Europa Sur

LA ESPAÑA VACIADA DE ESPAÑA

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

POCO después de que la Junta de Andalucía recibiera las transferen­cias de Justicia, visité la prisión de Puerto 2 a causa de una reunión de trabajo del delegado del Gobierno andaluz con el director del penal. Ahora que se ha recibido Justicia, le comentó el director al delegado, se podía pedir las prisiones. “Déjate, déjate”, le respondió el buen hombre al alcaide. El Gobierno andaluz sufrió esa transferen­cia, porque la situación de los juzgados era paupérrima –en Jerez, por ejemplo, la limpiadora llevaba de su casa los detergente­s– y porque algunos magistrado­s se rebelaron contra los nuevos administra­dores con una fuerza proporcion­al al silencio que había mantenido hasta entonces.

El Gobierno andaluz sufrió esa transferen­cia, a pesar de que venía de lanzar una campaña victoriosa en la que se congratula­ba de haber acercado la Justicia a los ciudadanos. Un marrón, no más.

En definitiva, no había ni motivos ni reclamació­n pública para esa transferen­cia, más allá del mimetismo que se ha practicado aquí sobre lo que se decidía en Cataluña, lo que llevó, en último término, a casi copiar el nuevo Estatut en nuestra reforma.

La Generalita­t va a recibir ahora la transferen­cia de los Cercanías de Renfe, los Rodalies, para el consabido acercamien­to de los Cercanías a los ciudadanos. El Gobierno catalán ya tiene una competenci­a ejecutiva sobre estos trenes, de modo que fija los precios y decide los horarios, pero lo quiere todo. ¿Para qué? ¿Qué rédito saca la Generalita­t de ello más allá de una cuantiosa inversión inicial que, después, deberá complement­ar con recursos propios? Nada, más allá de vaciar de España a Cataluña.

El otoño de 2017 mostró que la presencia del Estado en Cataluña se había reducido a la sede de una Delegación en cada provincia, a Hacienda y a unos escasos cuarteles de la Guardia Civil, tan pocos que los policías nacionales fueron alojados, de modo vergonzant­e, en unos buques del puerto de Barcelona, también de gestión autonómica. No hay beneficio político con las Cercanías, ni económico, sino todo lo contrario, pero con cada Presupuest­o General del Estado se avanza en este vaciado de España que alcanzó su cenit en las primeras cuentas de Aznar, cuando desapareci­eron los gobernador­es civiles. Sin un Estado federal, que basa su argamasa en el principio constituci­onal de la lealtad, esto es persistir en el error de empoderar a quienes nunca serán saciados.

¿Para qué quiere la Generalita­t los Cercanías, que son un marrón? Para seguir vaciando de España a Cataluña

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