debido a las particularidades del perfil de personas a las que administra la vacuna, el número de dosis diaria va cambiando. “Depende del tipo de población y, sobre todo, de las vacunas que mande el ministerio. Todos los días son distintos. Hay algunos que ponemos poner 90 dosis y otros días pueden ser 300”.
La formación de los profesionales es continua y muy necesaria. Sirva como ejemplo el propio programa de vacunación Covid-19 en Andalucía, cuya guía para profesionales se publicó el 23 de diciembre de 2020, y desde entonces ya ha tenido seis actualizaciones, la última de ellas el pasado 21 de abril. También, claro está, va por la sexta actualización la estrategia de vacunación Covid-19 en España.
Estas actualizaciones son vitales para el personal de enfermería puesto que en ellas se recogen cuestiones como la suspensión de la vacuna Vaxzevria (AstraZeneca) en menores de 60 años, o el empleo de esta en personas de 60-69 años; y las indicaciones para administrar la vacuna de Janssen.
También dentro del equipo de vacunación está Beni Perdigones, que trabaja como enfermero en la Casa del Mar en El Puerto de Santa María, donde hace poco logró su plaza después de esperar cuatro años que se resolviese las oposiciones que aprobó. Este último año ha sido, también para él, el más distinto de toda su carrera. “Ha sido un año lleno de momentos muy duros, aunque también de grandes satisfacciones”, dice.
Desde que se originó la pandemia se dedicó por completo a ella. Primero ejerciendo como rastreador y después como enfermero escolar siguiendo el control de la Covid-19 en centros educativos que “han hecho un trabajo excelente. Hay que quitarse el sombrero con los equipos directivos y profesores”, dice. Beni se entregó tanto a su trabajo, que cuando logró su ansiada plaza y se trasladó de Chiclana a El Puerto, tuvo la sensación de que “abandonaba el barco”. En ese momento recibió decenas de mensajes de despedidas, de felicitación y, sobre todo, de agradecimiento por el trabajo prestado en los colegios. “La verdad es que creamos un vínculo muy bonito porque, de algún modo, todos trabajábamos con la misma incertidumbre de luchar contra una situación desconocida y muy complicada”.
Es una satisfacción de su trabajo, que también ha tenido momentos duros. “En el confinamiento me llevé más de dos meses sin ver a mis hijos y a mis padres porque me daba miedo poder contagiarles”, recuerda. Aunque su trayectoria profesional le ha llevado a unidades como Urgencias, Quirófanos o Medicina Interna, y siempre ha tenido esa precaución, en la pandemia ha sido mucho más el temor. “No ha sido hasta que me vacunaron cuando me relajé un poco en la relación con mi familia”, dice.
Ahora está orgulloso del trabajo que hace en el proceso de vacunación. “Hemos estado en domicilios vacunando a dependientes y grandes dependientes, y esta misma semana en el Puerto III, administrando dosis a reclusos y personal penitenciario. Ha sido una experiencia maravillosa”, recuerda.
Beni defiende su trabajo y el de sus compañeros, y destaca que “vacunar no es solo dar un pinchazo en el brazo”. “Nos pasamos el día leyendo protocolos y manuales que van cambiando continuamente y, aunque es cierto que hay formación, es todo tan cambiante que hay que dedicarle mucho tiempo y la mayoría de él es fuera de tu horario laboral”, apunta.
“Además de vacunar, hay que conocer el historial de los pacientes, convencerlos en algún caso de que se vacunen, porque hay quien llega con mucho miedo, y duplicar esfuerzos cuando la vacunación se realiza fuera del centro de salud porque hay que preparar el material de forma muy cuidadosa para no falte nada y todo llegue en correcto estado”.
Recuerdan la satisfacción que les da su trabajo pese a los momentos muy duros