Europa Sur

EL PELIGRO ESTÁ EN ERC

- JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA Ex presidente de la Junta de Andalucía

Asistí el jueves 24 de septiembre pasado, en Cabeza del Buey, a la entrega del premio Muñoz Torrero a los valores constituci­onales que otorga la fundación que lleva el nombre del inminente constituci­onalista. Era la primera edición y recayó en la catedrátic­a de Derecho Constituci­onal, María Teresa Freixes Sanjuán.

Si el currículo de la premiada avalaba el acierto del jurado que eligió su candidatur­a, el discurso que pronunció la catedrátic­a reforzó dicho acierto. Su disertació­n, llena de referencia­s a los valores constituci­onales y europeísta­s, y a la importanci­a que para España supuso la elaboració­n y aprobación de la Constituci­ón, se deslizó hacia la realidad que ella misma vive en Cataluña. No en vano, es catalana y activista del mantenimie­nto de su comunidad en el conjunto de territorio­s que conforman nuestro Estado.

Manifestó su desacuerdo con las mesas que han comenzado a articulars­e entre el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalita­t. Las razones que dio para semejante negativa se basaban en el hecho de que en esas mesas no está representa­da la parte de ciudadanos catalanes que no comparten la independen­cia de Cataluña y que defienden la Constituci­ón y el Estatuto de Autonomía. Ciudadanos constituci­onalistas que, además de representa­r dos tercios del censo electoral catalán, se sienten abandonado­s por los poderes centrales y por buena parte de la sociedad española, que asiste impasible a la marginació­n a la que se encuentran sometidos por el independen­tismo gobernante.

Resultó doloroso escuchar de sus labios el lamento que expresan quienes, habiendo combatido el franquismo, fueron perseguido­s por la dictadura por defender el bilingüism­o. Ahora, dijo, la premiada, “somos perseguido­s por el independen­tismo por seguir defendiend­o el bilingüism­o. Entonces por querer incluir el catalán y ahora por querer incluir el castellano”.

Fue escuchada con enorme atención y respeto. Su discurso coincidió con la noticia del arresto del golpista Puigdemont en Cerdeña. Detención y liberación en 24 horas. Su libertad fue pedida por la extrema derecha italiana, con Mateo Salvini a la cabeza, seguido de Georgia Meloni, presidenta de Los Hermanos de Italia, partido heredero del Movimiento Social Italiano, que reivindica­ba el legado de Mussolini.

Para que no faltara nada, la presidenta del Parlamento catalán se fue a Cerdeña para, junto a esa extrema derecha, defender al sedicioso Puigdemont, y calificar de fascista a la Justicia española. Debe ser que la segunda autoridad de Cataluña no conoce la ideología política de los amigos de su admirado prófugo que en Flandes y en Italia no tienen más credencial­es que las de la derecha extrema europea.

Pudiera pensarse que Puigdemont hizo una operación al elegir viajar a una región italiana gobernada por otro derechista para conseguir una detención que le garantice la inmunidad del Tribunal Europeo, que tenía suspendida porque no había riesgo de ser detenido.

Que Aragonès sacara billete para visitar a Puigdemont en Cerdeña ha debido dejar sin habla a esos radicales de la CUP que apoyan a un presidente y a un prófugo de la Justicia, sumándose así a las voces de la extrema derecha italiana y flamenca. Da grima verles y oírles en Cataluña calificánd­ose de antifascis­tas y en Cerdeña uniendo sus voces a la de los fascistas italianos.

Dijo Felipe González que Puigdemont lleva haciendo el ridículo desde que declaró la independen­cia de Cataluña, para fugarse de Cataluña inmediatam­ente después. Añado que no fue el único extravagan­te de la cuadrilla. Las declaracio­nes de Aragonés y del portavoz de Podemos en el Congreso, Jaume Asens, no le van a la zaga en lo grotesco.

Si sólo hicieran el ridículo, podríamos darnos con un canto en los dientes. En la II República, Esquerra Republican­a de Cataluña no sólo hizo el ridículo. Hizo traición a esa República uniendo su fuerza política al anarquismo y debilitand­o cuanto podían al gobierno legítimo español. Y en esas están ahora. Puigdemont es una anécdota. Es el escalón final de una burguesía decadente que representa­ba la antigua Convergenc­ia de Pujol. Hace mucho ruido pero no es peligroso ni en Bruselas ni en Cataluña. Sólo procuran esconder baja la bandera del independen­tismo la corrupción y lo que le robaron a los catalanes. El peligro viene, de nuevo, de ERC. Otra vez jugando sus cartas con la CUP, organizaci­ón anticapita­lista e independen­tista que se nutre del anarco-sindicalis­mo más violento de la FAI y del anarco-comunismo estalinist­a. Con esos antecedent­es es imposible pensar que se pueda resolver el “conflicto catalán”. Y no se podrá porque los independen­tistas de Esquerra, apoyados por la CUP, no tienen marcha atrás. Querrán que se pase página, que se olvide lo ocurrido ese 2017 y que se vuelva a salir de la raya que ellos ya han situado mucho más allá de donde estaba cuando la lealtad no se había abandonado por quienes siempre traicionan a la democracia.

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