ANTONIO TORREMOCHA
Para los nazaríes, la pérdida de Jimena representó un serio descalabro militar, pues quedaba la frontera sudoeste desamparada al caer en poder de Castilla uno de los bastiones más importante de la zona, reduciéndose los enclaves granadinos cerca de los territorios castellanos al castillo de Castellar y a la ciudad portuaria de Gibraltar, dos plazas fuertes distantes entre sí una jornada de marcha y de difícil abastecimiento, sobre todo, la primera de ellas, aislada en medio de la sierra y del extenso desierto de la Almoraima.
Tres años más tarde, en la primavera de 1434, siendo alcaide de Jimena don Juan de Saavedra, tuvo noticias de que un convoy con víveres salía de Castellar después de haber abastecido a la fortaleza con destino a la ciudad de Gibraltar. A sabiendas de que podrían proporcionarle una valiosa información sobre la situación en la que se hallaban los defensores del enclave, le salió al paso tendiéndole una emboscada y, por los musulmanes que cautivó y ciertas cartas que portaban, supo que en el castillo quedaba poca gente y con mantenimiento tan sólo para diez días. Entonces, don Juan de Saavedra, con la escasa guarnición que tenía en Jimena, puso cerco al castillo de Castellar para evitar que le entrasen socorros y dio aviso por medio de corredores a las autoridades de Tarifa, Medina Sidonia, Alcalá y al concejo de Jerez, que era cabecera de las ciudades de esa parte de la frontera. El Adelantado don Diego Gómez de Ribera, conocedor de la importancia que para consolidar la posición de Jimena tenía la conquista de Castellar, mandó aviso de que todos los caballeros de coantía y lanceros de esta ciudad de Jerez, se aperciban y traigan sus caballos y los hierren y dispongan mantenimientos, así para su comer como para su vender, y estén a punto para mañana miércoles al alba, so pena de seiscientos maravedís a el caballero y doscientos a el escudero o peón de veinte años arriba y de dieciocho abajo y que ninguno parta sin el pendón ni lo deje por el camino. El pendón salió al término señalado, y fue con la gente Fernando González de Córdoba, Alcalde Mayor de Jerez, quedando en su lugar su compañero Fernando de Villavicencio para que fuese enviando vituallas y que todo lo que gastase lo fuera a cuenta de la ciudad y de sus propios.
Las milicias jerezanas avistaron las murallas de Castellar el viernes de dolencia -26 de marzo de 1434- que era Viernes Santo, a hora de mediodía. Don Juan de Saavedra y el Adelantado Mayor de Andalucía, don Diego Gómez / Doctor en Historia Medieval de Ribera, reconocieron los alrededores de la fortaleza, y, viendo lo desguarnecida que estaba, se aprestaron para el asalto final. Ese mismo día se tomó Castellar y entró en el castillo, el primero, el pendón de Jerez. Según la crónica
Para los nazaríes, la pérdida de Jimena representó un serio descalabro militar
de Alvar García de Santa María, don Juan de Saavedra, con su gente y la del concejo de Jerez, puso sitio a Castellar y, cuando don Diego Gómez de Ribera, supo esto, se dirigió con sus hombres para reforzar las escasas tropas del alcaide, el cual había intentado tomar la fortaleza por asalto sin conseguirlo. Cuando los que la guarnecían vieron llegar al real castellano tan gran tropel de gente armada y que al frente de ella venía el Adelantado, con el pendón de Jerez, decidieron capitular. Se iniciaron conversaciones y, al final, acordaron entregar la villa y el castillo a los cristianos a cambio de que estos les dejaran en libertad para poder ir a donde quisieran con los bienes muebles que pudieran llevar consigo. Los musulmanes abandonaron el lugar y entregaron la fortaleza al Adelantado y al alcaide de Jimena que la ocuparon en nombre del rey de Castilla don Juan II.
La villa de Castellar, como tres años antes la de Jimena, quedó bajo la responsabilidad del concejo de Jerez que tenía que correr con los gastos de su defensa y mantenimiento. El rey Juan II, en remuneración por el éxito alcanzado con la conquista de Castellar, concedió a don Juan de Saavedra la alcaidía de la villa y, en 1445, se la dio en señorío con sus tierras, bosques, rentas, monopolios y vasallos.