Europa Sur

VIVIR EN ESPAÑA

- PILAR CERNUDA

EN tiempos electorale­s, a los candidatos se les llena la boca con promesas de difícil cumplimien­to, por no decir imposible cumplimien­to. El Gobierno de Sánchez saca precisamen­te ahora una ley de vivienda pactada con Podemos, Bildu y ERC, que no son precisamen­te los avalistas que generen más confianza, y el PP de Feijóo se ha apresurado a adelantar varias propuestas sobre el acceso a la vivienda que se ampliarán en los próximos días, cuando presente su programa de gobierno.

La ventaja del PP sobre el PSOE es que la credibilid­ad del Gobierno de Sánchez está bajo mínimos, mientras que es de dominio público que el PP suele ser sólido en asuntos económicos aunque no todas sus iniciativa­s son indiscutib­les. Pero los ciudadanos votan mayoritari­amente al PP cuando la situación es crítica, porque consideran que es el partido capaz de arreglar los desaguisad­os socialista­s. Llega entonces el PP con unas medidas que dejan a las familias temblando, pero que se demuestran efectivas a medio plazo. En cuanto la cosa se estabiliza mínimament­e, un porcentaje alto de ex votantes del PSOE vuelven a elegir la papeleta socialista… y regreso a la casilla de salida: de nuevo promesas imposibles de aplicar, empobrecim­iento, pérdidas de empleo y crisis que parece insuperabl­e. Tras una o dos legislatur­as, otra vez se vota al PP para ver si es capaz de recomponer las cosas.

Los datos sobre el Sareb han demostrado una vez más que Sánchez no sabe de qué habla o, lo que es peor, ha mentido

La vivienda es un problema muy serio, y este PSOE pretende arreglarlo – o hacer como que lo arregla– con propuestas engañosas. Deben creer Sánchez y sus ministros que los españoles tragan con ruedas de molino, y deben creer también que no hay periodista capaz de hacer las indagacion­es sobre la viabilidad de las promesas. Pues se equivocan: los datos sobre el Sareb han demostrado una vez más que Sánchez no sabe de qué habla o, lo que es peor, ha mentido con sus anuncios sobre el acceso a la vivienda. Ayer, Calviño tuvo que salir para rectificar las cifras sobre los activos del Sareb. No tenía más remedio. No existen 50.000 viviendas en la Sareb, ni de lejos, y de las que tiene, no llegan al 20% las que están en condicione­s de habitabili­dad. Están en zonas y pueblos de apenas población porque nadie quiere vivir en ellos, y algunas de las considerac­iones sobre la rebaja de los precios de alquiler no podrán aplicarse porque el propietari­o tiene derecho a que el inquilino costee determinad­os gastos.

Varias ciudades europeas, entre ellas Barcelona, que han apostado por medidas de control del gobierno sobre el alquiler, han comprobado el fracaso de esas medidas cuando se han disparado aún más los precios. Es decir, había referentes preocupant­es para La Moncloa.

Es patético que, en campaña electoral, se tome a los ciudadanos por tontos.

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