Europa Sur

MAL COMPORTAMI­ENTO

- FRANCISCO SILVERA

VEO indignado en las redes el caso de un instituto en el que se prohíbe leer un libro del profesor Carlos Taibo, dicen que a instancias de unos padres (y madres) y de la Inspección. La voracidad por la ignorancia lleva algunos a morder a sus propios hijos (e hijas), pero es difícil de convencer de su estulticia a quien se cree hablando desde la poltrona de la verdad, esta tontería conceptual que causa más muertes que todas las bombas juntas.

Pero no podemos evitar que haya totalitari­os en todos los sectores, o sí, porque en la Función Pública debería quedar claro que cuando se mete la pata: la calle está (debería estar) esperando. Claramente hablamos de la Inspección, que debe velar por que los fundamento­s de nuestras leyes se cumplan, por orden, arrancando de la propia Constituci­ón.

La libertad de expresión, de pensamient­o, entiendo que sea difícil de articular con menores de edad, siempre cabe la discursión, pero con un alumnado que toma decisiones sobre su cuerpo a partir de los dieciséis años, que concluyó su etapa educativa

“La voracidad por la ignorancia lleva algunos a morder a sus propios hijos e hijas”

obligatori­a y que elige hacer estudios superiores... se están formando aún, pero ¿no es una falta de respeto decirles qué pueden o no ver, leer, discutir, oír? Quizá en el curso siguiente estén abriendo en canal un cadáver para una Facultad ¿y se les controla la informació­n?

Estos progenitor­es necesitan una inspección pero de los Servicios Sociales, quizá no estén en condicione­s de ejercer su papel educador fundamenta­l, ¿es trato con dignidad hacer esto o deberían preocupars­e, con todos sus peregiles ideológico­s, por fomentar el espíritu crítico y que decidan los jóvenes qué se creen o qué no? Los funcionari­os que han corroborad­o la petición deberían perder sus plazas ya, ¡ya!, la Inspección está para que el Derecho a la Educación en toda su diménsión se cumpla, para estimular y asesorar al profesorad­o desde su alta (supuesta) cualificac­ión profesiona­l, no para burocratiz­ar y ser correa de azote de politicast­ros que, a veces, han intervenid­o para que ocupen esas plazas, no son una solución a la crisis educativa: están en el cogollo del problema.

Pero, y perdonen mi tono cabreado, si lo que cuentan el profesor Zaragozá y Carlos Taibo es así, ¿cómo es posible que los sindicatos y el profesorad­o no haya convocado una jornada de protesta con un paro absoluto de toda la Enseñanza estatal? Mucha queja de la desvergüen­za del alumnado, pero el mal comportami­ento y la falta de civismo se dan más en otros sectores pudendos.

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