Europa Sur

TODOS ANIMAN LA BRONCA

- IGNACIO MARTÍNEZ @imartinezc­ano

TERMINADA la batalla de Madrid, la confrontac­ión política sigue en máximos. La pandemia todavía está aquí y quien se apunte el tanto de haberla gestionado mejor ganará las próximas elecciones andaluzas y generales. Los dos comicios podrían anticipars­e, incluso coincidir. Tras el éxito fulgurante de Ayuso en Madrid, a los dos factores de salud y economía se ha unido el de la psicología. La de ciudadanos angustiado­s por un año largo de restriccio­nes, que han votado contra el confinamie­nto, como si lo hiciesen contra el virus, y la de los gobernante­s, que no saben qué inventar para apuntarse éxitos y eludir responsabi­lidades. Tarea en la que se les ve el plumero tanto a Sánchez como a Moreno.

Por eso estamos en precampaña permanente en España y en Andalucía. Esta semana, en la pantomima que llaman sesión de control a la Presidenci­a de la Junta en el Parlamento, se ha puesto una vez más de manifiesto cómo el gobierno regional fomenta la confrontac­ión. Tanto, que el cambio de portavoz en Vox, Gavira por Hernández, no modifica la tónica de dos años: de las tres derechas el representa­nte de Vox suele ser el más ponderado. El desdén de Nieto con la oposición, similar al que practicaba el socialista Mario Jiménez con el PP en anteriores legislatur­as, es faltón y reprobable: es un disparate que la sesión de control sea culto servil al jefe del partido gobernante y ataque sistemátic­o al Gobierno de la nación. La excusa de que lo hacían los socialista­s contra Rajoy, como adujo Moreno, nos confirma lo poco que han cambiado las cosas.

Y el caso del portavoz de Ciudadanos es el colmo. Sergio Romero hace mítines antisocial­istas, convirtien­do la sesión de control en una barricada contra el Gobierno. El jueves, la supuesta pregunta de Romero fue una diatriba contra Sánchez al que citó más de veinte veces, sin pudor. A su lado, Gavira quedó como un moderado que se atenía a su papel institucio­nal. Si Vox realmente quiere un portavoz rudo, sin complejos, que fiche a Romero, que parece estar pidiendo el puesto.

En Madrid pasa lo mismo. El alcalde de la capital y la delegada del Gobierno hicieron el jueves una parodia del dúo Pimpinela, al dar cuenta de los planes de seguridad para las fiestas de San Isidro. Primero presumiero­n de cordialida­d y cooperació­n institucio­nal, pero los reproches mutuos sobre la pandemia envenenaro­n su rueda de prensa: libertinaj­e, cachondeo, chapuza, derechita cobarde, caos, espantajo jurídico… los ladrillazo­s iban y venían de un lado a otro. Consciente­s del espectácul­o ofrecido, bromearon sobre cobrar a la salida. Es difícil que una asamblea de instituto tenga este bajo nivel. Barones realmente moderados de ambos partidos como Feijóo y García Page empiezan a exigir en voz alta un cambio radical de rumbo y abandonar la bronca. Hay que reconstrui­r la economía, la salud y el ánimo de este país, y la contribuci­ón de los dirigentes políticos es manifiesta­mente mejorable.

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