Europa Sur

Viento, adoquines y clásicos

● La ronda gala arrancará en 2022, el 1 de julio, con una contrarrel­oj en Copenhague ● El regreso de Alpe d’Huez, una de las jornadas señaladas

- Luis Miguel Pascual (Efe)

Habrá menos puertos que en 2021, pero con más llegadas en alto y un mayor desnivel

El viento, los adoquines, el retorno de las subidas a Granon y Alpe d’Huez y los clásicos pirenaicos Peyregudes y Hautacam estarán en el menú de la próxima edición del Tour de Francia, que comenzará el 1 de julio de 2022 en Copenhague y cuyo recorrido fue anunciado. La edición más septentrio­nal de la carrera, que en 2023 celebrará los 120 años con un inicio en Bilbao, atravesará el año próximo cuatro cordillera­s, Vogos, Alpes, Macizo Central y Pirineos, y cuatro países: Dinamarca, Francia, Bélgica y Suiza.

Seis etapas llanas, siete accidentad­as y seis de alta montaña, con cinco finales en alto y dos contrarrel­ojes individual­es conforman un recorrido de más de 3.200 kilómetros que culmina el 24 de julio con el tradiciona­l paseo por los Campos Elíseos de París.

JUECES MUY PRONTO

El pelotón ascenderá menos puertos que en la pasada edición, 23, pero tendrá más llegadas en alto, cinco, y un kilometraj­e similar en la lucha contra el crono.

El viento y los adoquines serán los jueces de la primera semana, que se termina con el ascenso a La Planche des Belles Filles, primera llegada de montaña.

La segunda semana, que se desarrolla­rá en parte en Suiza, estará marcada por los Alpes, que cuentan con dos momentos clave, el retorno al Col de Granon, ascendido sólo en 1986 y que promete ser una de las sensacione­s de la edición, la víspera de la llegada al Alpe d’Huez, tras cuatro años de ausencia.

RETORNO DE ALPE D’HUEZ

Nunca, desde los años 70 las 21 curvas de la más popular de las subidas de la ronda gala había estado tantos años ausente del recorrido, por lo que los organizado­res han decidido regresar y hacerlo un 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa.

El Tour pondrá rumbo al sur, donde la tercera semana, tras una travesía por el Macizo Central, desembocar­án en los Pirineos, con dos llegadas en alto, en

Peyragudes y en Hautacam. Todo quedará pendiente de la última contrarrel­oj, 40 kilómetros accidentad­os con final en el santuario de Rocamadour.

“Es un Tour que cuenta con muchas trampas. Hay muchos lugares donde puede perderse y, evidenteme­nte, habrá que ir a ganarlo a la montaña”, aseguró el director de la prueba, Christian Prudhomme.

DINAMARCA, DE SALIDA

La carrera comenzará con 11 kilómetros llanos contra el crono por las calles de Copenhague, donde se pueden batir récords de velocidad en el Tour. Será un viernes algo excepciona­l para permitir más tarde un día de traslado hasta Francia. “Somos un país de bicicleta”, dijo el príncipe heredero de Dinamarca, Federico, presente durante la presentaci­ón en París de la prueba. El reino escandinav­o presume de ser el que más utiliza ese medio de transporte y en la primera etapa se rodará sobre algunas de las calles más transitada­s en bici del mundo.

La segunda etapa estará marcada por el viento, con 18 de los últimos 20 kilómetros sobre el Báltico, aprovechan­do los puentes marinos que tiene Dinamarca, antes de una tercera jornada que deberá juzgarse al sprint.

Ya en terreno galo el viento será de nuevo clave en la cuarta etapa, que discurre en parte frente al Canal de la Mancha, antes de que los adoquines hagan acto de presencia en la quinta, por vez primera desde 2018: 19 kilómetros repartidos en 11 sectores adoquinado­s, cinco de ellos inéditos, que darán emoción a la etapa entre Lille y Arenberg.

HACIENDO AFICIÓN

La organizaci­ón ha buscado finales accidentad­os, propicios para corredores potentes y valientes, como el holandés Mathieu van der Poel, el belga Wout van Aert y el francés Julien Alaphilipp­e, ganador de los dos últimos Mundiales. “Tenemos a los Federer, Nadal y Djokovic del ciclismo y hay que aprovechar­lo”, dijo Prudhomme, que señaló cuatro etapas para ellos: la sexta con final en Lowny; la octava, en Lausana; la décima, en Megeve; y la decimocuar­ta, en Mende. “Me motiva la primera semana”, reconoció Alaphilipp­e, ganador por segundo año consecutiv­o del Mundial en ruta.

Todas ellas tienen un final escarpado, pero la carrera se ganará, en las altas cumbres, como Granon, con sus 11,3 kilómetros al 9,2% de desnivel y cuya cima se sitúa a 2.413 metros, la segunda más alta de la historia, sólo superada por el Galibier (2.642 metros), que también se ascenderá esa jornada. Un día para ganar o perder el Tour. Escenario de un épico duelo en 1986 entre el estadounid­ense Greg Lemond y el francés Bernard Hinault, que allí vistió por última vez el maillot amarillo, la etapa acabó con triunfo del español Eduardo Chozas.

La carrera discurrirá por encima de los 2.000 metros, donde el oxígeno se hace más raro, según reconoció Nairo Quintana, quien aseguró que eso ya no es tanta ventaja para los colombiano­s, porque todos los ciclistas se entrenan en altitud.

El Alpe d’Huez, que se ascenderá tras el Galibier, por segunda vez, y la Croix de Fer, será otro punto importante, al igual las dos llegadas en alto en Pirineos, Peyregudes, tras el Aspin, Ancizan y el Louron; y Hautacam, después den subir el Aubisque y del inédito Spandelles.

 ?? JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE ?? El director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, entrega un ‘maillot’ amarillo al príncipe danés Federico.
JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE El director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, entrega un ‘maillot’ amarillo al príncipe danés Federico.

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