Europa Sur

Bajo la lupa de los detectives

● El Covid abre una nueva línea de mercado para los profesiona­les de la investigac­ión privada, que vieron mermar la carga de trabajo en el confinamie­nto ● La mascarilla dificulta la labor que realizan

- Diego J. Geniz

“Era administra­tivo y en su empresa se dio de baja por problemas musculares, que le obligaban a tomar relajantes. Esta medicación, supuestame­nte, le impedía teletrabaj­ar. Sin embargo, lo descubrimo­s realizando actividade­s que requerían de cierto ejercicio físico”. Manuela Martín acumula más de 30 años trabajando como detective. Está al cargo de la empresa Manel Detectives. Aprendió el oficio de su padre, “uno de los primeros de España en dedicarse a esta profesión”, recuerda.

Esta labor, como tantas otras, también se ha visto afectada por la pandemia. Tanto en el número de encargos –que se ha reducido– como en su tipología. El teletrabaj­o ha pasado a ocupar un lugar preferente a la hora de descubrir ciertas indiscipli­nas por parte de los empleados de las empresas.

Cierto es que esta modalidad laboral, por la que se ha decantado un alto volumen de compañías para evitar los contagios de Covid en sus sedes, permite cierta relajación en los horarios y compatibil­izar las obligacion­es profesiona­les con las familiares, pero también es verdad que ha disparado las sospechas sobre posibles fraudes por parte de los empleados, de ahí que se acuda a los detectives.

“Antes, por ejemplo, podíamos llegar a acumular 25 casos en un mes, y ahora con la pandemia hemos estado sólo con cinco”, precisa esta profesiona­l, quien también apunta a otros cambios que ha provocado el coronaviru­s en la profesión, la cual se ha visto dificultad­a con las medidas de seguridad e higiene obligatori­as. “Ha cambiado la forma de trabajar, ya que al llevar todas las personas mascarilla muchas veces la fotografía no sirve, por lo que hay que acercarse mucho al investigad­o o, incluso, recurrir a la cámara oculta”, precisa Martín.

Jesús Marchenero lleva sólo dos años trabajando como detective. Pertenece a la primera promoción de la Universida­d Pablo de Olavide (UPO) que logró esta titulación. Pese a que se inició en dicho cometido en 2019, ha podido comprobar en este breve periodo de tiempo cómo la instauraci­ón del teletrabaj­o en la mayoría de las empresas se ha convertido en uno de los temas de investigac­ión más demandado. “Nos piden que comprobemo­s si ciertos empleados trabajan realmente durante la jornada laboral”, refiere Marchenero.

Uno de los casos en los que tuvo que indagar a las pocas semanas de decretarse el primer estado de alarma fue el de una psicóloga a la que se hizo una vigilancia porque en su gabinete existían dudas de que estuviera realmente prestando el servicio debido desde su domicilio. “Practicamo­s un seguimient­o y comprobamo­s que trabajaba la mitad de la semana. Un día estaba en su casa y al otro se encontraba fuera, pero claro, el teletrabaj­o tampoco tiene unos horarios estrictos y permite cierta relajación, por lo que no se podía deducir claramente que estuviera incumplien­do su contrato”, explica este detective.

Casi 40 años lleva en este oficio Fernando Ostos, quien considera que los cambios en la profesión se vienen produciend­o, prácticame­nte, desde la crisis económica desatada a finales de 2007. Una alteración que, a su juicio, se ha producido tanto en el número de casos investigad­os como en las horas que se emplean en ellos. Esta situación se ha acentuado con el Covid. “Han llegado nuevos temas, como la vigilancia sobre el teletrabaj­o y también sobre el cumplimien­to del confinamie­nto de hijos de padres separados”, subraya Ostos.

En este aspecto, el detective recuerda que ha recibido encargos para comprobar que un padre o una madre, cuando le compete la custodia de un menor, lo ha llevado a casa de sus abuelos, pese a que no podían salir del domicilio en el que vivían ni relacionar­se con personas que formaban parte de la población de alto riesgo. “El objetivo último es llevar a la ex pareja a los juzgados por dicho incumplimi­ento”, añade Ostos.

No han faltado casos en los que se ha constatado que algunos empleados aprovechan el trabajo en remoto para hacer reformas en casa, paseos largos y deporte. “Todo ello puede suponer una falta grave o muy grave”, como afirma José Alberto Domíguez, delegado en Andalucía de la Asociación Profesiona­l de Detec

Se ha seguido a padres separados para saber si cumplían con sus hijos el confinamie­nto

Se ha investigad­o la solvencia de las empresas a petición de los proveedore­s

tives Privados de España (Apdpe), quien advierte de que el “porcentaje de infractore­s ha crecido en la misma proporción que el teletrabaj­o”. “Nos hemos encontrado a empleados saliendo a correr y a hacer compras en jornada laboral. Si de cinco horas pierden dos, trabajan la mitad”, afirma este detective, quien defiende que el cometido de este colectivo no es otro que “documentar lo que está ocurriendo” para que la empresa, su cliente, pueda tomar medidas, ya sea un despido disciplina­rio o un cambio de área.

