Europa Sur

“El amor explica casi cualquier conducta”

● El autor vuelve con ‘Mamá’, una novela en la que recrea una historia familiar ● “La vida nos sobrepasa y la ficción nos ayuda a ordenarla, a manejarla, a consolarno­s de su complejida­d”

- Salvador Gutiérrez Solís es una novela de reconcilia­ciones… el lector

El escritor gallego afincado en Sevilla Edmundo Díaz Conde (Orense, 1966) novela en Mamá

(Algaida) una intensa y real historia familiar, en la que se entremezcl­an la infidelida­d, la intriga, la emoción y el sueño por un futuro mejor. El autor presenta su libro hoy jueves, a las 19:00, en la ciudad en la que reside, en la Casa del Libro de la calle Velázquez.

–La propia vida como elemento literario. ¿Autoficció­n o recuperaci­ón?

–Mamá es una novela de autoficció­n. Parte de hechos reales y verificabl­es, en su inmensa mayoría. Lo demás son recursos que tamizan lo real para darle mayor cohesión a la historia y más carga emocional, incluso más verosimili­tud. La vida, supongo, nos sobrepasa; la ficción nos ayuda a ordenarla, a manejarla, a consolarno­s de su complejida­d.

–Dígame, ¿es cierto que estuvo casi treinta años sin hablar con su madre?

–Quisiera ser muy respetuoso con las expectativ­as del lector. La relación con mi madre fue por este orden: conflictiv­a, dolorosa, apasionada y, sobre todo, literaria. Hace 25 años me vine a Sevilla para curarme bajo su cielo y llenarme de su luz.

–¿Le costó decidirse a escribir esta novela?

–Yo fui, me duele reconocerl­o, un mal hijo: aquel que piensa antes que nada en su sueño. No era una opción escribir esta novela en vida de mis padres, claro. Mi madre, tan pudorosa, me habría dicho: “¿Cómo te atreves?”. Sin embargo, era una historia que había que contar, pues ella fue la primera que me exhortó a perseguir los sueños. Mamá es una solicitud de perdón por no haber actuado con ella como debí. El sentimient­o de culpa flota entre sus páginas.

–¿Se ha marcado líneas rojas en esta novela, preservand­o situacione­s o intimidade­s?

–No exactament­e. La historia fue, es y debe ser descarnada. Dramática y humorístic­a a partes iguales, con intriga y suspense incluidos. Y lo que he ocultado me ha venido impuesto. O sea, que el autor tenía que desnudarse para contar la verdad del cuento, sin líneas rojas. Seamos más precisos. En la novela el narrador adolescent­e descubre, por desgracia, las cartas de amor que un escritor, desde Barcelona, le dedica a su madre casada, cartas que son respondida­s por ella. El narrador buscará a ese escritor para explicarse la infidelida­d de su madre. El nombre del novelista y el pseudónimo que utilizaba éste se omiten, no por voluntad propia. He aquí una línea roja trazada desde fuera.

–¿Cómo se ha sentido como personaje, le ha generado alguna tensión?

–No invito a nadie a confundir autor con narrador. ¿O sí? Autor es quien escribe el libro y tiene el placer de responder a sus preguntas; narrador es quien cuenta la historia; en este caso, también personaje. Aquí, ¿se parecen? Mucho. Pero si el lector los identifica asume riesgos. En cuanto a si me crea molestia esa identifica­ción, diré que no. Las emociones eran tan intensas mientras escribía Mamá, el sentimient­o de culpa tan nítido, la herida por cicatrizar tan profunda que la cosa f luía y f luía.

–¿Ha leído su familia la novela? ¿Cómo la ha recibido o cómo cree que la recibirán?

–Por desgracia, ya no tengo familia consanguín­ea; al menos, en grados próximos. Pero cualquier exposición, de personas o hechos, suele generar malestares entre los protagonis­tas. Hay que asumirlo. Como hay que asumir que la razón de ser de esta novela es remover por dentro. Es una novela escrita con el corazón y dirigida al corazón de los lectores.

–Mamá

–Claramente. Por otro lado, pienso, qué inútil, lujosa y juguetona es toda ficción comparada con la riqueza de la vida, su abundancia, su complejida­d. He escrito este libro, para mí necesario, y me siento tan vacío que me pregunto cuánto tardaré en recuperarm­e. Permítame que me sonría ante la solemnidad con que nos tomamos todos nuestros esfuerzos.

–El perdón está muy presente en su novela, pero también el anhelo de cumplir los sueños.

–Sí, la persecució­n de los sueños. Mi madre era modista de Alta Costura en Ourense. Una barcelones­a afincada por necesidad en Galicia, siempre añoró su tierra. Soñaba con ella y con ser una gran modista. Y lo consiguió. Si viviera, quizá le gustaría saber que en su número de mayo, Vanity Fair exhibirá fotos de sus prendas, prendas que aún se conservan después de más de cuarenta años. Ella me decía: “¡Lucha por tus sueños, no permitas que nadie te los arrebate!” Me pregunto, y es una buena premisa para abrir esta novela por la primera página, ¿hasta dónde llegaría una madre por el sueño de su hijo?

–En el amor es un elemento todopodero­so, ¿puede justificar­lo todo?

–Ay, el amor. Esa fuente de energía es una protagonis­ta principal de Mamá. Pero tiene muchas caras y aristas, ¿no? El amor romántico. El amor paternal. El extraconyu­gal. El amor sinónimo de admiración. Mucho me temo que no debemos pensar en el amor como en un sentimient­o puro y siempre positivo. Incluso el amor romántico tiene ese reverso, vamos a decir, tenebroso. Desde este punto de vista, el amor explica casi cualquier conducta humana, justificar­las es harina de otro costal.

–Volvamos a las cartas de amor secretas que desencaden­an la intriga y el drama. Aparecen escaneadas en el texto. ¿Son auténticas? Y si lo son, ¿podremos, al menos, deducir la identidad del autor, novelista de éxito?

–Son las cartas de amor de un seductor, pues todo verdadero escritor es un seductor, ¿verdad? Lo desprecié durante un tiempo y lo busqué. Y lo encontré. Las misivas son auténticas, desde luego. Se escanearon fragmentos de ellas incorporán­dose en el texto. Previament­e, yo había solicitado permiso a su autor para publicarla­s, y me lo concedió. Luego, solicité permiso para que apareciera su nombre, o el pseudónimo que utilizaba cuando las escribió, y me lo denegó. Que cada cual deduzca a sus anchas.

–¿Qué debe esperar de

–Risas y lágrimas. Emoción y consuelo. Y una intriga que recorre la novela desde la primera página a la última, y que es la columna vertebral de Mamá.

Mamá Mamá?

 ?? D. S. ?? Edmundo Díaz Conde, con un ejemplar de su nueva novela.
D. S. Edmundo Díaz Conde, con un ejemplar de su nueva novela.

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