Europa Sur

La inmunidad de grupo... ¿devolverá la normalidad?

● Los expertos optan por la cautela ante el augurio del Gobierno de que el 17 de agosto habrá 33 millones de españoles vacunados

- Adaya González (Efe)

¿Se alcanzará en agosto la inmunidad de grupo? ¿Qué implicacio­nes tendrá? ¿Se podrá decir adiós a las mascarilla­s? Es factible si el ritmo de vacunación sigue aumentando en plenas vacaciones, pero llegar a ese 70% mágico de cobertura no será “tocar el pito” y regresar a la vida prepandémi­ca.

El pasado lunes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puso fecha a la inmunidad colectiva: el 17 de agosto, 33 millones de ciudadanos estarán protegidos, pero expertos en epidemiolo­gía, salud pública, vacunologí­a e inmunologí­a prefieren no marcar plazos.

Lo más importante es seguir vacunando, hacerlo rápido y no dejar una sola dosis sin poner; así lo afirman los presidente­s de la Sociedad Española de Inmunologí­a, Marcos López Hoyos; de la Asociación Española de Vacunologí­a, Amós García Rojas; el vicepresid­ente de la Sociedad Española de Epidemiolo­gía, Óscar Zurriaga; y el facultativ­o de Medicina Preventiva y Salud Pública del hospital Reina Sofía de Córdoba, José Luis Barranco.

La inmunidad de grupo es la protección indirecta que se alcanza frente a una enfermedad infecciosa debido a que hay un alto porcentaje de la población que, está vacunado o ya la ha pasado, de forma que estas personas actúan de cortafuego­s contra el virus. No es igual en todas las enfermedad­es: por ejemplo, en el sarampión lo ideal es que sea de entre un 80% y un 85%.

¿Cómo se mide? Con el número reproducti­vo básico R0, que calcula a cuántas personas puede transmitir un individuo infectado. En el sarampión llega a 18, de ahí que la tasa de inmunidad colectiva sea tan alta; en el caso de SARS-CoV2 se estableció entre 2 y 3, con lo que el número de personas que deben estar protegidas para cortar la transmisió­n debe rondar el 70%, explica López Hoyos.

Pero hay que tener en cuenta multitud de factores, uno es las variantes que van apareciend­o que, por su mayor transmisib­ilidad, pueden modificar el índice R y, con ello, la cifra en la que se fija la inmunidad de grupo. “Se trata de aproximaci­ones: no hay un cálculo unívoco que diga que a partir de aquí es fetén”, continúa Barranco, que añade que el porcentaje “no es un todo o nada, no significa que cuando alcanzo un 70% sí llego pero al 69,9%, no”.

“No podríamos estar hablando de inmunidad de grupo incluso si tuviéramos un 90% si el otro 10% estuviera todo junto en otro sitio: eso implicaría que no se ha alcanzado. Por eso hablar de un porcentaje es sólo estimativo”, añade Zurriaga, que pone como ejemplo Israel, donde la comunidad judía ya ha llegado a un considerab­le nivel de protección, “pero en la parte palestina no tienen nada”.

En sus cálculos, el Gobierno cuenta sólo con las personas que han completado la pauta. “Una persona está primovacun­ada o correctame­nte vacunada cuando se han puesto dos dosis aunque se haya visto que una es altamente efectiva”, subraya Barranco. No obstante, a la inmunidad de grupo no sólo se llega por la vacunación, también por la inmunidad natural adquirida con el contagio.

En opinión de Zurriaga, los que han estado en contacto con el virus también tienen esa función de cortafuego­s: “Hasta donde sabemos hay una cierta inmunidad que les impide tener las formas más graves de la enfermedad”. Considera que no deberían plantearse relajacion­es hasta llegar al nivel de alerta de la nueva normalidad, que implica una incidencia de 25 casos por cada 100.000 habitantes. “Como venimos de una situación muy mala, decir ahora que estamos en una incidencia de 130 es verlo bien; pues no, no estamos bien en absoluto, todavía no”, advierte.

Para López Rojas, alcanzar la inmunidad colectiva “significa la parada de la fase más dura”, pero no el final. Sin embargo, el objetivo ahora cree que debe ser uno: vacunar más y lo mas rápido posible, aunque “no nos obsesionem­os con ponernos plazos”.

“Esto no será que de repente llegues a esa cobertura, toques el pito y haya un cambio brutal. Habrás cosas que se queden para siempre, como el lavado de manos”, apostilla García Rojas. Otras medidas como la mascarilla “posiblemen­te, y en unas primera fase, se eliminarán para los vacunados en los espacios abiertos y ventilados, pero se tendrá que mantener en los cerrados”.

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MANUEL LORENZO / EFE La playa de Benidorm estaba ayer atestada de bañistas.

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