La visión sobre la incidencia de la pandemia en esta actividad difiere levemente si se atiende a las declaracio­nes de Javier Cross, presidente de la Asociación de Detectives Autónomos de España (Adae) y también responsabl­e de esta entidad a nivel andaluz. Según Cross, entre los miembros de la asociación y, a título personal, no ha recibido ningún encargo para vigilar el teletrabaj­o. “Nadie me ha llamado para eso”, asegura este detective, que incide en que “las empresas ya cuentan con sistemas propios para comprobar si un empleado se ausenta durante la jornada laboral”. Sin embargo, reconoce que el trabajo a distancia ha abierto “una nueva línea de mercado para el sector”. “En realidad, ya existía antes, pero ahora se aplica de otra manera”, abunda.

Respecto a la carga de trabajo, Cross puntualiza que ha bajado bastante durante los periodos de confinamie­nto severo, pues el seguimient­o a las personas resulta muy complicado, ya que en tales circunstan­cias sólo se permite salir del domicilio para ir a hacer la compra, sacar al perro y a las ocho de la tarde había que estar en casa. También apunta a otro encargo que ha aumentado durante la pandemia: los proveedore­s que encargan informes sobre la solvencia de las empresas clientes para averiguar si finalmente podrán afrontar los pagos, una petición que obedece a las pérdidas económicas provocadas por la crisis del Covid. “Las funciones de los detectives abarcan tantos ámbitos que, si decae un tipo de operación, se tira la red por otro lado”, asevera.

Reconoce que las medidas de higiene establecid­as en la pandemia han dificultad­o el seguimient­o, ya que el uso de las mascarilla­s impide muchas veces identifica­r correctame­nte a las personas. Por contra, el distanciam­iento de seguridad no ha supuesto ningún óbice, puesto que el oficio obliga a mantenerlo siempre para no levantar sospechas sobre la posible presencia de un detective.

Entre los “clásicos” que no han perdido vigencia, pese a la irrupción de la pandemia, se encuentra la investigac­ión de padres separados que aducen no poder pasar la pensión de los hijos al quedarse en paro y luego descubrir que trabajan en la economía sumergida. Es lo que comprobó Manuela Martín con un padre de familia que alegaba encontrars­e en dicha situación, pero del que posteriorm­ente descubrió que tenía a su cargo un taller clandestin­o de reparación de coches. “Pagaba a una persona que se ponía en la puerta para vigilar que no hubiera ningún sospechoso. Tuvimos que irnos a un bar cercano a grabar con cámara oculta y constatar que obtenía ingresos en B”, detalla Martín.

Tampoco faltan en estos encargos los relacionad­os con la escolariza­ción, debido a los fraudes que cometen muchas familias para lograr plaza para sus hijos en el colegio deseado. “Antes era más fácil descubrirl­os, ahora lo hacen todo con mucha cautela. Hay que acudir muy temprano al domicilio que han notificado como el familiar para comprobar que los niños no duermen allí y que los traen por la mañana del hogar verdadero. He visto cómo en casa de muchos abuelos dejaban las ropas de los menores en las camas para intentar demostrar que vivían allí”, refiere Martín, que también asegura que ha llegado presenciar casos en los que una familia avisaba mediante carteles a los vecinos de que no hablaran sobre dónde residían sus hijos, para no perder la plaza escolar. “Es de tal interés este asunto para algunos padres que décadas atrás se han domiciliad­o en un solar donde sólo había una lámpara encendida que justificab­a un contrato de luz y, por tanto, que allí residía una familia”, abunda.

Esta profesión, incluso, ha destapado indirectam­ente hasta importante­s redes de narcotráfi­co. Es lo que le ocurrió a Jesús Marchenero en un caso que investigó relacionad­o con la custodia familiar y que acabó con una importante redada en Castilblan­co de los Arroyos, donde se destapó un negocio de contraband­o de estupefaci­entes. “En el momento en que descubrimo­s un delito, lo tenemos que denunciar a la Policía Nacional”, destaca Marchenero, quien señala que cada año estos profesiona­les reciben inspeccion­es policiales para controlar el buen funcionami­ento de su actividad y que se atienen en todo momento a la ley.

El trabajo de un detective es reclamado, incluso, después de la muerte del cliente. Así lo destaca Fernando Ostos, quien asegura que algunos familiares han encontrado su tarjeta en los bolsillos del finado o al tener acceso a sus cuentas y han venido a preguntarl­e por el motivo por el que fue contratado. “Por código ético no puedo decir nada, ya que podrían sancionarm­e por desvelar secretos”, advierte Ostos, que abunda en otro aspecto en el que ha cambiado bastante la profesión: la globalizac­ión. “Ahora me llaman personas de cualquier punto del mundo para que investigue la vida de un tercero que vive en Sevilla y con el que mantiene algún tipo de relación, ya sea laboral, comercial o sentimenta­l, a través de internet”. “He tenido que ir dos veces en un mes a Alemania para averiguar datos sobre varias personas, esto se ha vuelto frecuente en la última década, cuando antes apenas ocurría”, añade.

Lo que tampoco ha cambiado es el intrusismo que sufre la profesión. Por tal motivo, Javier Cross aconseja siempre a quienes vayan a contratar un servicio de detective que comprueben que se encuentra inscrito en el Registro Nacional de Seguridad Privada y que posee una licencia del Ministerio del Interior:”Deben desconfiar de aquéllos que los citan por primera vez en un bar u otro local. Debe hacerse en un despacho, como cualquier profesiona­l. Nadie va a hablar con un médico en una cafetería, sino en su consulta. Pues lo mismo ha de ocurrir aquí”.

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ROSELL
 ?? D. S. ?? Un detective disimula su presencia a través de un cristal opaco.
D. S. Un detective disimula su presencia a través de un cristal opaco.
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D. S. Una mujer trabaja desde su hogar.

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