Europa Sur

Casado mira al tiempo al centro y a la derecha

● La doble estrategia de Génova es que vuelvan los que se fueron y atraer votos prestados de la socialdemo­cracia

- María López (Efe) MADRID

El PP de Pablo Casado ha declarado que ha vuelto y que se ha acabado su “travesía en el desierto” y, tras exhibir músculo, se marca el reto de armar una mayoría para gobernar en solitario, con mensajes a derecha e izquierda con los que crecer como “centro fuerte”.

Terminada la convención nacional del PP, su líder se marcó un objetivo: lograr un Gobierno unicolor con acuerdos puntuales a derecha y a izquierda. O lo que es lo mismo, alcanzar una posición en la que ni Vox esté en condicione­s de exigir nada, ni Pedro Sánchez

pueda armar de nuevo un pacto a varias bandas para mantenerse en Moncloa.

Para lograrlo el PP tiene una doble estrategia. Que vuelvan los que se fueron y atraer votos prestados de la socialdemo­cracia, es decir, a votantes que se sitúan más al centro que su propia formación, de centrodere­cha.

Ante los liberales que optaron por Ciudadanos y los que, decepciona­dos con Mariano Rajoy, se fueron a Vox, Casado apela al voto útil y promete una “revolución de las promesas cumplidas”, con las autonomías donde el PP gobierna como vanguardia. Mientras que en Ciudadanos suma el fichaje de dirigentes y ex dirigentes naranjas, un proceso que no cesa.

Y a los votantes que fluctúan entre bloques y que apoyaron a Rajoy en su primera legislatur­a, les dice que son los verdaderos socialdemó­cratas frente al “sanchismo”. Alérgicos a los pactos con el independen­tismo o EH Bildu, los que no ven en Unidas Podemos como un socio fiable, a todos ellos apela Casado.

Un mensaje a dos bandas que entraña una complejida­d evidente, que se suele ilustrar con el dilema de la manta corta, donde hay que elegir entre taparse la cabeza o los pies, porque las dos opciones al mismo tiempo son imposibles.

Casado cree que ese dilema tiene solución, que hay ideas que movilizan a ambos lados del arco parlamenta­rio, como la unidad de España o la prisión permanente revisable. También la gestión ante la crisis, donde se ofrece como solución a una “España quebrada”.

Pero en su discurso, que pretende ser de centro fuerte, conviven mensajes contradict­orios. Incluye alusiones a la inmigració­n ilegal y después defiende el estado autonómico –una de cal y otra de arena para quienes se sitúan junto a Vox– o propugna una liberaliza­ción del suelo y una baja fiscalidad, que no casa con los intereses socialdemó­cratas.

Casado cree que sus ideas caben bajo un mismo paraguas, el del “constituci­onalismo militante” y en la propuesta de un nuevo contrato social, que adquiere ecos reconstitu­yentes cuando lo compara con 1977. Un objetivo más que ambicioso para el que le tienen que salir los números.

En los dígitos el modelo es Madrid. Es la victoria que Isabel Díaz

Ayuso logró el pasado 4 de mayo: más diputados que el conjunto de la izquierda, con Vox obligado a votar con sus contrarios para frenar políticas al PP.

Sin embargo, España no es Madrid, donde hay dos bandos, izquierda y derecha; en el Congreso también cuentan nacionalis­tas e independen­tistas.

Cuando el PNV se alineó con Rajoy, Vox, que repele al resto de partidos, no tenía representa­ción parlamenta­ria. Y cuando el PSOE sacrificó a su líder para pasar del no es no a la abstención, Sánchez no había tocado el poder que da el Consejo de Ministros.

Es este contexto de polarizaci­ón donde Casado pretende hablar a izquierda y a derecha y que en ambos espacios entiendan su mensaje, sin parecer perdido ni contradict­orio. Por delante le quedan dos años.

El líder del PP apela al voto útil y promete una “revolución de las promesas cumplidas”

 ?? MARISCAL / EFE ?? Los Reyes saludando al líder del Partido Popular, Pablo Casado, ayer en la recepción del Palacio Real por el 12-O.
MARISCAL / EFE Los Reyes saludando al líder del Partido Popular, Pablo Casado, ayer en la recepción del Palacio Real por el 12-O.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain