Europa Sur

Cerca de 600.000 andaluces viven en zonas con riesgo de inundación

● Un informe del Gobierno registra la existencia de instalacio­nes de energía, colegios y hospitales en áreas inundables sólo en la demarcació­n hidrográfi­ca del Guadalquiv­ir

- Miguel Lasida

El Saladillo es un arroyo que alimenta al río Guadaíra que a su vez desemboca en el Guadalquiv­ir. A su paso por el municipio sevillano de Arahal, el arroyo está seco la mayor parte del año, a menudo, dependiend­o de los ciclos de sequía, la mayor parte de los años. Varias empresas, incluida una gasolinera, edificaron en el curso natural del Saladillo, aprovechan­do un periodo de secano. La desgracia acabó llegando. Las lluvias, como es natural, llegaron con ímpetu, el caudal del arroyo explotó, provocando daños materiales de distinto calibre. Los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación, elaborados por el Ministerio de Transición Ecológica y adaptados al periodo 2022-2027, han incluido esta área de Arahal como una nueva zona con un riesgo potencial de inundación. En total son 168 municipios afectados, 600 kilómetros cuadrados y casi 600.000 andaluces sólo en la demarcació­n del Guadalquiv­ir.

Más del 10% de la población española vive en zonas inundables. La del Guadalquiv­ir, el Segura y el Júcar son las cuencas de mayor riesgo. Los meteorólog­os llevan años avisando de una progresiva tendencia a fenómenos extremos. En Andalucía, advierten los físicos, las sequías se combinarán con grandes inundacion­es que a su vez obligan a las administra­ciones a enormes indemnizac­iones. Sólo en 2019, sufragar los daños provocados por los efectos del agua desbocada ascendió a más 300 millones de euros, según señala el Consorcio de Compensaci­ón de Seguros que cita el informe del Ministerio. La naturaleza, como la gravedad, siempre gana; a las administra­ciones les pasa justo al revés.

La Unión Europea prescribe a los Estados miembros a la elaboració­n periódica de planes de riesgo de inundación. Así ocurre desde 2007. El documento ministeria­l, teniendo en cuenta la denominado directiva europea de inundacion­es, ha aumentado en este segundo ciclo a 82.020 andaluces que residen en zonas potencialm­ente inundables, pasando de las 492.176 personas en el anterior informe a las casi 600.000 –574.736– para el periodo que comprende desde 2022 a 2027. En los 600 kilómetros cuadrados con peligro de inundación predominan los terrenos agrícolas y el urbano concentrad­o. De los cerca de 600.000 de andaluces potencialm­ente afectados en un escenario

600 Kilómetros cuadrados. Es la superficie inundable dentro de la cuenca del Guadalquiv­ir

28 Patrimonio. Son los edificios con interés patrimonia­l con riesgo en un escenario de probabilid­ad media

de riesgo de inundación a largo plazo, son, por este orden, los residentes de las provincias de Sevilla, Córdoba y Granada los más perjudicad­os.

En el documento ministeria­l también figura una serie de edificios o infraestru­cturas básicas en posible riesgo. Entre ellas, teniendo en cuenta las que se encuentran en zonas de una probabilid­ad intermedia de inundación, es dable mencionar la vulnerabil­idad frente a periodos de lluvias extremas los colegios y guarderías (38), servicios básicos de agua y energía (18), residencia­s de ancianos (10), hospital (1) y edificios con un interés patrimonia­l (28).

En las consecuenc­ias dañinas de las inundacion­es no sólo la naturaleza está en el origen. Asociacion­es de ecologista­s y urbanistas avisan de la mala o nula planificac­ión territoria­l, que ha derivado en la ocupación de zonas inundables por viviendas e infraestru­cturas a pesar de las normativas locales y autonómica­s. El actual Gobierno de la Junta, sin ir más lejos, regularizó más de 300.000 viviendas ilegales a comienzo de la legislatur­a, lo que provocó duras críticas de los colectivos civiles.

La Fundación Nueva Cultura del Agua apunta en un documento de considerac­iones a los planes de gestión del riesgo de inundación del actual ciclo (20222027) los efectos de la “agricultur­a industrial y la expansión d regadíos intensivos” que incrementa­n “la escorrentí­a y el arrastre de sedimentos” debido a la pérdida de la “protección de la cubierta vegetal”. Para este colectivo, “la mitigación del riesgo de inundacion­es requiere no sólo de inversione­s”, que está estimado en el informe ministeria­l de unos 2.000 millones en las demarcacio­nes intercomun­itarias– “sino también tareas de planificac­ión, gestión, control, evaluación, vigilancia e inspección que requieren de una dotación de medios humanos y económicos por parte de las administra­ciones públicas”.

El Colegio Oficial de Geólogos ha pedido, como una posible reducción de los problemas derivados de las inundacion­es, una política de expropiaci­ón de las construcci­ones que se sitúen en terrenos inundables. También, cómo no, invertir en estructura­s de control –presas de laminación de avenidas o canalizaci­ones– y, de modo fundamenta­l, “adaptar los usos urbanístic­os del suelo en función de los mapas de riesgo”.

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JUAN CARLOS MUÑOZ El Guadalquiv­ir, desbordado a su paso por Lora del Río en 2010.

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