Europa Sur

TAUROMAQUI­A Y BONOS CULTURALES

- EZEQUIEL MARTÍNEZ

CUANDO llegué desde mi Madrid natal a Sevilla en otoño de 1980, una de mis ilusiones era ver los toros en la Maestranza. He ido varias veces. He oído a los vencejos, mientras Curro ejecutaba una tanda de naturales con la izquierda, y el silencio en la plaza era sepulcral. Decía Ortega y Gaset: “La historia del toreo está ligada a la de España, tanto que sin conocer la primera, resultará imposible comprender la segunda”. Hay toda una terminolog­ía taurina en nuestro lenguaje que recoge José María de Cossío, en su magnífico libro Los Toros: ¡Entrar al trapo!, ¡Coger al toro por los cuernos!, ¡Qué bien se ven los toros desde la barrera!.

El toro está enraizado en nuestra cultura. Véase el icono de Osborne. En mi etapa en

Tierra y Mar, RT VA (1992-2013), entrevisté a famosos ganaderos: Eduardo Mihura; Álvaro Domecq, los Guardiola, los Peralta, Juan Antonio Ruiz Espartaco (¡gran torero, ganadero y persona!) y a otros muchos. Grabamos en las fincas, el comportami­ento de las reses, la relación entre el ecosistema dehesa y el noble animal totémico, y la importanci­a del sector y la fiesta para el turismo, la economía, y el empleo. Según la Asociación Nacional de Organizado­res de Espectácul­os Taurinos, el sector tiene un impacto económico de 4.150 millones de euros al año, y genera 54.000 puestos de trabajo.

Quienes defienden la fiesta se aferran a la cultura: Goya, Picasso, en la pintura; Óperas como Carmen; el teatro de Salvador Távora; en literatura, la obra de Bergamín, o el poema Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, del genial Lorca.

En Los Toros, Cossío señala: “Toda la civilizaci­ón válida que hasta hoy ha conocido la humanidad tuvo en sus orígenes un prurito de crueldad ... Ese aspecto de primitivis­mo, es inevitable en la fiesta que tiene una tradición milenaria y primitiva”.

En los últimos años, las asociacion­es en defensa de los animales han conseguido que en algunos lugares de España se prohiban las corridas de toros. En Canarias, no se celebran con una ley de 1991, que “prohibe utilizar animales en peleas, fiestas, espectácul­os y otras actividade­s que conlleven maltrato, crueldad o sufrimient­o”. En Cataluña, el 28 de julio de 2010, el Parlamento aprobó la abolición de las corridas, aunque en octubre de 2016, el Tribunal Constituci­onal anuló la prohibició­n, al considerar que la tauromaqui­a es competenci­a del Estado. En Barcelona se cerró la Monumental. En la actualidad hay más de 125 municipios en España, la mayoría en Cataluña y Baleares, que no celebran festivales taurinos. En 2013, la tauromaqui­a fue declarada por el

Senado Patrimonio Cultural de España, mediante una ley presentada por el PP.

El número de corridas en España ha caído progresiva­mente desde 2007, con 953, hasta 2019, con sólo 349 corridas.

Está claro el retroceso de la fiesta de los toros y la caída del número de espectador­es. La UE es clara: “La Unión y todos los estados miembros tendrán en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como seres sensibles” (Artículo 13 del Tratado de funcionami­ento de la UE). Hoy se celebran algunas corridas de toros en el sureste francés y en algunos países americanos donde languidece. Andalucía y Canarias, son las únicas regiones de España donde se permiten las peleas de gallos por motivos de cría y mejora de la especie, aunque se prohibió la actividad con público y apuestas. En Inglaterra desde 2005 está prohibida la caza del zorro con perros. Los avances de la civilizaci­ón y el reconocimi­ento de los derechos de los animales van arrumbando ciertas costumbres y tradicione­s atávicas y primitivas.

La Junta de Andalucía creó, el 5 de octubre, una red andaluza de municipios taurinos y los Premios Andalucía de la Tauromaqui­a. Es actualidad, el bono cultural de 400 euros para jóvenes que anuncia el Gobierno de España. La tauromaqui­a se queda fuera del bono. El sector taurino ha puesto el grito en el cielo. El Ministro de Cultura, Miquel Iceta dijo: “Los servicios culturales que incluya están por definir”.

En Andalucía, donde la fiesta está muy enraizada, sigue abierto el debate sobre “toros sí, o toros no”. En mi opinión, por los datos expuestos y en base a las preferenci­as culturales de los jóvenes de hoy, la fiesta de los toros tiene, no los días, pero sí los años contados. Respecto al bono, déjese a los jóvenes libertad para utilizarlo como quieran. La oferta cultural es amplia: libros, cine, teatro, danza, pintura, fotografía; música clásica, contemporá­nea, pop, rock, folk, rap; flamenco, y toros. Reciente, vi en Sevilla El Romancero Gitano, recitado por Nuria Espert, que con 86 años, es la mejor intérprete de la obra lorquiana. Recomendar­ía a los jóvenes que usen el bono y ahonden en la la cultura andaluza, empapándos­e con esta obra, en vez de empaparse como hacen muchos en esos botellones guarros, incívicos y semisalvaj­es, que nos avergüenza­n a la mayoría de la sociedad.

Respecto al bono de los 400 euros prometido por el presidente Sánchez, déjese a los jóvenes libertad para utilizarlo como quieran. La oferta cultural es amplia

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