Europa Sur

“En las listas de superventa­s apenas se oyen guitarras”

- Arantxa Cala

–¿Cuál es el origen de ‘Nada nos puede ir mal’ (West Indies Publishing)? ¿Supone un salto en su carrera como escritor?

–El origen es un deseo por probarme en otro género de escritura. En los ensayos me ha ido bien, pero quería probarme en literatura de ficción. Y por ello me decidí a dar el salto. Empezó como un trabajo para un curso de escritura conducido por el historiado­r y escritor Andrés Nadal. La trama se fue haciendo cada vez más clara en mi cabeza hasta que me animé a darle forma.

–Es una obra ambientada en Zahora, lugar que usted visita muy a menudo.

–No es autobiográ­fica pero sí hay cosas vividas por mí, y los escenarios son donde veraneamos. Bueno, vamos todo el año.

–Se puede decir que esta obra es la vida inventada de su vecina.

–Totalmente, de nuestra vecina de Zahora, que es la protagonis­ta del libro en el tiempo presente, Marisa, aunque su nombre real es Marina. Le he inventado un pasado, unos vecinos, que bien podríamos ser nosotros. Con lo que ella me ha transmitid­o cuando la veía, y la veo, he rehecho su vida. Ella sabe que ha sido protagonis­ta de mis fantasías literarias.

–La música, como en sus dos anteriores libros, vuelve a estar presente.

–La cabra tira al monte y me ha salido muy plagada de música, pero en un estilo diferente a los ensayos. Aquí la música es un elemento conductor entre Romina, la protagonis­ta de la novela en los años setenta, Marisa y los vecinos. La novela se basa en investigar la vida de Romina, que fue una cantante de los años 70, y mi hermano (Maleso) y yo, le hemos compuesto una canción que da título al libro, que a su vez es el single que la impulsó al número 1 de Los 40 Principale­s en el 72. Ella fue cantante y luego se dedicó al cine. Le fue muy bien hasta que el destino se interpuso en su camino. Ese single está disponible en Youtube, con una portada hecha por Quique Crespo.

–¿Tiene más proyectos a la vista?

–Al terminar la novela me planteé otro ensayo musical, de curiosidad­es musicales, y eso lo tengo a medias. También estoy con otra novela. Pero antes debo centrarme en la que acaba de salir, en la búsqueda de lugares para la presentaci­ón, que me gustaría que se hiciera primero en Jerez. Presentaci­ones con música en directo para interpreta­r algunas de las canciones del libro.

–A raíz de su ensayo ‘¿Quién cantará en tu entierro?’, ¿le hubiera gustado dedicarse a escribir obituarios?

–Es lo que solía hacer en mi blog. Por desgracia, está cada vez más a la orden del día porque los mitos que me han alumbrado van cumpliendo años. Se nos van muriendo los viejos rockeros, que eso de que nunca mueren es mentira.

–Y el rock and roll, ¿muere?

–Nunca morirá, pero es residual ya, aunque quiero pensar que no. Si vieras lo que viene por detrás, es desolador el panorama. Hoy, en la mayoría de los superventa­s, apenas suenan guitarras. Esperemos que parte de la juventud mantenga la llama. Yo siempre reivindica­ré el rock and roll, aunque es verdad que mis dos ensayos anteriores las ventas han ido muy bien.

–Es un amante de las listas.

–Me encantan. Hace poco hice una de canciones en las que se chasquean los dedos.

–¿Qué acontecimi­ento le hubiera gustado presenciar?

–Pues me atrae mucho el año 67, cuando se publicaron discazos, el ambiente, el rollo contracult­ural... Hubiera estado bien tener entonces 18 ó 20 años.

–Confiesa que ha llorado al escribir algunas de sus historias.

–Sí, en Mujeres con nombre de canción hay historias duras y reales, aunque sean estrambóti­cas, como la solitaria muerte de Rachel Corrie y la de Hattie Carroll, que son muy tristes. Y en ¿Quién cantará en tu entierro? también hay historias emocionant­es, como la muerte de Kirsty Mac Coll, a quien le pasó una barca

por encima. En los funerales me sentía como uno más a la vez que los escribía. Eso que me he llevado porque he asistido a 55. Me metía en el papel. Y en Nada nos puede ir mal, en algunos de los pasajes lo he pasado mal. Pero es necesario para implicarte.

–Haga una minilista de tres canciones favoritas de antes y de ahora.

–Señalaría alguien de los 50, de los 60 y de los 70: Buddy Holly, The Kinks y Big Star, todos anglosajon­es. En cuanto a los favoritos del momento, pues tres artistas españoles (dos andaluces) que han sacado discos en plena pandemia: Chencho Fernández, Mujeres y Dani Llamas.

–No le voy a preguntar quién le gustaría que cantara en su funeral, pero sí en su bautizo, en 1970.

–(Risas). Bueno, en mi funeral, de los que me gustan sería difícil. Pero en mi bautizo, en el 70, David Bowie, que acababa de sacar disco, Space Oddity. Hubiera estado bien.

En los funerales me sentía uno más mientras los escribía; eso es lo que me llevo porque he asistido a 55”

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ÁGATA SANDECOR

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