Europa Sur

TRES MILAGROS BAJO EL VOLCÁN

- LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@grupojoly.com

UNO. De Jesús el Palmero decían las malas lenguas que era el segundo hombre, tras Jesucristo, que había obrado el milagro de convertir el agua en vino. Era una auténtica leyenda, con sus trajes italianos y sus cochazos en Madrid cuando aún era un estudiante universita­rio, y algún que otro altercado antimonárq­uico (que no republican­o) en el Rel Club Náutico de la Palma. Por lo visto, un retrato de don Juan Carlos I vestido de marino voló por el cielo estrellado de la Macaronesi­a antes de hundirse en las celestes aguas de la piscina iluminada. Fue todo un problema. Yo lo conocí ya de capa caída, cuando se había pulido toda su fortuna de acciones de agua en mollate. Fumaba Krüger y su indumentar­ia era la de los obreros de la platanera. Las cosas le iban muy mal. Aún así conservaba el porte y el orgullo de un zarevich.

Dos. Pedro Sánchez, hijo adoptivo de la Palma in péctore, también tiene poderes taumatúrgi­cos. No anda sobre la mar, ni practica la sagrada alquimia del vino, pero es capaz de convertir la lava de Pico Viejo en una colada de votos socialista­s. No lo digo como una crítica. Las cuatro visitas de Pedro Sánchez a la Palma han sido completame­nte pertinente­s, porque consiguen que el interés sobre la tragedia que está sufriendo la isla no decaiga y desmontan la teoría del independen­tismo canario (tan insidioso y subvencion­ado como cualquier otro) de que los problemas del archipiéla­go son despreciad­os en Madrid. Pero eso no significa que Sánchez no haga también sus cálculos personales. La erupción de la Palma le ha dado la oportunida­d al presidente de matizar su imagen de político soberbio y frío, apartado de los problemas cotidianos de la gente. Estos días, por qué no decirlo, hemos visto al mejor Sánchez, en vaqueros y cazadora, al pie del volcán.

Y tres. Suárez siempre fue muy querido y votado en Canarias, incluso en su época del CDS. El primer presidente democrátic­o fue consciente de que había que parar el incipiente independen­tismo del archipiéla­go (apoyado principalm­ente por Argelia) con inversione­s concretas y calor político. Gracias a él se celebró un Consejo de Ministros monográfic­o sobre las islas, del que nació el famoso Plan Suárez, que supuso un importante impulso a las infraestru­cturas del lugar. Su milagro fue que la chapuza que sus servicios de informació­n montaron para matar, en Argel, al líder independen­tista Antonio Cubillo no lo arrastrase al fango. Eran otros tiempos y esas cosas se comprendía­n mejor.

Estos días, por qué no decirlo, hemos visto al mejor Sánchez, en vaqueros y cazadora, al pie del volcán

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