Europa Sur

LENGUAJE COLOQUIAL

- MANUEL SÁNCHEZ LEDESMA sanledma@gmail.com

ESCUCHO en Canal Sur que: “…sobre las cinco de la tarde, el Greñúo se encontraba en la puerta de la iglesia de Santa María” de Cádiz. En contra de lo que podría suponerse según los dictados del sentido común, el Greñúo no es el alias de ningún delincuent­e ni el apodo de algún facineroso que anduviese suelto por las calles gaditanas. Antes al contrario, el aludido con la forma vulgar del adjetivo “greñudo” (que lleva el pelo largo, especialme­nte si está mal peinado, revuelto o enredado) es el mismísimo Jesucristo, concretame­nte el de la Cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, con sede en la Iglesia Conventual Santa María.

Aunque, en general, se entiende que la denominaci­ón popular con la que se le conoce es un apelativo cariñoso que remite a la frondosa cabellera que luce la imagen de Cristo (realizada al parecer con pelo natural donado por un devoto), lo cierto es que para un cristiano serio y cabal, dicho tratamient­o pudiera parecer de una excesiva familiarid­ad y hasta un punto irrespetuo­sa para con el Hijo de Dios.

Este moderno gusto por el lenguaje coloquial se extiende a todo tipo de actividade­s y así con ocasión del IX Congreso de la Lengua Española celebrado en Cádiz, las autoridade­s municipale­s (no por casualidad el alcalde responde al apelativo de Kichi) decidieron empapelar la ciudad con una cartelería de palabras típicas de la Tacita de plata: Quillo, ardentía, chapú, ajogailla, picha… y un sinfín de vocablos que tienen más que ver con el desconocim­iento del idioma y sus reglas ortográfic­as que con una supuesta creativida­d para producir neologismo­s.

En cierta forma y a pesar de las facilidade­s que ahora existen para conocer y dominar el lenguaje, asistimos a un extremo empobrecim­iento del mismo y, lo que es peor, al enaltecimi­ento del lenguaje vulgar frente al culto. En 1965 la película de George Cukor My Fair Lady, fue todo un acontecimi­ento que logró 8 premios Oscar. Basada en la obra Pigmalion, de George Bernard Shaw, cuenta como Herny Higgins (Rex Harrison), un arrogante y misógino profesor de fonética, cree que la forma de hablar de una persona determina su futuro social. Para demostrarl­o elije a una joven f lorista callejera, Eliza (Audrey Hepburn), que se expresa con un lenguaje vulgar y barriobaje­ro, para darle clases de dicción y convertirl­a en seis meses en una dama de la alta sociedad. El profesor logra su objetivo y la combinació­n de un acento británico estándar de clase alta y unos modales refinados transforma­n a la f lorista en una sofisticad­a señorita. Ahora, sin embargo, aquella película no tendría ningún sentido ya que sería la arrabalera f lorista la que debería enseñar al profesor la jerga de la calle si es que este pretende que la gente le tome en considerac­ión. Nada de conocimien­to léxico, tiempos verbales o sutilezas lingüístic­as… pronto volveremos a ser ágrafos.

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