El G-20 se resigna a hablar con los talibanes
Las grandes potencias ven inevitable el diálogo con los integristas para mandar ayuda a los afganos
Los países del G-20 acordaron ayer una serie de ayudas dirigidas a paliar la catástrofe humanitaria en Afganistán, aunque asumieron que para ponerlas en marcha será inevitable hablar con el nuevo Gobierno talibán, instaurado el pasado agosto, aunque eso no implique su reconocimiento internacional. “Atajar la crisis humanitaria supondrá contactos con los talibanes pero eso no supone su reconocimiento”, indicó el primer ministro italiano, Mario Draghi, que como presidente de turno del Grupo convocó esta cumbre virtual del G-20 a puerta cerrada.
Afganistán cayó en manos de los fundamentalistas el 15 de agosto tras la salida de las tropas estadounidenses y desde entonces el país centroasiático tiene bloqueado el acceso a los fondos internacionales, lo que ha empeorado su crisis humanitaria.
Especialmente porque ha minado la liquidez de los bancos afganos y ha encarecido irremediablemente los alimentos y bienes de primera necesidad, abandonando al hambre a millones de personas.
El G-20 estudió el modo de desembolsar ayudas que repercutan en el pueblo afgano sin que pasen por las manos de los talibanes. Entre las iniciativas planteadas, destacan la necesidad de rastrear y hacer frente al f lujo migratorio, una exigencia de Turquía, asegurar el aeropuerto de Kabul para desplegar las ayudas sobre el terreno pero sobre todo impedir el colapso económico.
Draghi anunció “inversiones significativas” que ilustró someramente. La Comisión Europea propuso un paquete de mil millones de euros, mientras que el presidente estadounidense, Joe Biden, avanzó a sus socios la decisión de aumentar los fondos al país en unos 300 millones de dólares, reveló el primer ministro italiano.
Todo esto deberá ser coordinado por Naciones Unidas y para ello el G-20 acordó darle un mandato de tipo general. “Hay una gran disponibilidad a actuar”, reconoció Draghi, para quien la cumbre fue “fructuosa” pese a las ausencias de los presidentes de Rusia y China.