Europa Sur

Un valiente tras los pasos de Manolete

- Paco Aguado (Efe)

El legendario diestro onubense Miguel Báez Espuny, heredero en tercer paso del apodo familiar de Litri, fue uno de los toreros más populares de la España de los 50, cuando con un valor arrojado y desnudo siguió los pasos de Manolete para exagerarlo­s y derivarlos por la vía del “tremendism­o”.

Durante su infancia vivió el largo luto familiar por la muerte de su hermano Manolo, al que no conoció y que fue una de las mayores promesas del toreo de los años 20, antes de morir a consecuenc­ia de la gangrena provocada en la cornada en Málaga en 1926 y en presencia de los Reyes de España.

Su padre, el viejo Litri, acabó contrayend­o matrimonio con la novia valenciana del hijo caído, fruto del que nació en 1930 este otro Litri que se hizo torero con la intención de vengar al trágico destino familiar.

Vistió su primer traje de luces apenas diez días antes de que Islero acabara en Linares con la vida de Manolete, el gran ídolo popular del momento y que era la más directa y obsesiva referencia de aquel novillero que pronto se dio a conocer en toda España gracias a su gran arrojo y una enervante manera de arrimarse a los toros.

Manuel Flores Camará, el mismo apoderado que lanzó al Monstruo de Córdoba, pronto puso la vista en este otro Litri para formar junto al madrileño Julio Aparicio una pareja de noveles que durante dos temporadas dio la vuelta a España, hasta el punto de que en 1949 sumaron 114 paseíllos y, por su influencia, al año siguiente se dieron más novilladas que corridas de toros, en un caso único en la historia.

Al finalizar dicha campaña del 50, el 12 de octubre, el gitano Cagancho dio la alternativ­a a ambos en la plaza de Valencia, en una corrida en la que sus nombres se anunciaron en aspa y para la que sorteó el orden en que se celebraron las ceremonias, con Aparicio finalmente en el primer lugar.

Después de alcanzar una inmensa popularida­d en aquellos años de la autarquía franquista, la pareja separó un tanto sus caminos, en tanto que Litri salió a hombros tres tardes consecutiv­as en Las Ventas desde el día en que confirmó su doctorado, ya en 1951.

El torero de Huelva decidió descansar dos temporadas, las que van del 53 al 55, para volver a retirarse de nuevo en el 58 y rodar la famosa película El Litri y su sombra, de Rafael Gil, que, dada la fama de su protagonis­ta, alcanzó un importante éxito de taquilla.

Ya volvió a vestirse de luces a mediados de los 60, con triunfos incluidos en Sevilla y Madrid, así como en los 80, para inaugurar la nueva plaza de Huelva, pero su última actuación en público data de septiembre del 87, cuando reapareció exclusivam­ente para darle la alternativ­a a su hijo del mismo nombre y apodo en el anfiteatro romano de la ciudad francesa de Nimes.

En su retirada ejerció como ganadero de bravo, al frente del histórico hierro de Concha y Sierra, que intentó recuperar, y disfrutó desde su reconocida bonhomía de largas jornadas de amistad con los viejos compañeros de andanzas, reunidos siempre al calor de su casa y de sus grandes dotes como cocinero.

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H. I. En la entrega de la Medalla de Oro de la Provincia.

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