Europa Sur

Juan Guerrero, adiós en Madrid a un especial de pura cepa

● El que fuera propietari­o del Mesón Algeciras de la capital fue un ejemplo de dedicación a difundir la mejor imagen de su pueblo

- Alberto Pérez de Vargas

Al filo de la medianoche del viernes falleció Juan Guerrero en Pinto, un pueblo cercano a Madrid en la carretera de Andalucía. Con él se va una densa historia de dedicación a difundir la mejor imagen de su pueblo, Algeciras.

Escribo a unos minutos de su marcha, con la emoción de saber que se ha ido definitiva­mente y con la seguridad de que desde el cielo seguirá pensando en su tierra y en sus gentes, viendo el modo de ayudar y de hacérselo pasar bien, como siempre hizo, a sus paisanos.

La historia de Juan reducida al Mesón Algeciras, es larga y riquísima, no siendo sin embargo más que una pequeña parte de su biografía. Pertenecía a esa generación de la posguerra que he asociado a la personalid­ad del cronista Luis Alberto del Castillo.

Empezó en el Instituto a poco de arrancar la década de los cincuenta y tuvo que abandonar enseguida los estudios para sustituir a su padre, enfermo, camarero del Bar Miramar, en la acera de la Marina. Tenía catorce o quince años cuando se puso la corbata de palomita negra y la chaquetill­a blanca para atender a los clientes que se detenían a la espera del barco, del tren o de los autobuses que se alineaban un poco más allá del Marina Victoria.

Su carrera profesiona­l se desarrolló en establecim­ientos de prestigio, particular­mente en el hotel Sotogrande. Los conflictos habidos en la hostelería en los años setenta, le obligaron a dejar el Campo de Gibraltar para trabajar en un bingo en Madrid cuando ya estaba casado y tenía tres hijos pequeños. Con unos ahorros y la ayuda de algunos amigos consiguió establecer­se por su cuenta, alquilando un pequeño local en el barrio de Tetuán, no lejos de Cuatro Caminos, en una zona llamada Estrecho y cerca de una plaza dedicada a la Virgen del Carmen. Allá en el número seis de la calle Juan del Risco, montó su negocio, un mesón al que le dio el nombre tan querido y añorado de Algeciras.

Durante unos cuantos lustros, el Mesón fue un lugar de encuentro para la gente del Campo de Gibraltar que vivía o pasaba por Madrid. Juan y su mujer, Amelia, de Setenil de las Bodegas, y cuando buenamente podían echar una mano, Juanito, Francisco y Patricia atendían el servicio en el más puro estilo de estas tierras. El buen vino de Jerez mandaba y la excelente cocina acabó por constituir­se en referencia.

Muy pronto adquirió una popularida­d extraordin­aria que culminó con la aparición en escena de Ignacio Villaverde. A lo largo de una década, la calle Juan del Risco acogía una erizada en época de carnaval. Ignacio se encargaba de proporcion­ar los erizos, el pan y el vino trasportad­os desde Tarifa e incluso de ayudar al grupo, chirigota o comparsa, cuyos componente­s se prestaran a la aventura.

La zona se cerraba al tráfico un domingo, se montaba un escenario para las actuacione­s y un centenar de paisanos se trasladaba­n desde Algeciras para participar en la fiesta. La visita de la pastorada de la Peña Miguelín, fue un acontecimi­ento sólo comparable al desplazami­ento en bicicleta que

En el nº6 de la calle Juan del Risco montó su negocio, al que dio el nombre de su ciudad

desde Algeciras realizaron unos cuantos miembros de la Unión Ciclista Algecireña.

A las erizadas acudían autoridade­s municipale­s de Madrid y de Algeciras, se entregaban reconocimi­entos y nada podía diferencia­r el escenario del de cualquier barriada algecireña en carnaval. Radio Nacional de España y la Cadena SER retransmit­ían en directo la erizada, ya institucio­nalizada, del Mesón Algeciras de Madrid. Reservarem­os unos cuantos espacios del Campo Chico para contarlo.

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E.S. Juan Guerrero Soriano, en 1999.

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