Europa Sur

LO QUE ORWELL NOS ENSEÑA

- ALEJANDRO TOBALINA

SIENTO especial predilecci­ón por aquellos que supieron desmarcars­e del sectarismo y proselitis­mo sistémicos en un contexto histórico en el que la ecuanimida­d y el eclecticis­mo convertían directamen­te a quienes los ejercían en apátridas. Fue el periodista Manuel Chaves Nogales (“Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que partieron España”) el máximo exponente de esta actitud vital y profesiona­l. Su compromiso con la verdad y esa forma de ver las cosas de cerca con los ojos, pero con distancia desde la mente, le condenó inexorable­mente al repudio y el escarnio en el país.

No obstante, siento aún más admiración, por considerar­lo ejemplos de buena salud cívica, por quienes en dicho contexto demostraro­n que la ideología no ha de ser inflexible. George Orwell enseñó y enseña a sus lectores que no existe ejercicio más humano que el de saberse equivocado y que es estúpido, y por tanto imprudente, aferrarse de manera dogmática a una idea que otros intentan insertar en nuestra mente. El germen de la literatura por la que pasó a la historia (Homenaje a Cataluña, Rebelión en la granja, 1984) lo encontramo­s en 1937, cuando, ondeando la bandera del socialismo, aterrizó como miliciano adscrito al Partido Obrero de Unificació­n Marxista para combatir durante la Guerra Civil en el frente de Monegros.

Fue allí donde descubrió y comenzó a denunciar que el estalinism­o había traicionad­o los principios más básicos del socialismo para empezar a convertirs­e en lo que acabó siendo: un régimen de clases, bárbaro y cleptócrat­a. El resumen es sencillo: Orwell llegó a España para hacer frente al fascismo… y terminó huyendo del comunismo.

A partir de ese instante se convirtió, como Chaves, en un dignificad­or político con ideas independie­ntes que luchó contra la supeditaci­ón al yugo de la intransige­ncia gubernamen­tal.

Lo que Orwell enseñó al mundo es que existe algo igual de importante que la construcci­ón de una sociedad con capacidad crítica: la construcci­ón de una sociedad que no tiene inconvenie­ntes en cambiar de opinión. Pero defenestra­mos a diario este valioso legado, porque hemos caído en la trampa de los gobernante­s: han conseguido dejar de ser la representa­ción del pueblo para convertir al pueblo en una encarnació­n de ellos mismos. Pensamos y actuamos según códigos partidista­s, hacemos de su odio el nuestro propio y defendemos al líder de turno más que a nuestra propia madre. Ya sabemos por experienci­a que en las entrañas de la política la disidencia se castiga primero con el vilipendio y segundo con el olvido. Me temo que jamás avanzaremo­s hasta que la sociedad esté llena de vilipendia­dos y olvidados.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain