El Cristo de marfil
En el retablo de la capilla del antiguo Hospicio de la Misericordia de Conil se encuentra una de las obras más exóticas del barroco en la provincia gaditana. Se trata del Cristo de marfil, perteneciente a la Escuela Hispano-Filipina de Escultura, que unió los caracteres del arte europeo, americano y oriental gracias a los llamados sangleyes, artesanos de origen chino que trabajaron en los talleres de Manila. El Cristo de Conil es un magnífico ejemplo de esta síntesis artística: se inspira en la imaginería andaluza del siglo XVII; pero con ojos abultados y pintados a la manera oriental, realismo en el tratamiento del cabello y paño de pureza muy movido con un gran nudo a la derecha. Es un Cristo que grita al cielo justamente antes de morir: “Elí, Elí ¿lama shabaqtani?” “Padre, Padre ¿por qué me has abandonado?”.
Estas esculturas de marfil proliferaron por Hispanoamérica, Europa y España durante el siglo XVIII gracias al comercio con Oriente, cuyo punto final era el puerto de Cádiz. Fue el fraile agustino Andrés de Urdaneta quien, procedente de Nueva España, en 1565 evangelizó las islas de Filipinas, inaugurando, con otros hermanos de la orden, la ruta de Oriente, hacia China y Japón. Como consecuencia de este espíritu viajero, se fundó, en el Real Colegio de lo PP Agustinos de Valladolid, el Museo Oriental, con cerca de 20 salas dedicadas a arte filipino, japonés y chino, la muestra más completa en España y Europa.
Esta larguísima travesía misionera dio origen al llamado Galeón de Manila o de Acapulco, donde viajaron, desde Veracruz, en la Flota de Indias, multitud de obras, entre las que pudo llegar a Conil, procedente del puerto gaditano, nuestro Cristo de marfil del retablo de la Misericordia.
En la exposición Un Museo con mucha Historia, que podemos disfrutar en el Museo de Cádiz, se exponen unas figuritas de marfil de la Escuela Hispano-Filipina donadas por Adolfo de Castro que, al igual que el Cristo de Conil, son de estilo barroco del siglo XVIII. En el tratamiento de las vestiduras y en el rostro de una de ellas se aprecian detalles de esa síntesis del arte oriental y occidental. La muestra nos permite contemplar obras de un alto valor histórico y artístico como el Melkart de Sancti Petri, expuesto en importantes museos como en el Metropolitan de Nueva York.