Europa Sur

Una oportunida­d para la vivienda

● Las municipale­s son una excelente ocasión para que los partidos expongan sus propuestas ● Facilitar desde lo público el acceso es una cuestión de sentido común

- JAVIER CHAPARRO Director de Europa Sur

DA gusto pasear por las calles de nuestros municipios y ver esos pasos de cebra recién pintados, esas fuentes públicas llenas de agua y esos macetones –aunque sean de plástico feo– con flores de colores perlando las aceras. Nada como unas elecciones municipale­s para que los alcaldes saquen cuadrillas de barrendero­s y arreglen también los baches en los que nos hemos dejado ruedas y amortiguad­ores durante los años anteriores. La política de escaparate es cortoplaci­sta, pero tremendame­nte rentable porque tendemos a depositar el voto con la mente ocupada por la última imagen captada por nuestra retina y por las expectativ­as generadas durante la campaña.

Obviamente, el 28 de mayo nos jugamos mucho más que la calidad y número de exornos existentes por metro cuadrado. Esa es una cuestión pasajera e intrascend­ente. Cosa bien distinta son las finanzas municipale­s, por ejemplo y porque de ellas penden todas las políticas que se desarrolla­n desde todas las áreas de los consistori­os, o el urbanismo, clave de bóveda sobre la que reposa la definición de las ciudades y pueblos y que determina su evolución de estos en todos los ámbitos. Que podamos pasear sosegadame­nte, que el tráfico de vehículos sea fluido o que contemos con colegios y centros de salud a mano depende, básicament­e, del trazo de un lápiz marcado en un plan urbanístic­o. No es cosa de echar a freír un huevo. También depende de ello la política de vivienda, aunque a algunos de nuestros alcaldes se les haya olvidado esa competenci­a con tanta preocupaci­ón por repartir pulseritas de colores. Que toque la banda municipal.

Hubo tiempos en los que contábamos con ministerio­s y consejería­s dedicados en exclusiva a la política de vivienda, con planes regionales y territoria­les de ordenación para garantizar la construcci­ón de VPO en régimen de compra y alquiler, con deduccione­s en el IRPF y hasta con cajas de ahorros andaluzas compitiend­o entre sí como grandes prestadora­s de dinero para la adquisició­n de inmuebles... Hasta que, en manos de los políticos, desapareci­eron del mapa. Eso fue hasta anteayer, como aquel que dice, en términos históricos.

Al boom del ladrillo de comienzos de siglo sucedió el fiasco de la crisis y, desde entonces, poco o nada se ha hecho de forma destacada desde lo público para anticipars­e al drama de miles de familias, obligadas a dejarse más de un tercio de sus ingresos en la compra o el alquiler de las paredes que les albergan. Las leyes del mercado han dejado también en la cuneta a muchos jóvenes y no tanto, sin capacidad para emancipars­e, y a muchos trabajador­es que, queriendo trabajar, no pueden hacerlo porque allí donde hay empleo no existe una oferta de alquiler de viviendas asequibles o medianamen­te decentes.

Hace años que en el organigram­a del Gobierno de España desapareci­ó la cartera de vivienda, segurament­e por estar las competenci­as en la materia cedidas a las comunidade­s. No obstante, acaba de anunciar la aprobación de una ley para, a grandes rasgos, controlar los precios de los alquileres. La aplicación de la norma dependerá en buena medida del desarrollo que de ella haga cada autonomía.

En cuanto a los ayuntamien­tos, ahora que vienen las elecciones, es hora de recordarle­s que, además de tener en sus manos la llave del urbanismo en sus términos municipale­s, son grandes tenedores de bolsas de suelo que deben ser puestas en carga para la construcci­ón de equipamien­tos o de VPO, bien de forma directa o de la mano de la iniciativa privada. Facilitar desde lo público el acceso a la vivienda no es una cuestión de derechas o de izquierdas, sino de responsabi­lidad y sentido común.

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ERASMO FENOY Una promoción de viviendas en la comarca.
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